DOLAR
$938,60
UF
$39.618,08
S&P 500
6.851,97
FTSE 100
9.583,15
SP IPSA
9.511,78
Bovespa
150.454,00
Dólar US
$938,60
Euro
$1.079,97
Real Bras.
$174,72
Peso Arg.
$0,63
Yuan
$131,73
Petr. Brent
64,02 US$/b
Petr. WTI
60,15 US$/b
Cobre
4,93 US$/lb
Oro
4.000,75 US$/oz
UF Hoy
$39.618,08
UTM
$69.542,00
¿Eres cliente nuevo?
REGÍSTRATE AQUÍPor: Equipo DF
Publicado: Viernes 19 de febrero de 2016 a las 04:00 hrs.
Es ayudar a otro a enmendar lo errado, mediante una advertencia, amonestación o reprensión. La advertencia correctiva procede cuando el otro ignora inculpablemente un hecho que puede provocarle daño: puente o camino cortado, agua o alimento contaminado, un profesional carente de título o de idoneidad, un proyecto de inversión potencial o ciertamente ruinoso. Se amonesta (tarjeta amarilla) cuando el otro ha cometido una falta menor: una reincidencia podrá costarle expulsión (tarjeta roja). La reprensión presupone una culpa o riesgo indebido de mayor cuantía, que pone al sujeto en situación de peligro y daño para sí mismo y para los demás: se impone una sacudida enérgica, palabras fuertes que remezcan la conciencia y muevan a retomar el camino recto.
Queda así documentado que corregir es un deber moral y puede ser una obligación jurídica: “los padres serán siempre responsables de los delitos o cuasidelitos cometidos por sus hijos menores, y que conocidamente provengan de mala educación, o de los hábitos viciosos que les han dejado adquirir”, advierte luminosamente el art. 2321 del Código Civil. Y cada día se conocen fallos que condenan al Estado o a una empresa por omisión del debido cuidado: no pusieron toda la diligencia exigible en razón del bien jurídico que les correspondía tutelar.
Corregir al otro es también un deber evangélico, promulgado expresamente por Cristo en Mateo 18,15. A diferencia de Caín, que alega ante Dios no ser responsable de la suerte de su hermano, cada ser humano está llamado a ponerse en lugar del otro y hacer por el caído o desvalido todo lo que uno espera que otros hagan en su propio favor. Antes de ser fiscal acusador y juez castigador, soy ángel protector del hermano en desgracia. Y su desgracia mayor, su ruina espiritual y fracaso personal por excelencia es caer y permanecer en el pecado. Por eso, “si tu hermano peca, ve y repréndele, a solas tú con él”. ¿Por qué primero a solas? Por delicadeza y por estrategia. Se respeta su pudor del alma y se le abre el camino a reconocer su culpa en un ámbito de discreta privacidad. “Si no te escucha, convoca todavía a uno o dos”. La presencia de testigos advierte al pecador que su culpa está siendo gradualmente conocida y ya no podrá alegar “es su palabra contra la mía”. Y “si no les hace caso, díselo a la comunidad”: la comunidad cuida con vigilante amor a uno de los suyos. Antes de castigarlo quiere ayudarlo a enmendarse para que sea el que es: hijo de Dios.
La corrección fraterna es arte y limosna espiritual. Requiere eximia prudencia y exquisita delicadeza: atributos del amor. Quien te ama te corrige. Si no te corrige, es porque tú no le importas y él se ama a sí mismo más que a ti.
                                    
                            
                
            El socio y líder del área de captación de capital para la región, Daniel Sausmikat, apuntó a desafíos operativos y de documentación en el traspaso de carteras “en los mercados privados, que son, por definición, ilíquidos”.
                
            Expertos del área coinciden en que esta disrupción tecnológica ya está transformando el ejercicio profesional, pero advierten que la confianza y el criterio seguirán siendo irremplazables.
                                                    
                                                    
                                                Mauricio Molina nos cuenta de su pasión por el BMX y cómo se convirtió en el primer chileno en competir en esta disciplina en unos Juegos Olímpicos y ser parte del selecto grupo de los 25 mejores del mundo.
                                                            
                                                            
                                                        Mauricio Molina nos cuenta de su pasión por el BMX y cómo se convirtió en el primer chileno en competir en esta disciplina en unos Juegos Olímpicos y ser parte del selecto grupo de los 25 mejores del mundo.