El difícil año que tiene por delante el gobierno de Cristina Fernández

Con las elecciones parlamentarias ya fuera del camino, la autoridad tendrá cierto margen para ajustar la política económica.

Por: | Publicado: Martes 7 de enero de 2014 a las 05:00 hrs.
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El 2013 fue otro año complejo para el gobierno de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner. Sufrió una dura derrota en las elecciones de octubre, pese al enorme estímulo fiscal destinado a apoyar el gasto de los consumidores. También registró una fuerte caída en las reservas internacionales a medida que la demanda por dólares se mantiene imparable ante la creciente especulación sobre la devaluación del peso y a pesar de los controles cambiarios cada vez más rígidos.

Pero 2014 podría resultar aún más complicado. Ahora tiene que revertir su estímulo fiscal y monetario sin precedentes y tratar de contener la inflación, evitar que las reservas caigan a peligrosos nuevos mínimos e impedir que el país caiga en una nueva crisis de divisas. A fines de 2013 hubo algunas señales de que el gobierno comprende la magnitud de los problemas y está dispuesto a cambiar la dirección en algunas áreas. Pero aún hay muchas cosas pendientes. La siguiente es una lista de los desafíos para el gobierno este año.



Elecciones presidenciales


En las elecciones parlamentarias de octubre, Fernández no consiguió la mayoría de dos tercios que necesitaba para reformar la constitución para volver a postularse en octubre de 2015. Con sus esperanzas de un nuevo período perdidas, la atención se ha enfocado en el nombre de quien la sucederá. En el sistema político clientelista de Argentina, donde las lealtades son notoriamente frágiles, la presidenta con seguridad verá su apoyo disminuir tanto fuera como dentro del congreso en 2014. Esto no significa que Fernández se transformará en un “pato cojo”. Debido al sistema político altamente centralizado de Argentina, donde el Ejecutivo tiene el poder para gobernar por decreto en muchas áreas, la mandataria aún podría lograr sacar adelante su agenda. Pero sus detractores se oirán con más fuerza, las tensiones políticas aumentarán y el potencial para el descontento social será alto. Esto quedó en evidencia en diciembre, cuando se registró una ola de saqueos aprovechando una huelga de la policía en reclamo de mayores salarios ante la rampante inflación. Los trabajadores en otros sectores seguramente seguirán su ejemplo. Esto pondrá al gobierno en una compleja posición. Si no cede a las demandas, podría afrontar demandas desestabilizadoras; pero si lo hace, las mayores distorsiones económicas podrían desembocar en una crisis.



El peso y las reservas


Con las elecciones parlamentarias ya fuera del camino, el gobierno tendrá cierto margen para ajustar la política económica, y con la posición de reservas luciendo cada vez más precaria, no tendrá mucha más opción que actuar. Hasta la fecha, las políticas económicas del gobierno de Fernández han provocado distorsiones económicas que en último término han elevado los riesgos de una fuerte devaluación del peso y una crisis de la balanza de pagos. En medio de una persistente caída de las reservas en el último año y, tras los malos resultados de las elecciones de octubre, hay señales de que el gobierno reconoce la necesidad de hacer cambios a la política económica. Sobre esta base, asumimos como probable un moderado endurecimiento de las expansivas políticas fiscal y monetaria (que han ejercido presión alcista sobre la inflación y los salarios, erosionado la competitividad cambiaria y del mercado laboral, e impactado la cuenta corriente). La eliminación de los controles cambiarios y a las importaciones sigue siendo improbable en el corto plazo, pese al hecho de que los controles han demostrado ser inútiles. Sin embargo, en medio de la caída de las reservas, esperamos una depreciación nominal este año de cerca de 25%. Tomará bastante tiempo para que una depreciación más rápida de la moneda comience a revertir la apreciación real acumulada de 45% en los últimos cinco años. En estas circunstancias, una fuerte producción de soya seguirá siendo crucial para aliviar las presiones para una devaluación aún mayor. Incluso bajo nuestro escenario base más benigno, la inflación sólo será controlada de manera muy gradual, de modo que las presiones devaluatorias persistirán, pese a los controles. En este contexto creemos que existe un considerable riesgo de devaluación del peso en 2014, aunque probablemente las autoridades retrasen la medida hasta 2015.



Imagen internacional


El gobierno de Fernández ha buscado solucionar en las últimas semanas varias disputas internacionales, con la intención de atraer la muy necesaria inversión extranjera directa (IED) y asegurar un renovado acceso al vital financiamiento internacional. El gobierno , por ejemplo, finalmente llegó a un acuerdo preliminar con la petrolera española Repsol para compensarla por la expropiación de su participación en la argentina YPF en 2012. Tras demorar el paso durante años, la autoridad finalmente anunció compensaciones en una serie de reclamos presentados ante el tribunal de controversias del Banco Mundial, en un intento por recuperar acceso a la ayuda de la entidad. También podría hacer mayores esfuerzos por recomponer los lazos con el FMI y corregir en 2014 sus datos de inflación para evitar las sanciones del organismo.



¿Default o acuerdo?


Pero el regreso del gobierno a los mercados internacionales de capital está fuera de la agenda mientras los “holdouts” (los acreedores que no participaron en los canjes de deuda de 2005 o 2010) sigan ahí. El fallo de un tribunal en EEUU, que ahora está en apelación, podría pronto dejar a Argentina con la desagradable disyuntiva de pagar a los holdout o caer en un default técnico.

Esto no tendría un impacto directo sobre la emisión soberana —que ya no tiene acceso al financiamiento internacional— pero sí complicaría el financiamiento del comercio, con efectos de contagio para la economía.

El riesgo de default técnico podría ayudar a generar un acuerdo negociado entre el gobierno y los holdouts. Los tenedores de bonos que participaron en las reestructuraciones de 2005 y 2010 han comenzado a ceder ante la presión y ahora parecen más dispuestos a permitir que se extienda parte de sus ganancias de intereses a los holdouts para evitar un desenlace que podría derrumbar el precio de los bonos bajo su propiedad. Pero persisten los obstáculos y no hemos cambiado nuestro pronóstico que excluye cualquier clase de emisión internacional de bonos en el corto plazo. Sin embargo, la posibilidad de que el gobierno busque un acuerdo en 2014 parece estar aumentando, con implicancias potenciales positivas para las finanzas públicas (y para el acceso de las empresas al financiamiento extranjero) hacia fines de la administración de Fernández, y para cualquier gobierno que la suceda a fines de 2015.



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