Le guste o no, China continental tendrá que seguir dependiendo de la inversión para impulsar el crecimiento si el gobierno continúa apuntando a una expansión económica de 7% durante la próxima década.
Eso es lo que piensan varios reconocidos economistas, lo que está en línea además con los datos oficiales que muestran que el rol de la inversión en la economía china ha aumentado desde hace un año, resaltando un dilema que enfrenta el premier Li Keqiang a medida que intenta rebalancear la economía para favorecer el consumo doméstico.
Desde que asumió el cargo, en marzo, Li ha manifestado que el alto crecimiento de la inversión no es conveniente, porque impulsará la sobrecapacidad, los riesgos financieros y la inflación.
Las reformas estructurales encaminadas a reducir la dependencia de la economía de la inversión y pasar hacia un modelo impulsado por el consumo, son una prioridad en la agenda de la sesión plenaria de cuatro días de los líderes del Partido Comunista, que termina hoy.
Sin embargo, una serie de datos muestran que el rol de la inversión en la economía en el último año no ha decrecido como se esperaba. Por el contrario, ha seguido aumentando. Los datos muestran que el gasto de capital ha contribuido en un 55,8% al crecimiento del PIB en los primeros tres trimestres de este año, comparado con 50,5% un año antes, mientras que la contribución del consumo final declinó a 45,9% desde 55%. La inversión de activos fijos creció 20,1% desde hace un año en los primeros diez meses del año, mostraron las cifras publicadas el fin de semana, manteniendo el ritmo de 20,2% en el período enero-septiembre.
Michael Pettis, un asociado senior del Carnegie Endowment for International Peace, dijo que depender de la inversión seguirá siendo inevitable para China. “Hasta el momento no se han encontrado alternativas creíbles a la inversión como fuente de crecimiento”, dijo Pettis a SCMP.
Aunque no fue una preocupación para sus predecesores, otro desafío que enfrenta Li es la reducción de la fuerza laboral. Las personas entre 15 y 60 años cayeron por primera vez el año pasado, en 3,45 millones, y aunque es poco considerando una población de 1.300 millones, se espera que la tasa de declive siga acelerándose hasta al menos 2030. El cambio demográfico afectará el crecimiento del PIB, no sólo en China continental, sino también en muchas otras economías asiáticas, como Japón, Hong Kong y Corea del Sur.
El reciente aumento en la inversión en China fue una necesidad demográfica”, escribió en un informe Frederic Neumann, co-jefe de investigación económica para Asia de HSBC. “El gasto de capital como una parte del PIB es muy grande para que disminuya rápidamente sin dañar el crecimiento general”. Una nación más anciana significaría un menor número de personas que trabajen y una producción menor si la productividad no repunta rápidamente, lo que llevaría a mayores costos salariales y menor competitividad en sectores intensivos en mano de obra.