Por ángela Chávez Molina
El tercer lugar obtenido por Claudio Orrego en las primarias presidenciales de la oposición -el pasado 30 de junio- no sólo sería el corolario de la caída que viene registrando la Democracia Cristiana (DC) desde hace un par de años, sino que también parece haberse transformado en el remezón que necesitaba la clase dirigente de la colectividad para tomar cartas en el asunto e intentar revertir el mal momento por el que atraviesan.
De ahí que la idea propuesta por la mesa de realizar un VI Congreso Ideológico en 2014, a fin de revisar varias de las definiciones valóricas y programáticas que guían el devenir del partido haya recibido un contundente respaldo de la Junta Nacional que se reunió el pasado sábado en las dependencias del Congreso Nacional en Valparaíso.
Y es que al interior de la colectividad -tanto oficialistas como los llamados díscolos- nadie desconoce que el partido que fue “vanguardia” en la década de los ‘50, enfrenta el desafío de subsistir y sobresalir en tiempos complejos que no sólo implican hacerse cargo y asumir las demandas de una sociedad cada vez más empoderada y exigente, sino que convivir en una coalición de “seis partidos y la DC”, como es la Nueva Mayoría.
Unificar principios
sin perder identidad
El punto es que aún cuando nadie tendría la fórmula exacta para sortear los tiempos que se le vienen a la tienda de la flecha roja, lo cierto es que existiría un diagnóstico común respecto a la necesidad de “conciliar continuidad y cambio”, así como jugar un rol trascendente en un país donde los desafíos político-económico y sociales no se podrían abordar con los paradigmas de siempre, entendiéndose por ello la clásica división entre conservadores y liberales, y donde las definiciones valóricas son temas pendientes.
De hecho es la discusión en torno a los temas valóricos y que van más allá de las disquisiciones respecto al matrimonio igualitario, aborto o minorías étnicas, donde se evidencian las principales diferencias internas que subsisten al interior del partido y, por tanto, sería uno de los principales desafíos a superar y así terminar con quienes advierten que mientras “las bases son de izquierda, los dirigentes son de derecha”.
“Somos parte del descontento que existe frente a temas como el de las AFP y apoyamos la idea de poner fin a las Isapres como planteó Orrego, en su campaña, pero no nos sentimos interpretados por algunos de sus valores”, afirma un dirigente de base, que también admite que la nominación de los economistas “liberales” José De Gregorio y René Cortázar en el comando de la candidata presidencial, no los representa y así lo plantearon en la Junta.
De ahí que las esperanzas estén cifradas en el demandado próximo Congreso Ideológico.
En lo inmediato, el presidente de la colectividad, senador Ignacio Walker, destaca que “la DC es un partido nacional y popular que nació para luchar por la justicia social y que quiere construir un nuevo humanismo cristiano para el siglo XXI en favor de las reformas estructurales que permitan avanzar en una agenda social que termine con las desigualdades y los abusos y que ponga en el centro de las políticas públicas al ser humano”.
En ese sentido, el líder de la falange defiende la idea que la DC es un partido de centro-izquierda y anuncia que pondrán todos sus esfuerzos en la conformación de la Nueva Mayoría, sin temor a perder su identidad pues ésta -agrega- “se realiza en la construcción de espacios comunes con otros, que permitan recoger la diversidad de quienes concurran” tal como fue la Concertación en los últimos 20 años.
En un tono similar, desde la disidencia, el diputado Aldo Cornejo junto con reconocer que la DC debe redefinir el rol que jugará en los próximos años -por lo que el VI Congreso Ideológico será una instancia de reflexión importante-, afirma que el partido “no debe convertirse en un muro de contención ante las legítimas demandas no sólo del mundo estudiantil, sino que más bien ser un cauce a través del cual se canalicen estas peticiones y darles viabilidad política”.
Desde esa perspectiva el diputado y también miembro de la mesa, Fuad Chahín, asegura que más que nunca es fundamental el rol que jugará el partido en la conformación de la Nueva Mayoría, incluidos los eventuales doblajes parlamentarios, pues “la falange da garantía que los cambios se podrán hacer en un marco institucional y de gobernabilidad”.
La propuesta
En medio de estas definiciones el cientista político de la UDP y quien a petición del mismo partido analizó el resultado de las primarias, Mauricio Morales, le dijo a la Junta que “hoy la marca PDC está debilitada y se asocia a vejez, malas prácticas y falta de renovación”, por lo que los llamó a dar un golpe de timón que no consistiría en elaborar un congreso ideológico, sino que uno “estratégico”. “La falla central del PDC está en cómo aproximarse a los electores que en su gran mayoría son moderados”, sostuvo el cientista. Está por verse si sus ideas son recogidas.