Oposición británica respaldará segundo referendo y May logra ganar tiempo

El líder de la oposición del Reino Unido, Jeremy Corbyn, anunció ayer que el Partido Laborista respaldará formalmente la realización de un nuevo referendo sobre la membresía del país en la Unión Europea, luego de que su propia propuesta para el Brexit -que incluye una unión aduanera permanente con Bruselas- fracasara en la votación en el Parlamento.

“Respaldaremos una consulta pública para prevenir una salida dañina impulsada por los conservadores o un desastroso resultado sin acuerdo”, dijo anoche.

El plan de Corbyn fue rechazado por 323 votos contra 240. El secretario para el Brexit en las sombras, Keir Starmer, dijo que estaba “decepcionado” por la derrota de la enmienda laborista y añadió: “Debemos hacer todo lo que podamos para proteger los empleos y la economía. Por eso, el partido impulsará o respaldará la enmienda de una consulta popular para prevenir los efectos dañinos de un Brexit conservador”.

Aun así, Corbyn aseguró que seguirá insistiendo en otras opciones disponibles que puedan incluir una alineación y cercanía con la eurozona.

Mientras, para la ministra británica Theresa May la situación podría empezar a mejorar.

Aunque aún intenta mantener a su partido unido, con más de 100 parlamentarios conservadores oponiéndose a su estrategia de tres fechas de votación planteadas el martes, los opositores más férreos se han mostrado más dispuestos a apoyar su plan de aplazar el Brexit. Ello evitó una nueva rebelión de los parlamentarios que pretenden bloquear una salida sin acuerdo.

Al final, los legisladores respaldaron su prometido calendario, pero ahora significa que los ciudadanos y las empresas británicas no sabrán cómo, o posiblemente incluso si, abandonarán la UE hasta días antes de la fecha límite.

La desconfianza empresarial se mostró ayer en una encuesta de la UE, con el indicador desplomándose en febrero a su nivel más bajo en seis años.

El índice retrocedió de 103,7 puntos en enero a 99,2 el mes en curso, su punto más bajo desde 2013. La caída contrasta con la confianza que se mantuvo en gran medida estable en la zona euro en 106,3 a pesar de la desaceleración del crecimiento económico de la región.