Salida del jefe del Parlamento complica a gobierno australiano
Acusado de fraude y acoso sexual, la renuncia complica al oficialismo en vísperas de presentar el nuevo presupuesto.
Por: Equipo DF
Publicado: Martes 24 de abril de 2012 a las 05:00 hrs.
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El presidente de la Cámara de Representantes de Australia, Peter Slipper, renunció el domingo tras ser acusado de acoso sexual y fraude. El gobierno quiere que Slipper sea exculpado y vuelva pronto a su cargo, ojalá antes de presentarse el presupuesto federal el 8 de mayo, mientras la oposición liberal-nacional presenta su caso como evidencia del pobre desempeño de la primera ministra, Julia Gillard. Ambas estrategias implican riesgos.
Gillard sorprendió cuando en noviembre de 2011 presionó al entonces jefe del Parlamento, el laborista Harry Jenkins, para renunciar en favor de Slipper, quien en aquel entonces era un desilusionado miembro del Partido Liberal. La operación quebró la tradición de que el gobierno designa un jefe legislativo de sus propias filas, pero significó ventajas políticas para la primer ministra. Cuando Jenkins volvió a su bancada el gobierno ganó un voto, mientras la salida de Slipper debilitó a la coalición.
Sin embargo, Slipper siempre fue considerado un aliado impredecible. Conocido ampliamente como “Pete el Resbaladizo”, al gobierno no le importó por su fama de gastador o que hubiera sido obligado a devolver US$ 22.000 por beneficios que no correspondían. Ahora la policía lo investiga nuevamente por sus gastos. Una condena por fraude haría insostenible su cargo de legislador. Además, un ex asesor, James Ashby, denunció haber sido víctima de acoso sexual por Slipper, que ha negado todos los cargos.
El oportunismo de Gillard ha puesto al gobierno en apuros. Su petición de que Slipper recupere la presidencia si es exculpado de fraude, aunque continúe la acusación por acoso, ha sido atacada por la oposición, que acusó al laborismo de priorizar su posición parlamentaria por sobre la necesidad de mantener el decoro.
El efecto más tangible será sobre la fortaleza laborista en víspera del presupuesto federal del año fiscal 2012/13 el 8 de mayo. El gobierno apunta a un presupuesto superavitario, pero la caída de la sorprendente recaudación implica que habrá ahorrar más. La necesidad de superávit ha sido cuestionada por aliados del laborismo, lo que junto a la salida de Slipper dificultará aún más su aprobación. El líder opositor Tony Abbott ha llamado a los aliados del oficialismo a revisar su lealtad en vista del escándalo Slipper. Gillard podría no ser capaz de evitar que lo hagan.
Gillard sorprendió cuando en noviembre de 2011 presionó al entonces jefe del Parlamento, el laborista Harry Jenkins, para renunciar en favor de Slipper, quien en aquel entonces era un desilusionado miembro del Partido Liberal. La operación quebró la tradición de que el gobierno designa un jefe legislativo de sus propias filas, pero significó ventajas políticas para la primer ministra. Cuando Jenkins volvió a su bancada el gobierno ganó un voto, mientras la salida de Slipper debilitó a la coalición.
Sin embargo, Slipper siempre fue considerado un aliado impredecible. Conocido ampliamente como “Pete el Resbaladizo”, al gobierno no le importó por su fama de gastador o que hubiera sido obligado a devolver US$ 22.000 por beneficios que no correspondían. Ahora la policía lo investiga nuevamente por sus gastos. Una condena por fraude haría insostenible su cargo de legislador. Además, un ex asesor, James Ashby, denunció haber sido víctima de acoso sexual por Slipper, que ha negado todos los cargos.
El oportunismo de Gillard ha puesto al gobierno en apuros. Su petición de que Slipper recupere la presidencia si es exculpado de fraude, aunque continúe la acusación por acoso, ha sido atacada por la oposición, que acusó al laborismo de priorizar su posición parlamentaria por sobre la necesidad de mantener el decoro.
El efecto más tangible será sobre la fortaleza laborista en víspera del presupuesto federal del año fiscal 2012/13 el 8 de mayo. El gobierno apunta a un presupuesto superavitario, pero la caída de la sorprendente recaudación implica que habrá ahorrar más. La necesidad de superávit ha sido cuestionada por aliados del laborismo, lo que junto a la salida de Slipper dificultará aún más su aprobación. El líder opositor Tony Abbott ha llamado a los aliados del oficialismo a revisar su lealtad en vista del escándalo Slipper. Gillard podría no ser capaz de evitar que lo hagan.

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