Economía

A un mes de negociación clave, británicos están empatados entre permanecer o abandonar la UE

Tras años advirtiendo con realizar un referéndum sobre la membresía, 2016 puede ser el año que cambie definitivamente la relación con Europa.

Por: Ainhoa Murga | Publicado: Lunes 4 de enero de 2016 a las 04:00 hrs.
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Tras ganar en los comicios generales de mayo, el gobierno conservador liderado por David Cameron ha activado su promesa de realizar un referéndum sobre la permanencia de Reino Unido en la Unión Europea, conocido como Brexit, antes de que finalice 2017. Aunque no es un tema nuevo (Cameron lleva desde 2013 advirtiendo o amenazando con este referéndum), las probabilidades de que la votación se celebre este año se han elevado y tanto en el país como en el resto de Europa se preparan ya para el revuelo y las consecuencias que su preparación conllevará.

Con la opinión de los ciudadanos británicos empatada entre quienes prefieren quedarse en la UE y los que ven mejor abandonar el club (en 41% según el último sondeo de YouGov), y el sector privado manteniendo una discreta postura ante los recientes acontecimientos, Reino Unido da la bienvenida a un año que podría cambiar definitivamente su relación con el continente.

Las negociaciones

La carta que el premier envió al Consejo Europeo en noviembre marcando los temas a negociar para seguir en la UE gatilló un primer encuentro con los líderes europeos a fines de diciembre. Si bien en esta toma de contacto no se logró el deseado borrador del acuerdo, según Cameron sí encontraron “una senda” para negociar. La fecha a la que todos miran ahora es la de la próxima cumbre del Consejo, agendada para el 18 y 19 de febrero, ya que desencadenará todo un engranaje posterior para la preparación de un referéndum cuya pregunta tampoco está definida todavía.

Francia y Alemania son los mayores críticos a las demandas de Cameron sobre las cuotas de inmigración y las restricciones sobre los beneficios sociales, pero la canciller Angela Merkel se mostró optimista por el tono del diálogo y la intención de alcanzar un compromiso. Y la solución a esta situación tiene que llegar pronto, opina el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, ya que “la incertidumbre sobre el futuro de Reino Unido en la UE es un factor desestabilizador”.

“Si Reino Unido fuera a dejar la UE, el shock económico inmediato no sería el único riesgo. La incertidumbre que rodea a los extranjeros y el resurgimiento del tema escocés (secesión) podrían suponer serios problemas. Las repercusiones más allá de Reino Unido no serían menos severas. Berlín está preocupado de que un Brexit debilite el escenario liberal en la UE, con Alemania prácticamente sola afrontando un fortalecido bloque de proteccionistas y a favor de líneas rojas liderado por Francia”, explicó Wolfango Piccoli, director gerente de Teneo Intelligence, en una nota.

El debate

A la espera de que las negociaciones se resuelvan, el premier ordenó a su gabinete mantenerse neutral para no afectar al diálogo, pero surgen ya las primeras voces que alertan del peligro económico que supondría la salida de la UE al tiempo que los euroescépticos auguran que el acuerdo al que se llegue no dará respuesta a lo que tantos británicos buscan.

Un informe del think tank Open Europe, sostiene que el PIB de Reino Unido sería 2,2% menor en 2030 si el país deja la UE o vuelve a una política proteccionista. En el mejor escenario, en el que el país logra acuerdos con la UE y el resto del mundo, mientras persigue una desregulación a gran escala en el país, el PIB podría ganar 1,6% en el mismo plazo. Según la consultora, un rango más realista está entre la pérdida de 0,8% y la ganancia de 0,6% para 2030, teniendo en cuenta que el país logre cerrar diversos acuerdos.

Pese a todo, no faltan las voces de la esfera política que apuntan al descalabro que supondría el Brexit, como, por ejemplo, el ex líder conservador Lord Hague manifestando que provocaría la desintegración de la UE y que es poco probable que vote por abandonar el bloque. El sector empresarial, sin embargo, ha permanecido relativamente silencioso.

Sólo 18 empresas del selectivo FTSE 350, citan “riesgo” o “incertidumbre” a causa del referéndum en sus reportes anuales, recogió Financial Times. La ausencia de opinión puede entenderse como que no lo consideran aún un tema relevante o que, por el contrario, mantienen el pacto de silencio con el gobierno para no perjudicar las negociaciones, apuntan los expertos.

Según Barclays “un referéndum podría afectar al perfil de riesgo del grupo al introducir nuevas incertidumbres potencialmente significativas e inestabilidad en el mercado financiero”. Diageo, líder mundial en el segmento de bebidas alcohólicas premium, manifestó su interés en que su negocio de whisky Scotch, “que hace un considerable aporte a la economía británica, siga siendo competitito en el mercado global y creemos que el mejor interés para toda la industria está en que Reino Unido permanezca en una más sólida y reformada UE”.

Las campañas

Según Will Straw, director de Britain Stronger In Europe (que apoya la permanencia), las firmas británicas saben que “aislarse a sí mismas hará más difícil el comercio, costando empleos, golpeando al crecimiento y elevando los precios”. En la vereda contraria, desde la campaña Vote Leave, que aboga por la salida, aseguran que al 95% de las firmas no les preocupa un Brexit y que muchas piensan que “la UE obstaculiza más que ayuda”.

El presidente de Lloyds Banking Group, Lord Blackwell, declaró el año pasado que “no hay argumentos convincentes” para permanecer en la UE sin “una reforma significativa”. Por su parte, Michel Dobson, director ejecutivo de Schroders, opina que si se vota salir, “lograremos un acuerdo con la UE después de un par de años, uno que funcione para ambas partes. Hablar de suicidio económico o catástrofe está muy lejos de la realidad”.

Un sondeo de la Cámara de Comercio Británica de agosto apunta que el 63% de las empresas votarían seguir en la UE, frente a un 27% que votarían salir. “Lo que realmente quiere el empresariado es conocer en qué están las negociaciones y que se abra un diálogo”, apuntó la Cámara.

Al igual que los privados, la opinión pública ha pasado de estar polarizada a empatar en intención de voto y, a la espera de que el gobierno dé más pistas, los sondeos apuntan a una complicada campaña que, como pasó en el referéndum de independencia de Escocia, podría poner a Cameron en una situación complicada.

 

las "líneas rojas" de cameron

El premier David Cameron envió en noviembre una carta al Consejo Europeo donde exponía los cuatro puntos sobre los que gira la reforma de la relación entre Reino Unido y la Unión Europea que quiere negociar. Cameron, un europeísta que se compromete a hacer campaña por la permanencia en un posible referéndum si hay acuerdo, amenazó entonces con defender la postura contraria si Bruselas no aceptan sus propuestas. Las perspectivas, sin embargo, son complicadas porque como ya han manifestado distintos líderes, sus peticiones colisionan con principios básicos de la integración europea, como la no discriminación y la libertad de movimiento de los ciudadanos en los países miembros.


Los cuatro temas sobre los que Cameron quiere realizar ajustes son: soberanía, gobernanza económica, competitividad de la UE y emigración y Estado de bienestar. En cuanto a la soberanía, Reino Unido busca evitar verse involucrado en una mayor integración regional y reclama más poder para que los parlamentarios británicos puedan bloquear legislación emanada de la UE. Respecto a la competitividad, además de acelerar las negociaciones de los tratados de libre comercio con EEUU, Japón y China, quiere reducir la burocracia que el bloque impone a las empresas. Sobre la gobernanza económica, Reino Unido quiere garantías de que la UE no discriminará entre los miembros del euro y los demás, en el sentido de que no bloqueará el avance de una mayor integración en la eurozona siempre que se garantice la protección de sus intereses, sobre todo los de Londres como centro financiero internacional. Por último, sobre los beneficios sociales e inmigración, el país busca restringir el acceso a los beneficios sociales de los trabajadores inmigrantes llegados de la UE hasta que no lleven cuatro años residiendo en el país.

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