Presupuesto de EEUU en 2012
Por: Equipo DF
Publicado: Martes 3 de enero de 2012 a las 05:00 hrs.
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Las autoridades electas de EEUU pasaron gran parte de la temporada festiva negociando la extensión de recortes temporales de impuestos sobre salarios, beneficios para desempleados y otras bondades. ¿Habrá sido para dos meses o todo el año? ¿Cómo se pagarán? ¿Con impuestos para millonarios, congelando los salarios de funcionarios federales o mediante las típicas maniobras de Washington? Y, lo más importante, ¿qué partido asumirá el crédito por la aprobación de la ley y representará al otro como un tacaño?
Por un lado, esto no es inusual. El cuarto año de los ciclos electorales en EEUU, particularmente aquel en que el mandatario titular compite por un segundo mandato, tiende a ser inusualmente derrochador. Pero esta vez hay una cierta desesperación en gastar el dinero ajeno, a medida que queda claro que 2013 marcará el inicio de una nueva era de austeridad.
Por un lado, está previsto que numerosas exenciones impositivas expiren a medida que otras entren en vigor, lo que creará una presión fiscal de 1,5% y 1,1% del PIB en 2013 y 2014, respectivamente (sin incluir el recorte impositivo sobre los salarios). Los recortes automáticos de gasto por otro 1% también deben realizarse por ley a partir de 2013, tras el fracaso del supercomité.
Sea por diseño o no, esta nueva era de austeridad debe llegar. Basta con echar una mirada a las cifras de la oficina de presupuesto del Congreso sobre proyecciones fiscales de largo plazo, que usan estimaciones muy optimistas sobre crecimiento, inflación y tasas de interés. Con el fin de estabilizar la deuda como porcentaje del PIB, la porción discrecional del gasto debe caer en un cuarto antes de la elección presidencial de 2016. El gasto en defensa y el dinero realmente disponible bajará a cerca de la mitad.
Obviamente Washington tiene el poder de alterar este cálculo simplemente pidiendo más dinero prestado, pero la reacción del mercado de bonos en 2016 probablemente será “bah, patrañas”.
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Sea por diseño o no, esta nueva era de austeridad debe llegar. Basta con echar una mirada a las cifras de la oficina de presupuesto del Congreso sobre proyecciones fiscales de largo plazo, que usan estimaciones muy optimistas sobre crecimiento, inflación y tasas de interés. Con el fin de estabilizar la deuda como porcentaje del PIB, la porción discrecional del gasto debe caer en un cuarto antes de la elección presidencial de 2016. El gasto en defensa y el dinero realmente disponible bajará a cerca de la mitad.
Obviamente Washington tiene el poder de alterar este cálculo simplemente pidiendo más dinero prestado, pero la reacción del mercado de bonos en 2016 probablemente será “bah, patrañas”.

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