Rompiendo con un largo historial de presidentes de Estados Unidos que hacían su primer viaje oficial a Canadá, Donald Trump visitará por primera vez a su vecino del norte mañana, para una cumbre del G7 que estará marcada por las tensiones de la mayor economía global con el resto del mundo desarrollado.
El encuentro de dos días ocurrirá en medio de la guerra comercial iniciada por la Casa Blanca, que la semana pasada comenzó a aplicar aranceles al acero y aluminio de Europa, Canadá y México. La acción, sumada a una investigación en el sector automotor que podría derivar en más gravámenes, ha puesto a Washingon como antagonista en el grupo, que defiende el libre comercio.
Los roces han ido escalando. La relación casi amistosa de Trump con el presidente francés, Emmanuel Macron, muestra fracturas, mientras el gobierno alemán de Angela Merkel enfrenta, incluso, llamados a expulsar al embajador de EEUU.
El primer adelanto de la cumbre ocurrirá hoy mismo, cuando el premier japonés, Shinzo Abe, visite a Trump en la capital estadounidense. Ayer, la autoridad nipona adelantó lo que buscará expresar en Canadá: “Ningún país se beneficia de restricciones comerciales (…) Mi mensaje es que el G7 debería tener un rol en el desarrollo económico global libre y justo”, señaló.
Dimes y diretes
El primer ministro de la anfitriona Canadá, Justin Trudeau, intentaba ayer agendar reuniones bilaterales con todos los líderes, incluyendo a Trump, apenas días después de anunciar represalias arancelarias. Una fuente del gobierno canadiense dijo a Bloomberg que los países aún negociaban un comunicado final, pero no prometió que se lograría.
En tanto, la Unión Europea oficializó las represalias arancelarias contra EEUU, por un total de unos 2.800 millones de euros (cerca de US$ 3.300 millones) a partir de julio. La Comisión Europea dijo que ello responde a las medidas “unilaterales e ilegales” de Washington.
La acción recrudece la guerra comercial del mundo desarrollado en momentos en que la tensión política crece. CNN reveló ayer que Trump y Macron tuvieron una conversación telefónica que una fuente de París describió como “desastrosa”. “Macron pensó que podría dar su opinión libremente, en base a su relación, pero Trump no puede soportar críticas así”, dijo.
En tanto, Merkel enfrenta presión para expulsar al embajador Richard Grennel, quien dijo a Breitbart News que quiere “empoderar a otros conservadores en toda Europa”. La presión hacia la canciller venía tanto de la oposición como de su propia coalición de gobierno.
En una sesión ante el Parlamento en Berlín, la líder adelantó que “todos saben que habrá discusiones difíciles” en la cumbre. “Es claro que la salida de EEUU del acuerdo climático es un tema contencioso en el grupo, así como los aranceles, que consideramos ilegales. También el tema del acuerdo nuclear con Irán (…) Tenemos serios problemas con los acuerdos multilaterales”.
En tanto, los gobiernos de Alemania, Francia y el Reino Unido emitieron una declaración conjunta pidiendo a Washington que exima a las empresas europeas de posibles multas por hacer negocios con Irán, luego de que Trump se retirara unilateralmente del acuerdo nuclear.
La cuestión norcoreana
Abe será el último líder asiático en reunirse con Trump antes de la histórica cumbre que el jefe de la Casa Blanca tendrá con el presidente de Corea del Norte, Kim Jong-un, el martes. Será la primera reunión entre las máximas autoridades de Washington y Pyongyang en la historia y busca sellar la desnuclearización de la península coreana a cambio del retiro de sanciones.
Abe, no obstante, tiene su agenda propia. En medio de un desplome de su popularidad por escándalos políticos, buscará lograr la liberación de doce ciudadanos japoneses secuestrados por Corea del Norte en las décadas de los ‘70 y ‘80. Ayer confirmó que pedirá a Trump incluir ese tema y señal: “espero que la cumbre sea un éxito”.
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