La industria de aviones supersónicos privados está lista para despegar
La firma estadounidense Aerion está liderando el negocio, pero altos costos y límites de velocidad le juegan en contra.
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Por Constanza Morales H.
A fines de 2003, el sueño de los aviones que superan la velocidad del sonido parecía desvanecerse. Después de más de 27 años, la aeronave supersónica Concorde decía adiós a los cielos.
La prohibición de los vuelos civiles supersónicos sobre tierra en Estados Unidos y otros países ha desincentivado el desarrollo de modelos ultrarrápidos por parte de los fabricantes de naves comerciales.
Sin embargo, existe un poco más de libertad en la industria de aviación privada. De hecho, existen al menos dos firmas que están trabajando en estos jets.
Aerion, compañía propiedad del multimillonario Robert Bass, está liderando el impulso por esta industria. El empresario, que ha invertido más de US$ 100 millones en la firma, apuesta a que otros multimillonarios estarán dispuesto a desembolsar más de US$ 100 millones por un avión que los llevará desde Londres a Nueva York en menos de cuatro horas (actualmente toma cerca de siete horas y media).
“Existe una gran demanda por un avión muy rápido”, comentó a Bloomberg Doug Nichols, director ejecutivo de Aerion y ex alto ejecutivo de Boeing. “Algo que pueda comprimir el tiempo va a encontrar una tremenda recepción”, añadió y detalló que ya han recibido 50 cartas de intención de compras.
Según la consultora Rolland Vincent Associates, este mercado podría llegar a superar los 600 jets supersónicos privados en las próximas dos décadas.
Spike Aerospace también está desarrollando estas aeronaves. La firma espera que su modelo S-512 esté listo en 2018.
Limitaciones
Pese al potencial que tiene esta industria, existen diversos obstáculos para que estos aviones sean una realidad. En primer lugar, está el factor económico. Un jet supersónico no sólo tendrá un valor más alto (sus más de US$ 100 millones se comparan con los US$ 60 millones que cuesta el Bombardier Global 6000, el mejor de su categoría actual), sino que también tendrá mayores costos operacionales ya que sus motores consumen más combustible. “El propósito de un jet de negocios es privacidad y, sí, ahorrar tiempo, pero eso se ve contrarrestado por el costo”, aseguró Patrick Margetson-Rushmore, director ejecutivo de London Executive Aviation, una empresa de arriendo de jets. “Es una historia falsa que el dinero no es foco de interés”.
En segundo lugar, está el estruendo sónico. Cuando un avión vuela más rápido que la velocidad del sonido –1.200 kilómetros por hora–, crea continuas olas de choque que se asemejan a un trueno. Boeing y Lockheed Martin están trabajando con la NASA para amortiguar el estruendo, pero estos diseños no operarán antes de 2025.
En tercer lugar, Phil Seymour, presidente del grupo de investigación International Bureau of Aviation, destacó en una nota de Financial Times que el límite de velocidad sobre tierra sigue vigente.
Por último, Aerion no ha podido encontrar un socio que fabrique estos jets.
“Con todo, dudo que el proyecto sea viable financieramente. No habría pensado que más de 50 serían vendidos”, remató Seymour.