La retórica de los candidatos a la presidencia de Francia sube de tono
El socialista François Hollande promete renogociar el acuerdo fiscal de la Unión Europea.
Por: | Publicado: Lunes 12 de marzo de 2012 a las 05:00 hrs.
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La retórica está subiendo de tono en la víspera de la primera vuelta de las elecciones presidenciales de Francia el 22 de abril. François Hollande, el candidato socialista que lidera las encuestas, ha repetido una promesa de renegociar el acuerdo fiscal de la Unión Europea firmado este mes, insistiendo en que debería ser cambiado para enfatizar el crecimiento, al igual que las medidas de austeridad. Eso amenaza con generar una disputa en el corazón de Europa, incluso si la promesa tiene buena aceptación en casa, con sus principales adherentes. Se dice que los líderes de centro derecha, incluyendo a la canciller alemana, Angela Merkel, estarían lo suficientemente molestos como para haberse negado a reunir con Hollande antes de la elección.
Entretanto, el actual presidente, Nicolas Sarkozy, ha creado controversia al prometer que reducirá a la mitad la inmigración a Francia, en un claro intento por robar apoyo del partido de derecha Frente Nacional (cuyo líder se ubica tercero en las encuestas). Su cruda apelación al prejuicio podría ayudarlo a pasar la primera vuelta. Pero no lo ayudará en una eventual segunda vuelta contra Hollande, ya que es probable que los votantes de centro se alejen por la xenofobia.
El gobierno alemán está preocupado por la determinación de Hollande de renegociar el acuerdo fiscal firmado por la mayoría de los líderes de la Unión Europea el 2 de marzo. El texto impone límites de presupuesto más estrictos en los gobiernos de la zona euro, instaurando correcciones casi automáticas si los déficit se alejan de la meta.
Y Alemania, que presionó por las nuevas reglas, está preocupada de que los intentos de Hollande de cambiar el texto puedan sentar un precedente, ya que aún quedan al menos doce miembros de la zona euro que deben ratificar el tratado antes de que entre en vigencia el próximo año. “Si mañana soy presidente, diré que hay partes de este acuerdo que podemos aceptar”, dijo Hollande a la televisión francesa la semana pasada. “Pero no aceptaré sanciones que estén en contra de los intereses de los países, y segundo, sumaremos crecimiento, actividad, grandes proyectos industriales, eurobonos para sacar adelante la economía”.
De hecho, las demandas son menos extremas de lo que parecen y Hollande sabe que algunas de ellas no son realistas, ya que Alemania bloquearía sus demandas por un Banco Central Europeo más activo, por ejemplo, al tiempo que su llamado por eurobonos emitidos por la comunidad parece nacer del deseo de financiar grandes proyectos de infraestructura, en lugar de como una cura para los problemas de deuda de países como Grecia (una jugada que Merkel ha rechazado explícitamente).
Es probable que se encuentre un compromiso para salvar la dignidad si Hollande llega al poder. Y no sería la primera vez: un ex primer ministro socialista de Francia, Lionel Jospin, aseguró que quería renegociar el tratado de Amsterdam en 1997 y, aunque obtuvo crédito por incluir un capítulo de empleo, en realidad no provocó muchos cambios.
Tensiones de corto plazo
Sin embargo, están surgiendo tensiones de corto plazo con el resto de Europa, quizás no accidentalmente, ya que Hollande es energético en su crítica del trabajo de Sarkozy, afirmando que él ha permitido que el debate dentro de la Unión Europea esté dominado por Alemania.
Merkel y otros conservadores europeos han apoyado fuertemente a Sarkozy contra a Hollande en las elecciones, y el semanario alemán Der Spiegel reportó que ella había acordado con los gobernantes de España e Italia que ninguno de ellos se reuniría con Hollande antes de las elecciones. No se reunió con el primer ministro británico, David Cameron, en una visita reciente a Londres.
Existe el peligro de que Hollande pudiera colocarse a sí mismo en una posición difícil por esta situación, pero su retórica tiene buena llegada ante el electorado local. Sus adherentes socialistas se oponen al énfasis en medidas de austeridad, que también se refleja en su preferencia por los impuestos y por medidas de gasto, en lugar de mayores recortes a nivel local. Su enfrentamiento con Bruselas también apela a los adherentes del Frente Nacional, que son euroescépticos, y muchos de ellos eran previamente de izquierda.
Entretanto, el actual presidente, Nicolas Sarkozy, ha creado controversia al prometer que reducirá a la mitad la inmigración a Francia, en un claro intento por robar apoyo del partido de derecha Frente Nacional (cuyo líder se ubica tercero en las encuestas). Su cruda apelación al prejuicio podría ayudarlo a pasar la primera vuelta. Pero no lo ayudará en una eventual segunda vuelta contra Hollande, ya que es probable que los votantes de centro se alejen por la xenofobia.
El gobierno alemán está preocupado por la determinación de Hollande de renegociar el acuerdo fiscal firmado por la mayoría de los líderes de la Unión Europea el 2 de marzo. El texto impone límites de presupuesto más estrictos en los gobiernos de la zona euro, instaurando correcciones casi automáticas si los déficit se alejan de la meta.
Y Alemania, que presionó por las nuevas reglas, está preocupada de que los intentos de Hollande de cambiar el texto puedan sentar un precedente, ya que aún quedan al menos doce miembros de la zona euro que deben ratificar el tratado antes de que entre en vigencia el próximo año. “Si mañana soy presidente, diré que hay partes de este acuerdo que podemos aceptar”, dijo Hollande a la televisión francesa la semana pasada. “Pero no aceptaré sanciones que estén en contra de los intereses de los países, y segundo, sumaremos crecimiento, actividad, grandes proyectos industriales, eurobonos para sacar adelante la economía”.
De hecho, las demandas son menos extremas de lo que parecen y Hollande sabe que algunas de ellas no son realistas, ya que Alemania bloquearía sus demandas por un Banco Central Europeo más activo, por ejemplo, al tiempo que su llamado por eurobonos emitidos por la comunidad parece nacer del deseo de financiar grandes proyectos de infraestructura, en lugar de como una cura para los problemas de deuda de países como Grecia (una jugada que Merkel ha rechazado explícitamente).
Es probable que se encuentre un compromiso para salvar la dignidad si Hollande llega al poder. Y no sería la primera vez: un ex primer ministro socialista de Francia, Lionel Jospin, aseguró que quería renegociar el tratado de Amsterdam en 1997 y, aunque obtuvo crédito por incluir un capítulo de empleo, en realidad no provocó muchos cambios.
Tensiones de corto plazo
Sin embargo, están surgiendo tensiones de corto plazo con el resto de Europa, quizás no accidentalmente, ya que Hollande es energético en su crítica del trabajo de Sarkozy, afirmando que él ha permitido que el debate dentro de la Unión Europea esté dominado por Alemania.
Merkel y otros conservadores europeos han apoyado fuertemente a Sarkozy contra a Hollande en las elecciones, y el semanario alemán Der Spiegel reportó que ella había acordado con los gobernantes de España e Italia que ninguno de ellos se reuniría con Hollande antes de las elecciones. No se reunió con el primer ministro británico, David Cameron, en una visita reciente a Londres.
Existe el peligro de que Hollande pudiera colocarse a sí mismo en una posición difícil por esta situación, pero su retórica tiene buena llegada ante el electorado local. Sus adherentes socialistas se oponen al énfasis en medidas de austeridad, que también se refleja en su preferencia por los impuestos y por medidas de gasto, en lugar de mayores recortes a nivel local. Su enfrentamiento con Bruselas también apela a los adherentes del Frente Nacional, que son euroescépticos, y muchos de ellos eran previamente de izquierda.