Por Ray Chan
Las compuertas para las ofertas públicas iniciales se abrirán en China el próximo mes, luego de más de un año de sequía, desde que los reguladores cerraron el mercado de oferta en octubre del año pasado.
¿Pero será la reapertura recibida como una oportunidad de salida para las firmas de private equity o vista como un paso importante para una nueva ola de la reforma financiera?
A primera vista, las nuevas condiciones para abrirse a bolsa traen consigo pocos cambios mayores, pero los participantes del mercado dicen que están pensadas para darle más poder a los suscriptores de acciones, candidatos a aperturas y a los inversionistas, a expensas de los controles regulatorios.
El punto clave de la reforma del proceso de aperturas, dicen, es un giro desde un sistema basado en aprobaciones bajo el control de la Comisión Reguladora de Valores China, a un mecanismo que sienta sus bases en el registro bajo el cual los emisores y sus agentes tienen el poder de decidir sobre un listamiento.
Otro desarrollo positivo es la aceptación de los reguladores de un ciclo natural de vida de las compañías. Bajo las actuales reglas del sistema, a pocas firmas estatales se les permite tener problemas o caer en bancarrota, sin importar qué tan pobre sea su rendimiento financiero u operativo.
Ahora, las autoridades parecen aceptar la disciplina del mercado y admiten que algunos prestamistas de tamaño pequeño o mediano puedan caer en bancarrota el próximo año.
En todo caso, los expertos de la industria parecen tener una visión optimista sobre el actual proceso de reformas en el mercado de aperturas a bolsa.
“La reanudación de las aperturas es uno de los pasos hacia un mercado de capital impulsado por el mismo mercado”, dijo un banquero de alto rango de un banco de inversiones chino, añadiendo que algunas compañías pueden ahora elegir si abrirse en la bolsa de Shangai o en Shenzhen, lo que implica algún impacto negativo para Hong Kong.
Un banquero chino que forma parte de un banco europeo dijo que los reguladores estaban al tanto del rampante uso de mecanismo de recaudación de fondos en el mercado de capitales doméstico, conocido como el “círculo del dinero”, el que ha visto compañías poner sus acciones a la venta a un precio muy poco razonable.