Los resultados anuales reportados ayer por Toyota dejaron en evidencia que la japonesa perdió el trono de la automotriz con mayores ventas en el mundo. El título pertenece ahora, por primera vez, a Volkswagen que entre enero y diciembre de 2016, alcanzó una cifra récord de 10,3 millones de vehículos comercializados a nivel global, frente a los 10,2 millones anotados por Toyota y sus filiales Hino Motors y Daihatsu.
Las ventas de la alemana resistieron el escándalo generado por la manipulación de sus motores diésel para afectar el resultado de las pruebas de emisiones. En China, donde la empresa vende muy pocos vehículos diésel, las unidades comercializadas crecieron 12,2% entre 2015 y 2016, y superaron a las de Europa, que se expandieron 4%, más lento que la industria en general. En EEUU, Rusia y Sudamérica, las ventas se contrajeron.
“Si Europa y China se mantienen sólidos y EEUU se debilita, como espero, Volkswagen puede mantenerse primero en 2017, porque Toyota tiene más exposición a América del Norte”, dijo a Bloomberg la analista del Commerzbank Sascha Gommel.
En la misma línea, el analista de Carnorama en Tokio, Ken Miyao, señaló que “Trump es un riesgo más grande para Toyota que para Volkswagen” pues la japonesa “ha hecho una inversión para construir una nueva planta en México”.
Lucha de gigantes
El bajo crecimiento de las ventas de Toyota (de 0,2% anual en comparación con el 3,8% de Volkswagen) se explica por un mal desempeño en EEUU y China. En el primero, su Camry sedan no ha logrado sortear los efectos de la crisis; en el segundo, la japonesa ha crecido por detrás de la industria en general.
Volkswagen, en tanto, enfrenta sus propios desafíos, entre ellos un aumento en los impuestos a vehículos menores que podría afectar sus envíos a China. En Europa, su desempeño depende de los modelos Golf y Passat, cuyos segmentos de mercado comienzan a reducirse a medida que los clientes dan preferencia a las SUV.
