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Eugenio Tironi "Piñera no ha encontrado el componente moral en base al cual construir liderazgo"

Creo que la derecha debería ir con un candidato más probado, seguro, una persona como Joaquín Lavín, que además lo está haciendo estupendamente. Además, es el turno de la UDI y la UDI va a exigir su turno.

Por: Patricia Arancibia Clavel | Publicado: Sábado 29 de enero de 2011 a las 05:00 hrs.
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Eugenio Tironi es marca y marca registrada. Su prestigio académico y empresarial se lo ha ganado gracias a la combinación de inteligencia, estudio, agudeza y realismo analítico. Admirado y temido a la vez, su blog, Twitter, columnas de opinión, son seguidas con fruición por amigos y adversarios que no quedan indiferentes a sus reflexiones siempre punzantes y marcadoras de pauta.

Antes de salir a vacaciones, nos da espacio dentro de su apretada agenda para analizar los últimos acontecimientos políticos. Aquí, sólo una pequeña síntesis de lo conversado con Diario Financiero.

-Como nunca antes, la personalidad del presidente está siendo tema de agenda. ¿Hasta qué punto es importante para un gobierno el carácter de su líder?

-Así como los cardenales en su transición a convertirse en Papas, son tocados por la varita del Espíritu Santo, los candidatos que se convierten en presidentes son tocados por la varita republicana. En cierto modo eso sucedió con Aylwin, Frei, Lagos y Bachelet y me llama la atención que no haya pasado con Piñera. No se le ve blindado por un aura de respeto, que es la que siempre rodea a la autoridad.

-¿Por qué?

-Tiene que ver en parte con su propio comportamiento, como la historia tan comentada en estos días sobre el helicóptero. Pero también con el modo en que lo tratan sus pares. Les cuesta hablar de él como presidente e interpretan sus actos como si él fuera un niño al que tenemos que comprender. Pero es al revés: es él quien tiene que comprendernos a nosotros, los ciudadanos.

-¿En qué sentido?

-Si hasta su ministro del Interior lo dice: El es como es y lo votamos sabiendo que era así. Claro, tiene sus caprichos, arrebatos, pataletas. Pero, no ha vivido la mutación que se necesita para convertirse en autoridad. Eso lo hace muy vulnerable a los vaivenes y a los humores de la opinión pública. Creo que Piñera no ha encontrado el componente moral en base al cual construir un liderazgo que lo haga alguien superior a nosotros. Si no siento que es superior, lo trato como igual, más aún cuando sus amigos lo tratan así y nos piden a nosotros, que somos sus súbditos, que lo comprendamos y no lo juzguemos como a un adulto. Esto es muy desconcertante

-¿Tiene que ver con el acendrado carácter presidencialista del sistema político?

-El presidente de la República en el caso de Chile es un referente paterno / materno, es un referente de autoridad, y complica cuando su propio entorno nos da señales que es un niño y que nosotros somos los que tenemos que actuar como padres comprensivos frente a él.

-Más allá de los juicios sobre la personalidad de Piñera, ¿cómo ves la evolución de su estrategia de gobierno, partiendo por el intento de un gabinete de unidad nacional, de carácter tecnocrático que termina, con los nuevos nombramientos, en uno con un tinte mucho más político?

-Lo del gabinete de unidad nacional no alcanzó a durar ni dos horas. Una de las operaciones políticas más bochornosas de los últimos tiempos es la de Ravinet, porque su nombramiento no solamente no produjo ningún efecto hacia el mundo de la Concertación o al de la Democracia Cristiana, sino que terminó siendo un factor problemático para el propio gobierno No se le podía pedir a Ravinet, que había sido ministro de Defensa en el pasado, que modificara el tipo de relación del mundo civil con las FF.AA.; ni que una persona como él, soportara el tipo de trato que el presidente acostumbra a dar a sus ministros, a su equipo cercano, que es bastante semejante al que él le da a sus ejecutivos. Ravinet es Ravinet y un trato de ese tipo, lo debe juzgar denigratorio. Para rematarla, él precipita esta crisis de gabinete de un modo también completamente inusual.

¿Presentando la renuncia al ministro del Interior?

-Claro. Eso no tiene precedentes. Todos sabemos que un ministro, cuando dice que quiere irse, deja que el presidente defina la oportunidad y yo he conocido ministros que han tenido que aguantar dos años. Esa es la tradición, siempre ha sido así, incluso con Pinochet. Además, ocurre lo de Ravinet en medio de otra situación que tampoco tiene precedentes: la de una región entera tomada por su propia población, y donde se manda a un subsecretario para parlamentar y se pide a la Iglesia que actúe como intermediario. El principio de autoridad salió bastante maltratado, para decir lo menos....


-Pero el presidente da un golpe de timón y cambia la estrategia a tiempo.

-Es algo que corresponde bien a su carácter. Dio un golpe de timón brutal, metiendo al gabinete a dos políticos a quienes él conoce muy bien y que también lo conocen muy bien a él y que no se van a obnubilar ni por sus travesuras, ni por su inteligencia, ni por su capacidad de trabajo, ni por su sentido del humor; que no van a dejar pasar ninguna forma de maltrato, que son autónomos porque disponen de un capital político propio y que entran como pares, no como subalternos.


-Ello demuestra capacidad y manejo de escenarios

-Demuestra algo que yo admiro mucho del presidente Piñera: su capacidad de autocontrol. Así como cuando desde niño fue capaz de controlar sus tic, él ha sido aquí también capaz de controlar sus impulsos, a los que dio rienda suelta al inicio de su gobierno, cuando eligió rodearse de ejecutivos y no de pares, sobre todo políticos. Pero cuando vio que eso no funcionaba, cambió el diseño.


-Y ¿por qué no le funcionaba?

-Porque no ha logrado construir un nivel de popularidad que le permita imponerse por sobre los políticos. El se hubiera mantenido tal cual, o habría hecho otro tipo de ajustes, pero como vio que no tiene los recursos para hacer frente a la fronda política, se desprende del diseño original y recurre a estos dos acorazados, Allamand y Matthei, con lo cual rediseña la estructura de poder del gabinete.


-¿Como vislumbras el desempeño de estos nuevos ministros?

-Creo que van a tomar una preeminencia muy grande, van a cambiar incluso, la agenda de gobierno. Ya Allamand lo está haciendo estupendamente bien en Defensa. ¡Por Dios que hacía falta tener allí a un ministro con agallas! Y Matthei no entra al Ministerio del Trabajo a hacer mejoras en eficiencia: va a emprender reformas que van a hacer crujir al sistema. No olvidemos, además que Allamand fue muy valiente al escribir un libro donde señaló que el gobierno no lo había ganado Piñera, sino la centroderecha, la UDI y RN, él mismo y una serie de héroes anónimos a los cuales les hace un homenaje. Al incorporarlo, Piñera sabe lo que está haciendo: una reestructuración de las relaciones de poder.


-Y ¿dónde queda la representación de los partidos de la Alianza?

-Creo que la gran damnificada es la UDI. El presidente no quiso nombrar a Longueira ni a Chadwick en el gabinete, porque eso ya habría sido, no sólo incorporar a socios o pares, sino quedar como accionista minoritario. Creo que la UDI no se siente representada por Evelyn Matthei, convirtiéndose en un partido muy desafectado del gobierno y del presidente.

-¿Cuán acertado es juntar tanto presidenciable en el gabinete?

-Llama la atención que los dos diarios principales tendrán buenas fuentes, me imagino- hayan coincidido en que ésta es una estrategia de Piñera para controlar desde dentro la situación. Lo considero demencial porque significaría que el presidente ya tiene puesta su cabeza en la siguiente carrera, ganar el 2013, lo que implicaría que va a empezar a manejar el gobierno con este criterio y en función de este objetivo. Si es así, creo que las aspiraciones que toda la ciudadanía tiene, de que este gobierno emprenda las reformas que la Concertación no pudo hacer por su tipo de apoyo histórico y por su cultura, se van a ver frustradas.


-Mencionas a la Concertación. ¿Crees que sobrevivirá?

-Sobrevivió a la prueba más difícil que era pasar a la oposición sin desgarro, y lo hizo. No se ha dividido hasta ahora y ha logrado armarse en el Parlamento, ser ruda cuando tiene que ser ruda y cordial y abierta cuando tiene que serlo. En el campo legislativo ha obtenido triunfos históricos.


-¿Cómo por ejemplo?

-Si el gobierno ha abierto tímidamente la puerta, la Concertación ha logrado abrir las dos puertas de par en par, profundizando y ampliando una legislación tibia. Es lo que te dice cualquier parlamentario de derecha: Aquí estamos dando la hora. El gobierno llega con una propuesta que no nos gusta, negocia con la Concertación y lo que ya no nos gustaba, nos termina siendo vomitivo, pero tengo que votar a favor por ser leal". Ellos están viviendo el mismo síndrome que vivían los parlamentarios más pasados para la punta de la Concertación, pero en forma aún más extrema. Han tenido que votar el royalty, el aumento de impuestos, cuestiones ambientales, la ley de educación que alguien dijo que les salió cara


-¿Tiene algún futuro tal como está?

-La idea de hacer de la Concertación una suerte de macro partido, con una identidad propia, superior a la suma de sus partes, fracasó. Ese era el proyecto MAPU para ponerle título. Fracasó y sobre todo fue hundido por Camilo Escalona y Adolfo Zaldívar, que se unieron para hacer abortar cualquier intención de crear un ente que pudiera tener preeminencia por sobre los partidos. Eso murió y ahora ha pasado a ser una coalición mucho más pragmática, que tiene algunos elementos muy básicos en común: una mayor confianza en el Estado, una veta más colectivista, una suerte de sensibilidad particular por los más vulnerables.


-Pero que no le permitió ganar

-Junta y juntaba dos tercios, porque la verdad de las cosas es que el triunfo de Sebastián Piñera fue un accidente que coincidió con dos cosas: que la derecha presentó a un candidato demócrata cristiano y que el demócrata cristiano que presenta la Concertación, a los ojos de los votantes, tenía una fecha de vencimiento.


-Y, ¿qué los une ahora, cuando la lucha contra Pinochet, perdió toda vigencia? Porque está claro que no hay una doctrina común entre la DC y el mundo progresista al interior de la Concertación

-Es cierto que no la tienen, pero ¿acaso la Alianza la tiene? Lo que los une es al igual que a toda coalición política- la conquista del poder. Estamos viviendo una política muy desideologizada, donde los elementos doctrinales son muy elementales y donde las dimensiones que tienen que ver con los llamados temas morales, en buena hora se han emancipado de la política y están en otra esfera. Si no me creen, vean la propuesta de Matthei sobre el aborto terapéutico.


-¿Ves alguna posibilidad que retorne el poder a sus manos?

-Creo que en el mundo de la Concertación se han reabierto las esperanzas de ganar en 2013. Nadie en la Concertación se imaginó que este gobierno que partió tan bien, con tantas ínfulas, que ha tenido circunstancias que si bien fueron dramáticas, desde el punto de vista de construir un liderazgo y un relato eran óptimas, esté hoy en las condiciones en que está. La promesa de que aquí se iba a producir como un salto en eficiencia, en productividad, en dinamismo, se ha venido desvaneciendo con muchísima rapidez. Esto le ha devuelto el alma al cuerpo a la Concertación.


-¿Y dónde están sus líderes?

-La Concertación cuenta con un elenco de expertos en políticas públicas que también tienen un grado de experiencia política más voluminoso que la Alianza.


-Te hablo de liderazgos, no equipos

-Hay que tener mucho cuidado con escupir al cielo cuando se dice que la Concertación no tiene ningún líder. Tiene a la persona más popular de Chile que es la presidenta Bachelet, totalmente vigente. Ella es una reserva moral, lo que no significa que quiera ser candidata o pueda exigírsele. Y en la Alianza, ¿quién? ¿Hinzpeter?

-En nivel de popularidad, Golborne

-Sí, es cierto, aunque creo que la derecha debería ir con un candidato más probado, seguro, una persona como Joaquín Lavín, que además lo está haciendo estupendamente. Además, es el turno de la UDI y la UDI va a exigir su turno.

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