Desde hace 15 años el doctor en Microbiología e Inmunología del Albert Einstein College of Medicine en Nueva York, Estados Unidos y profesor de la Universidad Católica (UC), Alexis Kalergis, investiga el desarrollo de una vacuna contra el virus respiratorio sincicial (VRS), una de las causas de infección aguda de las vías respiratorias en lactantes y niños de todo el mundo, con un importante riesgo de mortalidad.
En 2019, junto al bioquímico y doctor en Genética Molecular y Microbiología, Pablo González, fundó Biothervax, un spin off de la Universidad Católica, la que este año, junto a esta casa de estudios y 11 empresas, se adjudicó recursos públicos para la creación del Consorcio Tecnológico de Inmunidad Preventiva (CTIP).
En conversación con DF, los líderes y directores del CTIP, Kalergis y González, señalaron que la entidad se enfocará en la vacuna contra el virus sincicial y en inoculaciones para dos sectores productivos: agro (bovinos) y acuícola (salmones) y explicaron las líneas de investigación.
El CTIP tras postular al programa de Corfo de Consorcios Tecnológicos, se adjudicó $ 1.500 millones que deben ser ejecutados en 48 meses. El presupuesto total del proyecto son $ 5 mil millones, entre aportes pecuniarios y valorizados.
Además de Biothervax y la UC, el consorcio está conformado por 11 empresas asociadas, ligadas a las industrias que detectaron para desarrollar las vacunas: Veterquímica, Australis Mar, Blumar, Camanchaca, Cermaq, Cultivos Yadrán, Marine Farm, Mowi, Multi X, Salmones Austral y Ventisqueros.
Kalergis señaló que actualmente están en la etapa de la firma de convenios y elementos vinculantes del proyecto, pero que el consorcio comenzará su trabajo antes de fin de año y operará en el Centro de Innovación de la UC.
Parte importante del presupuesto será invertido en la contratación de capital humano avanzado, equipamiento y tecnología.
“Además, la ejecución de los estudios de campo y clínicos es muy costosa”, afirmó el científico.
Líneas de investigación y desarrollo
“Hoy existen problemas sanitarios en tres ambientes o focos distintos que requieren nuevas soluciones”, dijo Kalergis.
El primero es la “necesidad” de contar con una vacuna para el virus sincicial que pueda ser aplicada a las personas desde el nacimiento.
El segundo foco es una vacuna para combatir la tuberculosis bovina y virus sincicial bovino. “Dado que esas dos enfermedades infecciosas impactan la producción de leche y de carne en Chile y en otros países, esta vacuna bivalente podría tener un impacto favorable”, afirmó.
El tercer pilar es el desarrollo de una vacuna contra una bacteria que afecta la producción de salmones, la que “causa pérdidas importantes y le resta competitividad a la industria chilena. La falta de vacunas obliga al uso excesivo de antibióticos”, comentó Kalergis.
Por otro lado, González, dijo que cada una de las líneas de investigación está en una etapa distinta de desarrollo. Una de las más avanzadas es la vacuna contra el VRS en humanos, la “que ya ha sobrepasado una serie de etapas previas para garantizar la seguridad e inmunogenicidad”.
Kalergis estimó que esta vacuna, de contar con el visto bueno de las agencias reguladoras, podría comenzar a aplicarse en 2030.
La inoculación en bovinos también presenta un “avance bastante significativo”, debido a que cuenta con dosis que cumplen con las buenas prácticas de manufactura, calidad que se les exige para que un inyectable pueda ser usado en un organismo complejo.
“Esta vacuna ya ha sido aprobada en un primer estudio de campo y tenemos resultados tanto en ambientes controlados y en terreno, donde se ha evaluado su seguridad, inmunogenicidad y eficacia”, dijo González.
El investigador comentó que el interés ahora es avanzar hacia estudios de campo más grandes, en predios con infecciones reales, para ver el comportamiento en ambientes de mundo real y hacer los ajustes necesarios.
En el caso de la vacuna para salmones, señaló que es la que requiere más desarrollo: “Tiene una base muy sólida en una plataforma de vacunas que hemos utilizado anteriormente, y se construye a partir de eso. Reúne características que nos hacen proyectar que su desempeño será positivo en peces de producción”.
González también comentó que los futuros ensayos de campo se realizarán en las instalaciones de las empresas socias del CTIP, con el fin de evaluar el desempeño de las soluciones en condiciones reales.
“Estos estudios tienen además un componente muy importante de la parte científica. Nos interesa mucho entender los mecanismos que dan cuenta de la eficacia, la seguridad y la inmunogenicidad”, dijo.
Los investigadores esperan que los prototipos estén validados en terreno o estudios clínicos antes de llegar a los 48 meses.
“Idealmente para poder pensar en que los productos estén disponibles para licencia o para ser utilizados en el mercado”, dijo Kalergis.
Si bien aún no tienen definida la estrategia de transferencia, “hay un profundo interés de que esta tecnología llegue a los usuarios finales”, agregó González.