El trabajo pareciera seguir siendo un espacio donde no solo se ejerce una profesión u oficio -que implica desarrollar habilidades y una carrera en el tiempo-, sino que además donde se cultivan relaciones personales, en algunos casos estrechas. De hecho, una encuesta realizada por Randstad constató que un 80% de quienes están ocupados en Chile reconoció haber encontrado amigos en el ámbito laboral.
Una tendencia que tiene eco en la experiencia detectada en Argentina y Uruguay, que completaron el cuadro de la investigación que involucró a más de 4 mil trabajadores.
El 84% de los uruguayos consultados y el 81% de los argentinos también señalaron haber forjado ese tipo de relaciones.
Todos estos porcentajes son coherentes con el hecho de que un 73% de los chilenos dijo creer firmemente que es posible establecer lazos en las empresas en las que se desempeñan, una percepción compartida por el 79% de los argentinos y el 80% de los uruguayos.
Esta es una práctica que, por lo demás, sería fomentada por las empresas. Un 43% de los consultados afirmó que su empleador promueve activamente los lazos de amistad entre colegas. Esta cifra, de todas maneras, se ubica por debajo del 56% reportado por los trabajadores en Argentina y del 55% en Uruguay.
Para la CEO de Randstad para Argentina, Chile y Uruguay, Andrea Ávila, las organizaciones que favorecen la creación de lazos sólidos entre sus trabajadores, más allá de lo estrictamente laboral, logran mejorar su productividad y el rendimiento organizacional. “Así, el clima laboral se convierte en un factor clave para el desarrollo y crecimiento de cualquier organización por su impacto directo en el compromiso y sentido de pertenencia de los trabajadores”, dijo.
Las instancias
Con relación al fomento activo de actividades de socialización y recreación fuera de las empresas, Chile se posicionó como el país con mayor apoyo a estas actividades.
El 44% de los trabajadores chilenos afirmó que su empleador realiza frecuentemente actividades de relacionamiento, como after office o encuentros de esparcimiento. Este porcentaje contrasta con Argentina, donde solo el 36% lo asegura, y con Uruguay, donde la cifra es aún menor (33%).
Una práctica que también se replica al interior de las organizaciones, aunque al parecer en una menor magnitud. Al consultar si en las propias empresas se festejan, por ejemplo, los cumpleaños de algún modo especial, un 29% de los trabajadores locales respondió positivamente. Un número bastante más alto que el de Uruguay (19%), y de Argentina (17%).
Sobre la participación de jefes, directores y gerentes de las compañías en las actividades sociales de la empresa, el sondeo mostró que su presencia es ocasional: la mayoría indicó que participan únicamente en instancias especiales, como las fiestas de fin de año, una realidad que compartió el 51% de los chilenos, el 49% de los argentinos y el 49% de los uruguayos.
“Pequeños gestos como festejar un cumpleaños o compartir un encuentro fuera de la oficina pueden marcar una gran diferencia en el día a día de los colaboradores. Las empresas que entienden el valor de estas instancias fortalecen la cohesión de sus equipos y construyen culturas laborales más humanas y atractivas para el talento”, sostuvo Ávila.
“Extensión de la cultura”
Un tema que se ha vuelto recurrente escuchar a raíz de la entrada en vigencia de la Ley Karin, es que esta normativa podría afectar las instancias de recreación o socialización al interior de las empresas, por temor a que se den situaciones de acoso.
Sin embargo, Ávila es tajante. “La clave es entender que una instancia de interacción como un after office o una fiesta de fin de año no son una pausa de la cultura laboral, sino una extensión de ella. Si la cultura diaria es de respeto, seguridad psicológica y confianza, los espacios de interacción también lo serán”, expresó.
Para lograrlo, agregó, el trabajo debe hacerse mucho antes del evento. “Primero, la empresa debe tener políticas claras y comunicadas contra el acoso, con protocolos de investigación robustos que garanticen imparcialidad. Segundo, la capacitación y sensibilización continua son innegociables. Todos, desde el liderazgo hasta los nuevos ingresos, deben entender qué es el acoso, cuáles son los límites y cómo actuar”, expuso.
Un tema en el que el rol del liderazgo es crucial. Para Ávila, los líderes deben ser los primeros en modelar el comportamiento esperado, participando activamente, pero siempre reforzando que las normas de respeto profesional sigan vigentes: “La mejor forma de evitar que estas instancias se conviertan en espacios de acoso es construir una cultura donde el acoso simplemente no tenga cabida. La Ley Karin nos da el marco, pero es la convicción de la organización la que le da vida”.