Por Leonardo Ruiz Pereira
Justo cuando la crisis de deuda soberana está entrando en punto crítico, hoy se celebrará la última reunión de política monetaria de Jean-Claude Trichet (68) como presidente del Banco Central Europeo (BCE), ya que su mandato de ocho años termina el 31 de octubre.
Debido a la alta inflación en la eurozona, que subió a un máximo de tres años de 3%, el tecnócrata francés previsiblemente dejará la tarea de recortar la tasa de interés actualmente en 1,5% a su sucesor Mario Draghi, gobernador del banco central italiano. El francés reiteró su visión macroeconómica el martes, frente al parlamento europeo, recordando que con la crisis soberana “a veces se olvida que el principal objetivo (del banco) es mantener la estabilidad de los precios”.
Pero, por tratarse de su última reunión, varios expertos creen que Trichet anunciará alguna medida para apoyar la recuperación, y apuestan a que reintroduzca una facilidad de financiamiento a un año y en euros.
Analistas del Commerzbank prevén que el BCE recortará los tipos de interés en diciembre de forma moderada ya que contempla el escenario de que se produzca una recesión en el último trimestre de este año y en el primer trimestre de 2012.
Protector del euro
El BCE incrementó este año su tasa de interés en dos ocasiones de forma moderada, un cuarto de punto porcentual, en abril y julio, a contracorriente de otras entidades como la Reserva Federal de EEUU, el Banco de Japón y el Banco de Inglaterra, tal como lo hizo en julio de 2008, dos meses antes de la quiebra de Lehman Brothers, que luego lo obligó a bajarla a un mínimo histórico.
“Estuvo por delante de la curva cuando empezó la crisis financiera”, dijo a Reuters el economista que predijo la crisis, Nouriel Roubini.
“Gracias a su fuerte posición todavía tenemos euro”, comentó a Reuters el ex ministro de Finanzas griego, Guy Verhofstadt, sumándose a los halagos que también hizo el secretario general de la OCDE, Angel Gurría, para quien el presidente del BCE será recordado por haber participado “en tantas etapas de la construcción del BCE y de la economía moderna”.
Pero Trichet no ha sido inmune a las críticas, en particular por la decisión del BCE de comprar deuda pública para ayudar a los países de la eurozona con dificultades de refinanciamiento, como España e Italia. Y así fue gran parte del último período de su gestión, debatiéndose entre los que se opusieron a los rescates y a economistas que lo instaban a comprar más bonos, a los que el BCE se negó, a diferencia de la Fed o el Banco de Inglaterra.
El sucesor italiano
Después de la reunión de hoy, la próxima vez que el organismo anuncie su decisión sobre la tasa, el 3 de noviembre, lo hará encabezado por Mario Draghi. El italiano deberá lidiar con las presiones de su país de origen, que está en el foco de la crisis, y Alemania, la mayor economía de la eurozona, que exige una mayor disciplina fiscal.
Draghi proviene de un entorno académico: estudió en el Massachusetts Institute of Technology y enseñó finanzas y economía en universidades italianas. “Draghi estará en una posición más fuerte en términos de imponer su propia filosofía económica en el BCE”, dijo a Financial Times el economista europeo de Barclays Capital, Julian Callow, agregando que podría ejercer más influencias que su predecesor y tomar acciones más audaces en política monetaria.
El banco central que recibe Draghi es uno que pasó en la era Trichet de ser un árbitro de las tasas de interés y controlador de la inflación, a convertirse en el organismo protagonista de la crisis de deuda soberana; al ser hoy en día un acreedor gubernamental e incluso el encargado de hacer cumplir los recortes de presupuesto y planes de austeridad de gobiernos electos.
El poder de la palabra: el código que utilizó el francés
çTrichet manejó cuidadosamente las expectativas del mercado, de alzas o bajas de tasas, con palabras clave que podían mover al mercado en segundos. Cada vez que dijo que el banco estaba en “fuerte vigilancia”, se refería a que había altas posibilidades de un alza el próximo mes; “monitoreando muy de cerca”, significaba que había fuertes probabilidades de un alza en un tiempo de dos meses; y cuando las palabras eran “monitorear de cerca”, quería decir que el BCE estaba en posición de hacer posibles alzas en un margen de tres meses.
Desde noviembre de 2005, cada vez que Trichet dijo “fuerte vigilancia” en su conferencia de prensa mensual, las tasas subieron el mes siguiente, con excepción de septiembre de 2007 cuando dejaron de subir las tasas por la crisis.
Pero fue el uso de la palabra “brutal” (para decir que acciones brutales no eran bienvenidas) en 2004 y 2007 que tuvieron el mayor impacto en los mercados. Usó la expresión para decir que un alza del euro podría hacer que el BCE recortara las tasas de interés. En ambos casos el comentario ayudó a desacelerar la tendencia de apreciación del euro, particularmente en 2004.
Aunque las traducciones a otros idiomas de sus palabras a veces resultaban en expresiones agresivas, como “extrema vigilancia”, el vicepresidente de la Comisión Europea y Comisario Europeo de Competencia, Joaquín Almunia, cree que fue un hábil comunicador. “Le pudo transmitir al mercado y a los gobiernos y al parlamento europeo, por qué la estabilidad precios y una política monetaria prudente era necesaria”, contó a Reuters.