Con un capital inicial de $ 160 mil (de la época) y un taladro, en 1985 Raimundo Rencoret se asoció a su padre y hermano, ambos de nombre Manuel, y al arquitecto Jorge Lira, para fundar la constructora Lira Rencoret y Cía. Ltda.
Y aunque en sus primeros años desarrollaron diversos proyectos entre Santiago y Temuco, su gran salto vino a comienzos de los ’90, cuando levantaron el edificio Holandesa, la primera torre en altura que se había visto hasta entonces en un barrio residencial de la capital de La Araucanía.
Fue ahí cuando decidieron trasladar definitivamente su operación a La Serena y nació Constructora Rencoret Ltda., que hoy es una de las mayores desarrolladoras inmobiliarias basadas en el norte del país. Y aunque no de la misma escala que los gigantes de industria a nivel nacional, son uno de los líderes regionales del sector en su radio de acción, con numerosos proyectos a su haber, principalmente en Antofagasta y Coquimbo.
“Los próximos 10 años se presentan como un período muy auspicioso para nuestro sector, con oportunidades tanto en construcción como en desarrollos inmobiliarios”, aseguró Raimundo Rencoret, gerente general de la constructora.
Cartera de proyectos
Actualmente están desarrollando dos nuevos proyectos inmobiliarios en La Serena, la continuación de su loteo El Francés, en el conocido condominio Serena Golf, y un nuevo polo de desarrollo habitacional en Cerro Grande, que busca responder a la creciente demanda habitacional de la ciudad. Junto con ello se preparan para iniciar la construcción de un edificio para el Ministerio de Obras Públicas (MOP) en Copiapó, que marcará un hito clave para su estrategia de crecimiento. (¿por qué?)
Mirando hacia adelante, en su último proceso de planificación estratégica definieron un nuevo ciclo de trabajo que guiará sus planes de crecimiento en base a tres grandes objetivos. El primero será fortalecer su línea de renta inmobiliaria, especialmente en renta comercial y de oficinas, donde ven una oportunidad para desarrollar activos de calidad y con estabilidad en el tiempo. (Qué tienen en su cartera actualmente).
El segundo es potenciar sus desarrollos inmobiliarios, con una oferta más competitiva y eficiente, que responda a las necesidades del mercado, pero “sin perder nuestro sello de calidad”.
Pero el cambio más radical será expandir sus servicios hacia la minería, aprovechando su experiencia en construcción e infraestructura y el positivo cuadro que proyectan para la industria en el norte del país.
Súper ciclo minero
De hecho, después de varios años complejos para el rubro inmobiliario y de construcción, ahora ven un escenario favorable para las regiones donde operan, impulsado por lo que esperan sea un súper ciclo minero, que con una enorme cartera de inversiones podría dinamizar la economía regional de manera sostenida. Ello, porque según las proyecciones que maneja la empresa, existen 51 proyectos mineros por más de US$ 83 mil millones para el período 2024-2033, de los cuales 65% se ubican entre Antofagasta, Atacama y Coquimbo.
“Estas son zonas que históricamente han generado una fuerte demanda inmobiliaria en La Serena y Coquimbo, tanto para los trabajadores que llegan a residir a estas ciudades, como para las empresas que se instalan en la zona. Si a eso le sumamos los precios proyectados del cobre y el oro, los próximos 10 años se presentan como un período muy auspicioso para nuestro sector, con oportunidades tanto en construcción como en desarrollos inmobiliarios”.
Presión a mano de obra
Aun así, reconocen que este auspicioso cuadro trae también aparejados algunos relevantes desafíos, como contar con suficiente mano de obra calificada para responder a la demanda local. “Los súper ciclos mineros generan una fuerte competencia por trabajadores entre la minería y las industrias locales, lo que tensiona la contratación, incrementa costos y pone presión sobre la retención de talento”, admiten.
De todos modos confían podrán hacer frente a estos retos gracias a su enfoque, que denominan como una “mesa de tres patas”. Estos tres pilares están conformados por las obras que desarrollan para el MOP y otros organismos públicos; además de los proyectos privados que construyen para terceros y una línea de desarrollos inmobiliarios propios. Esa estructura, explican, les ha permitido absorber de mejor manera los ciclos económicos, con ingresos más estables cuando cae el sector privado y una mayor expansión en los años de más actividad.
La empresa también destaca que su sello competitivo se basa en su carácter familiar, la gestión directa y una cultura interna que prioriza la responsabilidad, el trabajo en equipo y la calidad constructiva. A esto han sumado nuevas capacidades: diseño arquitectónico y especialidades, arriendo de maquinaria, movimiento de tierras y administración de condominios, con el fin de ofrecer un servicio más integrado y eficiente.