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El giro de Matthei para reencantar al electorado y sentar las bases para renovar a la derecha

Con la incorporación de figuras jóvenes, descontaminadas de los conflictos de su sector, sumada a las propuestas sociales para la clase media, no sólo busca impedir una derrota histórica de la derecha, sino sentar las bases sobre las cuales ésta debería rearticularse.

Por: Por Blanca Arthur
 | Publicado: Sábado 30 de noviembre de 2013 a las 05:00 hrs.
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Conocidos los resultados de la elección del domingo 17, tanto Evelyn Matthei como su comando, celebraron el paso a la segunda vuelta, aunque de inmediato entendieron que el desafío que les esperaba era especialmente complejo. La distancia que quedó frente a Michelle Bachelet era de tal magnitud, que era prácticamente irremontable.

Como no podían amilanarse por el riesgo de sufrir una derrota histórica en el balotaje, asumieron que lo primero que debían hacer era tratar de recuperar los 10 puntos de diferencia que marcaron los parlamentarios de la Alianza -los que obtuvieron 600 mil votos más que la abanderada presidencial- mientras paralelamente debían buscar la forma de atraer a aquellos electores que, sin sentirse identificados con la oposición, no participaron básicamente por estar desafectados con la política, sobre todo con su propio sector.

Es en ese contexto que, consciente de estar contra el tiempo, la candidata remozó a las pocas horas su equipo de campaña, incorporando en la primera línea a rostros jóvenes, a quienes les encargó liderar esta etapa final, la que se centraría en propuestas sociales focalizadas especialmente a beneficiar a la clase media.

Con el cambio en el elenco, como también con el relanzamiento programático -donde las nuevas figuras aparecieron cumpliendo un papel protagónico- la apuesta de Matthei es intentar reencantar al electorado que, como consecuencia de múltiples factores, mostró un claro distanciamiento con la derecha, a pesar de haberle otorgado el triunfo hace cuatro años. Es la fórmula con que la candidata junto a su entorno más próximo, no sólo esperan acercarse al 40% -que es la expectativa que manejan para el balotaje- sino sentar las bases sobre las cuales consideran que debería rearticularse su sector.

Renovación del equipo 


Como lo ha reconocido la propia Evelyn Matthei, una de las conclusiones después del magro 25% obtenido en la primera vuelta, fue que las peleas políticas son las que hacen que la gente se resista a participar en las elecciones, idea en la que abundó quien fuera su generalísimo, Joaquín Lavín, cuando afirmó que uno de los mensajes recibidos el domingo 17 fue que la gente pedía renovación.

Fue ése el diagnóstico que ambos compartieron el lunes 18, momento en que este último le planteó a la candidata que la única posibilidad de remontar, era apostando por un recambio en el equipo, entregándole el protagonismo a figuras de una generación sub-40, que no estuvieran marcadas por el pasado ni por rencillas personales.

Como eso implicaba que el propio Lavín diera un paso al costado, para Matthei no era fácil, porque estimaba que era el único que la había acompañado realmente desde el primer momento, pero coincidió con él en cuanto a que el desafío que la esperaba requería un gesto de audacia, como era entregarle la campaña a rostros descontaminados de los conflictos de la derecha.

En dicho análisis no dejó de considerarse, también, que el triunfo en las senatoriales de la Región Metropolitana, tanto de Manuel José Ossandón como de Andrés Allamand, podría significar un incordio para esta etapa, por la posibilidad de que si se restaban de la campaña -como de hecho ocurrió- el tema coparía la agenda, haciendo imposible superar la imagen de falta de unidad, lo que conspiraba contra sus propósitos.

Fue en ese cuadro, donde para impedir, además, que la candidata apareciera abandonada por algunos de los principales personeros de su coalición, se decidió acudir a figuras de la generación de recambio, para lo que se eligió a algunos nombres que contaran con experiencia en el gobierno, en el Congreso o en los municipios, aparte de haber sido validados electoralmente. Con la idea de que quedaran representados la UDI, RN, más Evópoli, se nominó al alcalde Rodrigo Delgado, a la diputada Karla Rubilar y al ex ministro y diputado electo Felipe Kast para que comandaran un equipo de 12 representantes de las nuevas generaciones.

Con dicha apuesta, junto con sacar del primer plano a los presidentes de los dos partidos, que a estas alturas era poco lo que podían aportar, la decisión de Matthei apuntó también a mostrar que personas que pudieran tener diferencias o matices frente a distintos temas, podían trabajar juntos sobre la base de un ideario común.

Como lo reconocen ellos mismos, el mandato no fue sólo para los 20 días de campaña, porque la propia candidata fue clara en plantearles que su nombramiento buscaba que se hicieran responsables de la política de la centro-derecha para los próximos 20 ó 30 años, en el entendido que los resultados electorales demandaban un recambio de los actuales dirigentes.

Mirar a la clase media


En palabras de Kast, la petición de Matthei no fue que construyeran un slogan, sino un proyecto político de largo plazo liderado por las generaciones más jóvenes, partiendo de la base que éstas tienen una mirada más acorde con las nuevas realidades del país.

Pero como el desafío más inmediato es enfrentar de la mejor manera la elección del 15 de diciembre, el grupo se abocó a aportar algunas de sus ideas para el relanzamiento del programa, las que se incorporaron a las 30 medidas que se dieron a conocer esta semana, que apuntaron fundamentalmente a beneficiar a los sectores de clase media.

Conscientes de que una de las carencias que han tenido como sector ha sido la falta de una agenda clara de contenidos para el futuro, en el escenario que se diseñó para el balotaje, se buscó que el remozado equipo del comando apareciera liderando las propuestas con énfasis en lo social, las que centradas en tres ejes -más oportunidades, solidaridad, fin los abusos- pudieran considerarse como la base del ideario con que la centro-derecha debería enfrentar los problemas del país.

Como indican en el comando, la idea es mostrar que ellos entienden que la realidad exige que se produzcan cambios, pero con énfasis que difieren a los que plantea el programa de la Nueva Mayoría, porque consideran que éste no necesariamente responde a las demandas sociales que están centradas fundamentalmente en los sectores medios.

En esa línea, los cálculos de la candidatura de Matthei son que Bachelet logró penetrar con más fuerza en los sectores tanto rurales como populares, por lo que la clase media no se sentiría enteramente interpretada por sus propuestas, lo que abrió espacio para proponer soluciones a los problemas de ese segmento, como fueron las que se plantearon en el relanzamiento programático el miércoles.

Legado unitario


Con realismo, la propia abanderada presidencial, como su entorno, saben que a pesar de los cambios que se han introducido para enfrentar esta etapa, el triunfo es inalcanzable, considerando que a su contrincante le faltan sólo tres puntos para llegar al 50% que requiere, mientras Matthei debería subir 25, lo que parece utópico.

Por eso la meta autoimpuesta para el próximo domingo 15 de diciembre es acercarse al 40% que es el piso de la derecha, para lo que gran parte de las expectativas están centradas en lograr que la gente acuda a votar, a pesar de la falta de estímulo que genera una elección con resultado conocido.

Es en ese escenario donde la principal preocupación apunta a que la agenda no sea capturada por las peleas internas, como la situación generada por el senador de RN, Antonio Horvath, las declaraciones de Manuel José Ossandón o la ausencia de Allamand, porque el diagnóstico compartido es que los conflictos, sobre todo cuando esconden proyectos personales, son los que más espantan al electorado.

Es por eso que en el comando de la abanderada oficialista la gran apuesta está en que el liderazgo de las figuras jóvenes que se hicieron cargo de la campaña, pueda atraer a quienes no se identifican con la candidatura de Bachelet, en la medida en que perciban al menos una posibilidad de que existe otra opción, que no es la de la derecha tradicional marcada por las rencillas entre sus dirigentes.

Como indican algunos de sus cercanos, la esperanza de Matthei, al final, es que pese a su anunciada derrota, su incursión presidencial al menos le permita dejar como legado el inicio de la renovación de su sector.

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