Europa necesita volver a crecer, pero cómo

En las últimas semanas ha habido un cambio de estrategia frente a la crisis, con el foco en el crecimiento, pero no existe consenso sobre las medidas necesarias.

Por: | Publicado: Viernes 27 de abril de 2012 a las 05:00 hrs.
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Basta escuchar la retórica para darse cuenta de que la marea se está alejando de la campaña liderada por Alemania para que Europa solucione sus problemas de deuda a través de la austeridad fiscal. La canciller alemana Angela Merkel respaldó los recientes comentarios del Banco Central Europeo (BCE) de que las medidas de austeridad debían estar balanceadas con políticas de crecimiento; el gobierno holandés, famoso por su prudencia, colapsó tras no lograr un acuerdo para los recortes del gasto; España reconoció que no podrá cumplir sus metas de gasto para este año y pidió políticas de crecimiento para romper la ola de recortes ; y el líder en las elecciones presidenciales de Francia se niega a ratificar el compacto fiscal de la UE hasta que incluya un reconocimiento a la necesidad de impulsar el crecimiento. De hecho, existe poca substancia detrás de este aparente cambio de actitud. Los líderes de la zona euro aún no se ponen de acuerdo sobre el tipo de política de crecimiento que deben seguir. Y pocos creen que la región pueda escapar de una persistente recesión en el corto plazo.

“Hemos tenido un compacto fiscal”, dijo el presidente del BCE, Mario Draghi, al parlamento europeo el miércoles. “Lo que está más presente en mi mente en estos momentos es tener un compacto de crecimiento”. A medida que surgen protestas por todas partes, desde Grecia hasta España, Merkel fue rápida en hacerse eco del reconocimiento del banco central sobre un creciente ánimo anti austeridad. “Tenemos que crecer,” dijo Merkel en una reunión de su partido, aunque fue cuidadosa de no renunciar a su insistencia sobre la prudencia fiscal.

Al igual que las protestas, el cambio de retórica fue gatillado por la creciente evidencia de que los problemas económicos de la euro zona no se van a solucionar pronto. El PIB cayó 0,3% en el cuarto trimestre, y Economist Intelligence Unit espera que caiga en una magnitud similar en el primer trimestre de este año y que siga retrocediendo durante todo el resto de 2012. Recientes encuestas entre las empresas han revelado que el ánimo está deteriorándose, desde las manufacturas en Alemana hasta el gran sector de servicios en Francia. Y se está haciendo cada vez más difícil seguir defendiendo una estrategia que se concentra casi exclusivamente en los recortes.

A nivel nacional, el tema se está volviendo más polémico. Francois Hollande, el candidato socialista que podría convertirse en el próximo presidente de Francia, ha reiterado sus llamados para que el compacto fiscal, que regula los niveles de déficit y deuda, sea ampliado para incluir una cláusula que promueva el crecimiento. “¿Austeridad presupuestaria? Sí. ¿Austeridad de vida? No”, dijo, aunque también ha tenido cuidado de sonar más conciliador con Alemania. También ha pedido que se amplíen las responsabilidades del BCE para que incluya la promoción del crecimiento, al igual que la contención de la inflación. Esta ha sido una demanda de los gobiernos franceses desde los ‘80 , que Hollande reconoce es difícil que se vaya a cumplir.



Descontento público


Contener una ola de descontento público por el compacto fiscal es una de las razones por las cuales el banco central de Alemana está usando un lenguaje más conciliador, abriendo la puerta (aparentemente) a un compromiso en el caso de que Hollande resulte elegido. Pero el rechazo popular a la austeridad también se está volviendo preocupante. Está generando apoyo para partidos más radicales como el ultra derechista Frente Nacional en Francia, que resultó tercero en la primera ronda de las elecciones la semana pasada sobre una plataforma anti Bruselas. Y eso está generando inestabilidad en los gobiernos en toda la UE: otro partido de ultra derecha provocó el colapso del gobierno holandés esta semana al rehusarse a aceptar los recortes de gasto necesarios para cumplir la metas fiscales de la UE. Holanda ahora parece encaminada a incumplir la meta, amenazando con unirse a países como España que ya han admitido que van a exceder el límite de gasto este año (y probablemente el próximo también).

Así que la presión política por un cambio de curso está aumentando en toda Europa. Pero si uno escarba bajo la superficie podrá ver que la retórica pro crecimiento que llega desde Alemania sigue estando vacía. Ciertamente, no existe consenso en el resto de Europa sobre lo que se debe hacer. El BCE en Frankfurt y Merkel están firmes en que las metas fiscales deben ser cumplidas, y Draghi mantuvo que cualquier medida de crecimiento en ningún caso debe usar dinero del presupuesto estatal. De hecho, la idea de la pareja sobre medidas de crecimiento parece ir apenas un poco más allá que sus anteriores peticiones por reformas estructurales en la región, y especialmente una desregulación del mercado laboral (al estilo alemán). Hollande, en cambio, ha hablado de elevar la inversión en infraestructura, sin mencionar la contratación de más profesores. El consenso parece más lejano que nunca.

Todo esto sugiere que se está gestando una nueva confrontación en la UE. Países como España se están haciendo eco de los llamados de Hollande por un enfoque más amplio para reducir la deuda, lo que podría provocar pugnas sobre el lenguaje en la redacción del compacto fiscal, aunque Hollande está muy lejos de amenazar con cambios en la substancia del actual acuerdo. De igual modo, Bruselas anuncia con fanfarrias un relajamiento del ritmo de la austeridad, aunque en realidad tan sólo estaría reconociendo que en la práctica, países como Holanda, España e Italia simplemente no tienen esperanzas de cumplir sus metas. Los llamados por una mayor inversión en infraestructura podrían financiarse (en el papel al menos) desviando subsidios existentes hacia países como Grecia, desde Europa del este, como se viene discutiendo desde hace tiempo en Bruselas.

Pero más allá del surgimiento de la retórica y los gestos políticos no existen verdaderas señales de que Bruselas tenga ninguna idea nueva sobre cómo abordar el peor problema: la euro zona no está creciendo, y no va a comenzar a hacerlo en mucho tiempo más.

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