Carlos Peña: “No estoy dispuesto a falsear los hechos y sumarme a una campaña absurda, tonta, de anticomunismo”
El rector de la UDP argumenta por qué Jeannette Jara le parece una candidata fuerte, repasa los claros y oscuros del Partido Comunista, y analiza las características de Evelyn Matthei y José Antonio Kast.
Por: Patricio De la Paz - Fotos: Verónica Ortíz
Publicado: Sábado 5 de julio de 2025 a las 11:00 hrs.

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- ¿Sorprendido con el resultado de la primaria?
- No. Yo había escrito una columna hace dos o tres semanas llamando la atención sobre cuán buena candidata era Jeannette Jara por sus atributos y por su biografía que se corresponde con total fidelidad a las grandes mayorías. Ese es un activo fundamental en política, que se destaca poco, y que en la literatura se llama reconocimiento. Los seres humanos somos especulares en el sentido que la imagen que tenemos de nosotros es la que nos devuelven los demás, entonces esperan revalidar la idea que tienen de sí mismos en sus liderazgos. Ese papel Jara lo cumple a la perfección, al revés de lo que ocurría con Winter, que era una especie de redentor; o con Tohá, que aparecía con un cierto tono épico. En ese panorama, yo no tenía ninguna duda con Jara. Siempre me pareció con una ventaja gigantesca. Y esto no tiene que ver con las preferencias ideológicas, sino con un ejercicio de observación.
Carlos Peña -rector de la UDP, abogado, doctor en Filosofía, prolífico autor de libros, columnista, observador agudo de la realidad- se despacha esas palabras sentado en su amplia oficina universitaria, rodeado de libros. Han pasado pocos días desde la primaria oficialista donde se impuso la candidata comunista, con un 60% de los votos.
En medio de infinitos análisis, debates y temores que explotan por todos lados a partir del domingo pasado, y que van pasando por todas las emociones, Peña marca distancia y entrega su mirada, a veces contracorriente, sobre Jeannette Jara, el PC, los hoy codiciados votos del centro, el escenario que se abre para los representantes de la derecha. También recalca la necesidad de elevar el debate; por momentos incluso se ve irritado: le molesta la irracionalidad que, dice, se ha tomado las conversaciones.
- Usted ha escrito varias columnas sobre Jara. Destaca su sinceridad; carisma; que no hace alarde de nada, “ni siquiera de ideas”; el reconocimiento con la gente. ¿Pero basta eso para gobernar?
- No, pero ahora estamos hablando de una contienda electoral. Y todo eso es un factor muy importante en una elección, sobre todo cuando los rivales son bastante débiles en esa dimensión carismática. En el caso de Matthei es muy notorio, creo yo. Frente a la pregunta de si esas características bastan para gobernar, por supuesto que no. Pero también hay que intentar ser imparciales, objetivos, y nadie, ni siquiera Jara, está pensando que de obtener el poder va a gobernar ella: estamos hablando de un gobierno de coalición.
- ¿Piensa realmente que eso será así? ¿logrará unir una coalición de partidos?
- Sí. No tengo la más mínima duda de que el Partido Comunista está en una sincera política de alianza, aunque esto no quiere decir que el Partido Comunista haya dejado de ser el Partido Comunista. Por supuesto que no. Pero creo que hoy el partido tiene la sensación de que hay una marea de ultraderecha en el mundo, diagnóstico que yo no suscribo exactamente, y que la manera de detenerlo es una fuerte y sincera política de alianza. Entonces no creo que el PC piense asaltar el poder, como algunos temen absurdamente. Esos son temores francamente ridículos. El PC está en una lucha electoral democrática en una alianza de coalición con el Socialismo Democrático y el FA, con los cuales va a gobernar si triunfan. No es un gobierno comunista el que habría si gana Jara; esa es una exageración que no admite y no posee el menor rigor intelectual.
"No tengo la más mínima duda de que el Partido Comunista está en una sincera política de alianza, aunque esto no quiere decir que el Partido Comunista haya dejado de ser el Partido Comunista. Por supuesto que no"
Escáner al PC
- De Jara, ya desde la campaña por la primaria, se dice que es buena candidata pero no buena estadista. ¿Podría serlo, a su juicio?
- Bueno, no sabemos. Pero a la hora de administrar el Estado, no lo hace una persona. El Estado tiene rutinas, equipo. Revisemos el gobierno del Frente Amplio. No cabe duda de que los cuadros del FA -no estoy pensando en el Presidente Boric, a quien pondría aparte- eran inexpertos, incapaces de gobernar y administrar el Estado; y fue finalmente el Socialismo Democrático quien terminó haciéndolo. De manera tal que una alianza entre el FA, el PC y el Socialismo Democrático va a terminar en lo que sabemos: un gobierno de coalición donde el aparato estatal será administrado por los cuadros de mayor experiencia. Eso si es que, claro, Jara obtiene el triunfo.
- Es clave entonces con quiénes se va a rodear Jara…
- Sí, y recordemos que el equipo lo arman los partidos que conforman la base electoral de apoyo a un candidato. Esto no es una pequeña monarquía.
- ¿No sería ella entonces quien levantaría o bajaría el pulgar con los nombres?
- Mire, lo que pasa es que hoy ha brotado en Chile un anticomunismo totalmente irracional. No digo que sea generalizado, pero existe. ¿En qué sentido irracional? En que se le atribuyen al Partido Comunista designios totalitarios, antidemocráticos. Escuchaba ayer a un senador que me parece inteligente, pero que decía “tengamos en cuenta que el Partido Comunista, cada vez que se ha hecho del poder, no lo ha soltado más”. Este tipo de declaraciones no le hacen bien a la democracia porque son exageraciones irracionales. No seré yo quien defienda al Partido Comunista, pero acá no se trata de eso sino de rigor con los hechos. El PC ha gobernado varias veces en Chile, con Pedro Aguirre Cerda, con los Frentes Populares, con Allende, con el segundo gobierno de Bachelet, con Boric. Esta idea de que primera vez que el Partido Comunista podría gobernar es una tontería.
- Sí sería la primera vez que una militante comunista encabezaría una coalición de gobierno…
- Sí, pero entonces reduzcamos el asunto a eso. Y no a si el Partido Comunista ha participado antes en el gobierno, porque sí lo ha hecho. Y si uno mira para atrás con honestidad intelectual y se pregunta si en alguna de esas ocasiones tuvo una actitud antidemocrática, rupturista, la verdad es que no.
"Escuchaba ayer a un senador que me parece inteligente, pero que decía “tengamos en cuenta que el Partido Comunista, cada vez que se ha hecho del poder, no lo ha soltado más”. Este tipo de declaraciones no le hacen bien a la democracia porque son exageraciones irracionales"
- En estos días se han recordado experiencias internacionales con el Partido Comunista al mando del gobierno, donde sí se ven regímenes autoritarios.
- Eso es verdad, aceptemos eso; yo lo reconozco. Mire, yo no soy comunista, creo que las ideas del PC son profundamente erradas, creo que el marxismo es una visión de la historia que tiene rasgos más bien mesiánicos, milenaristas. He escrito sobre eso. Pero ése no es el punto. El punto es juzgar si acaso con el PC hay razones para ese miedo irracional que se está intentando infiltrar en la ciudadanía. Atendida su experiencia histórica en Chile, mi respuesta es que ninguna. Acusarlo aquí de ser un partido que busca asaltar el poder, instaurar un régimen totalitario y no soltarlo, es una imagen falsa. En Chile sí hay ejemplos flagrantes en el sector opuesto: la derecha apoyó 17 años una dictadura que violó los derechos humanos de manera sistemática, que hizo desaparecer personas. ¿Por qué olvidamos eso tan fácilmente? Seamos mínimamente equilibrados desde el punto de vista del análisis intelectual.
- Podrían retrucarle que el PC apoyó en ese tiempo acciones armadas, ¿qué respondería?
- De nuevo pongamos las cosas en su justo término. El Partido Comunista estuvo por la vía violenta en un momento de la historia de Chile, en medio de la dictadura, cuando se le quiso exterminar físicamente. Si alguien me dice que frente a la amenaza que lo exterminen físicamente se va a cruzar de brazos, yo no le creo o lo creería un estúpido. Entonces, juzgar la conducta del Partido Comunista en dictadura, cuando se había exterminado a los cuadros que lo conducían, es absurdo. Pido nuevamente algo de rigor intelectual.
- Le incomoda el debate que se ha instalado, ¿no?
- Es que es un discurso impúdico y absurdo. El Partido Comunista, creo yo, es una suma de errores intelectuales. Cuando uno lee su programa, retrocede. La dictadura del proletariado, que suele seguir siendo reivindicada por parte del PC, es una antigualla, un arcaísmo. Uno puede ser contrario a las ideas del Partido Comunista y estar dispuesto, como yo estoy, a discutir con ellos. A lo que no estoy dispuesto es a falsear los hechos y sumarme a una campaña absurda, tonta, de anticomunismo.
El impredecible centro
-¿Cómo ha visto a la candidata Jara después de las primarias?
- Creo que es una candidata muy fuerte. Yo no sé qué va a hacer el electorado que se llama obligado, que suele no opinar, que está más bien silente y que de pronto va a votar. Su conducta es impredecible. Pero creo que hay una especie de solidaridad biográfica con Jara que puede pesar mucho. Ahí está una de sus grandes ventajas. Si pensamos si ella está dotada de experiencia gubernamental, de manejo estatal, la respuesta es no. En eso, por ejemplo, Matthei la supera. Si pensamos si tiene ideas adecuadas para impulsar o continuar la modernización de Chile, diría que no. Pero no es el punto. Como candidata capaz de despertar la solidaridad emocional, establecer eso que los comunicadores llaman intimidad a distancia con las audiencias, Jara es muy superior. Si su campaña subraya esas cualidades personales, podría ser una candidata importante.
- Se habla mucho de capturar el centro. Un terreno en que podrían encontrarse Jara y Matthei. ¿Cómo será esa disputa?
- Depende de lo que uno entienda por centro. Una cosa es el centro en un sentido sociológico, entendiendo por tal a los grupos medios que han accedido en las últimas décadas al consumo, al automóvil, a la casa propia, a la educación universitaria de los hijos. Grupos históricamente proletarios y que hoy se han incorporado al consumo de bienes materiales simbólicos. Otra cosa es el concepto de centro político o ideológico, cuyo representante en la historia política de Chile del siglo XX fue el radicalismo primero y la DC después. Yo creo que hoy en Chile hay un centro en el sentido sociológico.
- ¿Cómo se comporta políticamente ese centro?
- Tiene preferencias políticas totalmente volátiles. Es el centro que votó por Piñera dos veces. Y después votó por Boric. La idea de que las preferencias políticas estaban atadas a la posición de clase, que era la gran idea de la ciencia política de los ‘60, hoy no es así. Las preferencias políticas se despegaron de la estructura social. No es cierto que la gente pobre vote por la izquierda y los burgueses por la derecha, como se decía en los ‘70. Actualmente este centro, buena parte de él, está muy asustado por la inseguridad, se siente amenazado por la migración, y eso es parte de la agenda de la derecha. La demanda de orden. Pero dentro de esos mismos grupos está la idea de que el bienestar alcanzado de pronto se derrumbe por la enfermedad o las pensiones, y esos temores puede explotarlos bien Jeannette Jara. Esas, creo, son las claves.
"(El centro) tiene preferencias políticas totalmente volátiles. Votó por Piñera dos veces. Y después votó por Boric. La idea de que las preferencias políticas estaban atadas a la posición de clase, que era la gran idea de la ciencia política de los ‘60, hoy no es así"
- Y ese centro define elecciones…
- Sí. Pero reitero que no es un centro ideológico. El centro sociológico lo que tiene son temores, básicamente en dos áreas: salud y pensiones. Lo que Shakespeare llama las flechas del destino, esas que a todos nos van a tocar alguna vez: enfermarse, envejecer. Agregaría la meritocracia en educación, que es otro de los fantasmas de estos grupos, y el miedo producto de la crisis de inseguridad. Anhelan mano firme y están dispuestos a sacrificar libertades para el logro de la seguridad. Esto es lo que coexiste en este mundo.
- O sea, atractivo para Jara y Matthei, incluso para Kast. ¿Qué candidato de la derecha cree que se ve más complicado frente a la abanderada comunista?
- No lo sé, pero de buenas a primeras me parece que Matthei.
- ¿Por qué?
- Tal vez exagero estos factores, pero creo que son dos mujeres tan distintas. Matthei tiene defectos. El principal es que tiene una actitud inevitablemente desdeñosa, trata con desdén a la gente. Se le escapa y eso es fatal. Puede ser considerado por las grandes mayorías, no por mí que lo que hago es análisis, un desdén de clase. En cambio Kast, si bien en mi opinión es un candidato que tiende a una democracia iliberal, tiene una cosa entre paternalista y cercana que es propia de la cultura más “hacendal” chilena. Y eso no lo aleja tanto de la gente.
- Analistas sostienen que cuando hay polarización en un sector político -muchos entienden así el triunfo de Jara-, funciona como espejo para el otro sector, en este caso la derecha. ¿Coincide?
- No es la única tesis de la polarización, pero pienso que podría ocurrir si efectivamente Jara insiste en el discurso de la ultraderecha y Kast en el del anticomunismo. Le sugeriría a ambos no incurrir en ese error. Estamos en medio de una competencia democrática con dos opciones democráticas, aunque con tendencias iliberales: más autoritarias en el caso de la derecha; y Jara que, por su pertenencia al Partido Comunista, tiene un telón de fondo ideológico iliberal. Si bien eso es así, polarizar una competencia democrática no va a conducir a ninguna parte. Es deber también de los intelectuales, de las élites políticas, contribuir a que eso no ocurra y no se sumen irracionalidades que encienden los ánimos y agitan la conducta.
- Nuevamente, elevar el debate…
- Claro. No hay que abandonar esos deberes de racionalidad. Si no, nos vamos a bañar en el miedo a la derecha y al comunismo. ¿Pero por Dios, qué es eso? Estaba bien para la campaña presidencial de Allende, pero no estamos en ese momento. Me acuerdo cuando yo era niño y mi padre me llevaba a las concentraciones del Partido Socialista. Mi padre era socialista. Recuerdo unos carteles con tanques que decían: “¿Tú quieres que eso ocurra en Chile?, vota entonces por Allende”. Ese tipo de cosas ya cuando niño me parecían ridículas y me siguen pareciendo.
"Cuando yo era niño, mi padre me llevaba a las concentraciones del Partido Socialista. Mi padre era socialista. Recuerdo unos carteles con tanques que decían: “¿Tú quieres que eso ocurra en Chile?, vota entonces por Allende”. Ese tipo de cosas ya cuando niño me parecían ridículas y me siguen pareciendo"
Las derechas
- Las encuestas muestran a Kast y Jara en los primeros lugares. Matthei es tercera, con una baja importante respecto de sí misma en los meses anteriores. ¿Puede remontar?
- Por supuesto, la campaña en forma está empezando. Uno de los problemas que tiene Matthei es que lleva mucho tiempo de candidata, es un desgaste inevitable. Y lo otro, repito, es el problema de su personalidad. Ese aire altivo, desdeñoso que a veces adquiere, siendo ella una mujer inteligente, agradable, preparada. Soy de los que cree que la personalidad no se puede fingir, que tarde o temprano asoma, pero si fuera asesor de Matthei, y no lo soy por supuesto, le sugeriría cambiar ese estilo.
- ¿Y cuál es su apreciación del candidato Kast?
- Es un buen candidato, sin ninguna duda. No quiero juzgar a la gente del punto de vista tan ideológico, porque ideológicamente me parece que Kast está errado, pero es un muy buen candidato.
- ¿Qué lo hace un muy buen candidato?
- Ha sabido apelar a los temores más fundamentales de las personas, particularmente de los grupos medios, sobre la seguridad ciudadana, la delincuencia. Kast ha sabido tocar muy bien esa tecla. Ese es un gran activo. Además, su personalidad, cuando está controlada, funciona muy bien con las audiencias.
- Ha estado más mesurado, no aparece seguido, no entra a pelear con Jara.
- Ha eludido ese discurso, exactamente. Ha hecho lo que estoy sugiriendo y tampoco es que yo lo asesore.
- Lo ayuda el factor Kaiser, que es quien ahora incendia la pradera.
- Claro. Así Kast es más afirmativo, menos confrontacional. Lo está haciendo bien.
- ¿Cuál es el clivaje de esta elección? Pareciera más complejo que sólo derecha-izquierda…
- El clivaje, la línea invisible que divide las preferencias políticas, es un concepto clave. A fines del siglo XIX fue clericalismo o no. Durante el siglo XX, fue el tema de cómo ir incorporando los grupos sociales proletarios a los frutos de la modernidad; digamos un clivaje de clase. Después de 1973 fue dictadura versus democracia. Ese clivaje permitió la transición y duró hasta el segundo gobierno de Bachelet. Luego vino igualdad versus desigualdad, pueblo versus élites, hasta el triunfo del Presidente Boric. Ahora lo que tenemos por delante en esta campaña es el aspecto fundamental de la política electoral: ¿quién define el clivaje?
- ¿Qué responde usted a esa pregunta?
- Kast se ha esmerado por el clivaje orden versus inseguridad. Su ventaja es que es un clivaje muy limpio. Jara está tratando de construir el suyo, es un poquito más ambiguo hasta ahora. Creo que atendida su personalidad y su discurso, es probable que ella quiera revalidar esta idea de reconocimiento, la idea de que la política tiene que ver con reconocer el tipo de trayectoria vital que tiene. Es una forma, digamos light, desvaída, de reivindicar el clivaje de clase, pero sin decirlo. En el caso de Matthei, no es muy claro su clivaje.
- ¿Estamos ante una elección abierta, donde todo puede pasar?
- Digamos que a la luz de las encuestas, pareciera que la derecha en cualquiera de sus versiones tiene las primeras probabilidades de ganar, pero en absoluto la tiene asegurada. Creo que el gran problema de la derecha es que cree que ya ganó, que la competencia presidencial está prácticamente zanjada y que la disputa es quién de sus candidatos se sienta en la presidencia. Pienso que se equivocan. Hay una competencia abierta que va a ser muy complicada.
"El gran problema de la derecha es que cree que ya ganó, que la competencia presidencial está prácticamente zanjada y que la disputa es quién de sus candidatos se sienta en la presidencia. Pienso que se equivocan"
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