OpenAI cerró un acuerdo para ayudar a sus empleados a vender acciones de la empresa con una valoración de US$ 500.000 millones, lo que ha impulsado al desarrollador de ChatGPT a superar a SpaceX, de Elon Musk, y convertirse en la startup más grande del mundo.
Los empleados actuales y antiguos de OpenAI vendieron alrededor de US$ 6.600 millones en acciones a inversionistas como Thrive Capital, SoftBank Group Corp., Dragoneer Investment Group, MGX de Abu Dabi y T. Rowe Price, según una persona familiarizada con la transacción. Esto impulsó el valor de la empresa estadounidense muy por encima de su nivel anterior de US$ 300.000 millones durante una ronda de financiamiento liderada por SoftBank previamente este año.
Ese rápido ascenso pone de relieve el frenesí inversor que rodea a los líderes de una tecnología con el potencial de transformar industrias y economías. OpenAI, de Sam Altman, es una de las varias empresas, entre las que se encuentra Nvidia Corp., que actualmente lideran una iniciativa global para construir centros de datos y desarrollar servicios de inteligencia artificial, emprendimiento que se espera que cueste billones de dólares. Aunque aún no ha obtenido ganancias, la startup estadounidense está contribuyendo a impulsar ese auge de las infraestructuras mediante la firma de acuerdos multimillonarios con empresas como Oracle Corp. y SK Hynix Inc.
Los representantes de Thrive Capital, Dragoneer, MGX y T. Rowe Price no respondieron de inmediato a las solicitudes de comentarios. Los voceros de OpenAI y SoftBank se negaron a hacer comentarios.
El acuerdo sitúa a OpenAI por encima de la valoración de US$ 400.000 millones de SpaceX. Ese hito coincide con un momento crucial para la empresa de Altman, que está negociando con Microsoft Corp. su conversión en una empresa con fines de lucro más tradicional. OpenAI se fundó en 2015 como una organización sin fines de lucro dedicada a promover la inteligencia digital “de la forma que más beneficie a la humanidad en su conjunto”. Los cambios previstos darán a la actual entidad no lucrativa OpenAI el control sobre una nueva corporación de beneficio público.
Tanto Altman como Musk, cofundadores de OpenAI, han hablado del riesgo existencial que la IA supone para los seres humanos. Sin embargo, desde entonces se han peleado: Musk ha presentado una demanda para intentar detener la reestructuración, acusando a OpenAI de incumplir las promesas que le hizo cuando ayudó a crear la organización sin fines de lucro. Afirma que abandonó su propósito fundacional cuando aceptó miles de millones de dólares en respaldo de Microsoft a partir de 2019, el año después de que él dejara la junta directiva de OpenAI.
En lo que respecta al negocio en sí, OpenAI se enfrenta a un mercado cada vez más competitivo en cuanto a talento en IA, ya que las grandes empresas tecnológicas compiten por los recursos que necesitan. Meta Platforms Inc., por ejemplo, ha contratado agresivamente a investigadores de OpenAI y otros laboratorios de primer nivel para su nuevo equipo de “superinteligencia”, ofreciendo paquetes salariales de nueve cifras.
Una venta secundaria podría ayudar a OpenAI a incentivar a su personal para que se quede en la empresa y rechace esas generosas ofertas de compensación.
Las principales empresas emergentes estadounidenses suelen negociar la venta de acciones para sus empleados como forma de recompensar y retener al personal, así como de atraer a inversores externos. OpenAI busca aprovechar la demanda de los inversionistas para proporcionar a los empleados una liquidez que refleje el crecimiento de la empresa.
El importe total de las unidades elegibles vendidas en el mercado secundario no alcanzó los más de US$ 10.000 millones en acciones que la empresa permitió vender, según dijo la persona familiarizada con el asunto, que habló bajo condición de anonimato, ya que la información es privada. Eso podría significar que los empleados actuales y antiguos están demostrando su confianza en la viabilidad a largo plazo del negocio, añadió la persona.