Durante su intervención en la Asamblea General de las Naciones Unidas (ONU), la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, pidió a los líderes mundiales poner fin a la guerra cambiaria e hizo un llamado para encontrar soluciones conjuntas entre emergentes e industrializados a la crisis económica mundial.
“Sabemos que nuestra capacidad de resistir no es ilimitada. Necesitamos imponer controles a la guerra de divisas”, señaló Rousseff.
Sin mencionar a países específicos, Rousseff, la primera mujer en abrir una Asamblea General de la ONU, dijo que el mundo necesita evitar que las naciones tengan influencia en el valor de sus divisas a través de políticas monetarias expansivas y tipos de cambio fijas.
Brasil y otros países en desarrollo han reclamado en contra de las políticas de relajamiento de Estados Unidos, la que ha causado flujos excesivos de dólares a las economías emergentes. La presidenta opinó que EEUU necesita más estímulo fiscal a medida que la demanda de los consumidores está perdiendo su impulso.
El ministro de Hacienda brasileño, Guido Mantega, había advertido a comienzos de mes que la guerra de divisas, que ha significado la apreciación del real y la pérdida de competitividad de la industria brasileña, continuará durante los próximos años y sólo terminará con la recuperación de las economías avanzadas. “El problema cambiario sólo será resuelto cuando haya una recuperación de los países avanzados, lo que va a demorar bastante tiempo”, declaró Mantega.
Ayuda a la eurozona
La mandataria también señaló que Brasil está listo para unirse a un esfuerzo internacional para ayudar a Europa a lidiar con la crisis, pero dijo que la eurozona debe resolver un plan de rescate. “Brasil siempre estará listo para participar en cualquier esfuerzo internacional”, indicó.
Además, la presidenta brasileña, hizo un llamado para trabajar en conjunto entre países avanzados y emergentes para salir de la actual crisis económica mundial.
“Esta crisis es muy seria para ser manejada sólo por un pequeño grupo de países. Sus gobiernos y los bancos centrales continúan soportando una gran responsabilidad al tomar el proceso. Como todos los países sufren las consecuencias, todos tienen el derecho de participar en las soluciones”.