Por Constanza Morales H.
Aunque todavía queda un par de semanas para que EEUU alcance el límite de la deuda pública y se desate un desastre fiscal, el país avanza firmemente en la ruta hacia el barranco.
El presidente Obama ha dicho en reiteradas ocasiones que no está dispuesto a negociar, mientras los republicanos han respondidos que no cederán en su postura de condicionar del alza en el límite de endeudamiento a recortes en el gasto.
Si es que las negociaciones siguen el mismo libreto que interpretaron el año pasado y que dejó al país al borde del colapso fiscal, los mercados serán los primeros en derrumbarse.
Eso fue, de hecho, exactamente lo que pasó en el anterior debate sobre el monto del endeudamiento. El Industrial Dow Jones cayó 2 mil puntos entre fines de julio y principios de agosto de 2011.
Y es más. El índice registró una de sus peores caídas en un día el 8 de agosto —un día después de que Standard & Poor’s rebajara por primera vez en la historia la nota máxima de Estados Unidos—, derrumbándose 635 puntos.
Default o default técnico
Si el Congreso opta por no subir el techo de la deuda, el Departamento del Tesoro no tendrá suficiente dinero para costear todas sus obligaciones a tiempo. Si es que eso llega a pasar, el presidente deberá elegir entre el default, es decir, retrasar o no cumplir con los pagos a los acreedores de la deuda del país; y el default técnico, que consiste en postergar los pagos de otros compromisos del gobierno, incluyendo los sueldos de los militares, la Seguridad Social, Medicare y Medicaid, los seguros de desempleo, carreteras y los contratistas que proveen de bienes y servicios al sistema federal.
Jim O’Sullivan, economista jefe para Estados Unidos de High Frequency Economics, aseguró a DF que “sin importar lo que pase, ellos (el gobierno) evitarán un default sobre la deuda del Tesoro”. Esto, porque el default amenaza directamente la plena fe y crédito del gobierno estadounidense como prestatario y es un ataque directo sobre la calificación del crédito y los costos de financiamiento. El default técnico, en tanto, es un acto irresponsable y el gobierno sería demandado por aquellos que no recibieron sus pagos.
Bonos y dólar
En el caso hipotético de que el país se declarara en cesación de pagos, el mercado de bonos y las tasas de interés se verían afectados. Esto último encarecería el costo de financiamiento del gobierno.
Un informe de 2011 del Servicio de Investigación del Congreso citado por el think tank Council on Foreign Relations sugería que una pérdida de confianza en el mercado de bonos podría provocar que acreedores extranjeros se deshagan de grandes porciones de sus posesiones de la deuda estadounidense, lo que induciría a otros a hacer lo mismo y provocaría una corrida del dólar en los mercados internacionales.
Caída del PIB
En 2011, meses antes de que el país enfrentara la fecha límite para subir el techo de la deuda, JPMorgan publicó un estudio sobre los efectos de un posible default.
Según sus cálculos, una caída de 20% en la tenencia de bonos del Tesoro por parte de los inversionistas extranjeros elevaría los rendimientos del Tesoro en 50-60 puntos base. “Un aumento de 50 puntos base en los rendimientos aumentaría los déficits anuales en US$ 10 mil millones”, decía el informe, que además citaba un documento de la Reserva Federal que sugería que un alza de 100 puntos base reduciría el PIB en 0,8%. Si el incremento es de 50 puntos base, la economía vería recortado su crecimiento en 0,4 punto porcentual.
Un estudio de 2012 elaborado por la Government Accountability Office —brazo auditor del Congreso— estimó que los retrasos en elevar el techo de la deuda en 2011 les costó a los contribuyentes cerca de US$ 1.300 millones.
Recortes y paralización
La deuda no es el único asunto fiscal que se avecina. Luego de aplazarlos por dos meses, los recortes automáticos por US$ 85 mil millones del abismo fiscal entrarán a regir el 1 de marzo a menos que se llegue a una solución.
Además, si no se obtiene una extensión del financiamiento federal, los servicios del gobierno se paralizarán, excepto aquellos que son más esenciales, como la defensa nacional, las salas de emergencia y los controles de tráfico aéreo.