En los últimos dos años, el denominado corporate venturing, -modelo de innovación mediante el cual organizaciones se relacionan con startups-. se ha instalado fuertemente en Chile y Latinoamérica, creciendo más de diez veces desde el 2016 al 2018 (estudio Wayra & Prodem). Es así, como esta tendencia, ya ha logrado que en la región, 155 organizaciones se dediquen a ello, liderando Brasil con 64 iniciativas y Chile con 28.
La gran pregunta es, ¿es esta una nueva moda o estamos frente a un fenómeno más estable y sistémico? Al parecer lo segundo, ya que el corporate venturing lleva más de quince años cobrando relevancia luego de que Henry Chesbrough planteara el modelo de innovación abierta (2003), evidenciado que los métodos tradicionales de I+D cerrados e internos, ya no son eficientes frente a las dinámicas de mercado actual.
Hoy, el 80% de las empresas que lideraban hace 20 años el Ranking Fortune 500, ya no son parte de él, y el promedio de tiempo que han permanecido ha disminuido notoriamente de 61 a 18 años entre 1958 y 2016 (Mckinsey, 2016).
Gran parte de esta irrupción de empresas jóvenes y startups con alta valorización se ha generado por la capacidad que han tenido los emprendedores a anticiparse a las tendencias del mercado, o a la incapacidad de grandes corporaciones al no lograr hacerlo. Por esta razón, las empresas necesitan de una colaboración y co-creación directa con las startups, ya sea a través de instrumentos como hackatones y convocatorias a desafíos de innovación, aceleradoras e incubadoras o inversión en la startup mediante corporate venture capital.
Si bien hay un convencimiento de que la relación directa con startups es un "must", hay que tener en consideración que, lograr dicha vinculación es compleja y requiere de una estrategia a largo plazo, dedicación e inversión por parte de la corporación. Así lo demuestran algunas modas, que no favorecen a la innovación, como la proliferación de concursos y convocatorias de desafíos por parte de empresas a emprendedores, sin tener asociado un plan de trabajo y el desarrollo de las "ideas ganadoras", generando frustraciones y nulo retorno, al no existir una adecuada gestión para llevarlas al mercado.
Uno de los principales desafíos que deberán enfrentar las empresas para vincularse con los emprendedores tiene que ver con la generación de confianzas y abrirse a compartir la Propiedad intelectual (PI) y beneficios comerciales en una lógica Win-Win (donde actualmente muchos acuerdos son un "Win" para la empresa y un "Lose" para el emprendedor).
Por otra parte las empresas deben aprender a trabajar con startups, que tienen una cultura muy diferente, se mueven a velocidades mucho mayores y requieren de una rápida toma de decisiones, aprobaciones contractuales, disponibilización de recursos, y generar los mecanismos administrativos para que ello ocurra. De no ser así, terminan asfixiando al emprendedor y matando a la startup.
Ambos temas no son triviales y requieren de una madurez del mercado. Además, son a mi juicio los temas centrales para que esta tendencia, genere resultados concretos -llevándonos idealmente a tener en Chile nuestro primer unicornio-, y se consolide, pasando a ser una práctica sistémica y no otra tendencia pasajera.
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