El impacto de la crisis
económica y el desplome del precio del cobre tienen a los grandes
consumidores eléctricos entre la espada y la pared, pues si hasta hace
algunos meses reducir este costo era importante, en estos momentos se
ha vuelto crucial, fundamentalmente para las mineras.
Para
lograr este objetivo, tal como lo hicieron en plena crisis asiática,
cuando la libra del metal rojo se hundió hasta los US$ 0,70, estos
grandes consumidores acudieron nuevamente a las generadoras para
renegociar las condiciones de sus contratos de abastecimiento.
Si
bien la electricidad es un factor gravitante en la estructura de costos
de las empresas, en general, eléctricas y clientes coinciden en que
reducir el total de la factura eléctrica es vital para que la urgente
reducción de gastos sea realmente efectiva en la minería. En efecto, el
alza de los precios de la energía convirtió a este factor en el más
crítico del negocio, tal como hace unos meses lo ratificó el presidente
de Metales Base de BHP Billiton, Diego Hernández. También lo demuestran
los informes de la estatal Codelco que, en 2007, destinó más de US$ 700
millones para cubrir el citado ítem.
“En el ámbito del
suministro, para las mineras pasa a ser relevante revisar el conjunto
de sus contratos para definir en qué medida éstos permiten que estos
clientes se favorezcan de la rebaja de costos de abastecimiento”,
indicó un alto ejecutivo de una generadora que opera en el Sistema
Interconectado del Norte Grande (SING).
En otra eléctrica
admitieron que “los clientes libres más pequeños ya se acercaron a
renegociar y también están llegando las grandes mineras con las que
tenemos contratos”.
Es en el Norte Grande, donde la minería es
responsable del 90% del consumo eléctrico, donde las gestiones son más
intensas y así lo reconocen en esta industria.
Indexados al gas argentino
Los
esfuerzos de los clientes libres pasan por tratar de cambiar las
cláusulas de indexación de sus contratos, las cuales en muchos casos
están asociadas a la variación del costo marginal, que refleja la
operación de la unidad más cara que despacha en un momento determinado
y que en el SING corresponde a unidades ineficientes que usan diésel.
Contrario
a lo que se creía, las tarifas de los clientes libres que están en esta
situación no han reflejado la caída del petróleo, pese a que -de
acuerdo con datos de Electroconsultores- en noviembre el costo marginal
promedió US$ 162,7 por MWh, valor que representa una caída de 10%
comparada con la media de octubre.
“En el SING los contratos
están recogiendo el efecto de hace dos meses, cuando el precio del
petróleo estaba alto, porque la información no está en línea y las
fórmulas de precio para la facturación están diferidas dos o tres
meses, lo que es algo usual en el sector”, explicó el director
ejecutivo de la consultora, Francisco Aguirre.
Para otras
empresas la situación aún es más compleja, ya que pese a que hace años
que el gas natural argentino no está disponible en esta zona y por
tanto no se utiliza para generar, en el SING aún existen varios
contratos libres que están indexados al hidrocarburo que hoy vale hasta
10 veces más (más de
US$ 15 por millón de BTU) que cuando se fijó
esa fórmula. Esto último, a causa del efecto del impuesto a las
exportaciones que fijó el gobierno trasandino.
“Se mantiene la
inquietud de las compañías y para muchas de ellas, especialmente las
mineras, se ha vuelto un tema complicado, porque hay algunos contratos
que tienen fórmulas que no les permiten beneficiarse de la rebaja de
costos y en esos casos esas mineras tendrán que a conversar con sus
proveedores”, dijo un ejecutivo eléctrico.
Mientras la demanda
eléctrica registra un crecimiento cero producto de la crisis, Aguirre
indica que la fórmula ideal sería que los contratos reflejen el costo
real de producir la energía y no lo que él define como “un beneficio de
oportunidad”.