Gobierno

El estilo de Bachelet en crisis

Por su manera de ser desconfiada, no ha empoderado a su ministro del Interior, Jorge Burgos, lo que atenta contra un plan político para enfrentar la situación actual.

Por: Blanca Arthur | Publicado: Viernes 19 de junio de 2015 a las 04:00 hrs.
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Cuando la presidenta Michelle Bachelet decidió finalmente cambiar el gabinete, se pensó que había dado un paso decisivo tendiente a buscar un camino de salida a la crisis de confianza que había hecho imperiosa la reestructuración de su equipo. Como el cambio era una demanda generalizada, el nombramiento de los nuevos ministros encontró una buena acogida en todos los sectores, desde donde hubo disposición a colaborar en la tarea que éstos debían enfrentar. Pero los mismos que centraron sus esperanzas en el equipo que asumió hace poco más de un mes, reconocen que sus expectativas no se han cumplido, porque el gobierno se mantiene sin una conducción política clara que dé cuenta del rumbo que quiere tomar.

La principal causa que se percibe para ello, es que por una parte la Presidenta no tiene un plan político definido, pero tampoco parece dispuesta a empoderar a sus ministros, comenzando por el titular de Interior, Jorge Burgos, quien a pesar de su reconocida experiencia, no ha podido asumir el manejo político que le correspondería por su cargo. Como indican en todos los círculos, es el estilo de Bachelet el que lo impide. Un estilo esencialmente desconfiado que no le permite compartir el poder ni las decisiones, lo que en una situación crítica como la actual, conspira contra cualquier intento por superarla.

Burgos sin poder
Es sabido que el ministro Burgos, a diferencia de lo que ocurría con Rodrigo Peñailillo, no pertenece al círculo bacheletista, ni ha sido nunca cercano a la mandataria. Pero desde el momento en que lo nominó, se supuso que estaba dispuesta a delegarle parte del poder para que pudiera articular una agenda que sacara al gobierno de la crisis en que está, que fue el propósito para el que se cambió al gabinete. Pero la realidad indica que ello no ha ocurrido. De hecho, luego de marcar presencia apenas asumió, en que dio indicios de su disposición a ejercer en plenitud la jefatura del gabinete, Burgos no ha logrado posicionarse enteramente en su cargo.

Quienes conocen los secretos de palacio, indican que aun cuando mantiene un contacto directo con ella, Bachelet no le ha delegado el poder que requiere para asumir la conducción política propia de su cargo de ministro del Interior.

Cuentan que en contra de la tarea de Burgos, estaría jugando la creciente autoridad que ha concentrado la jefa de gabinete de la mandataria, la socialista Ana Lya Uriarte, reeditando el diseño de un poderoso "segundo piso", tal como ocurrió durante el primer gobierno bacheletista, cuando esas funciones las desempeñó Peñailillo. En este esquema, Uriarte sería partidaria de que Bachelet no delegue su poder en el gabinete, partiendo del supuesto que la forma de enfrentar la crisis es con ella apareciendo como quien lidera la agenda. Uno de los problemas concretos que habría enfrentado Burgos, es que no concordó con la línea impuesta por la Presidenta para encarar el lío de la llamada precampaña que derribó a su antecesor, porque el ministro era partidario de no negar, sino de sincerar lo que había ocurrido, con el argumento de que la tesis de la negación le ha jugado en contra porque tal como confirman las encuestas, no es creíble.

Como no fue ése el criterio presidencial, puesto que la mandataria insistió en su postura de reiterar que ella nunca supo ni ordenó nada de lo que se hizo antes de aceptar su candidatura, se habría producido un distanciamiento de ella con su ministro, lo que ha significado que éste tampoco esté jugando un papel determinante en las decisiones, como los nombramientos que están pendientes, comenzando por el del sucesor del renunciado ministro Secretario General de la Presidencia, Jorge Insunza, con quien deberá hacer equipo.

Preocupación oficialista
El estilo presidencial preocupa especialmente al oficialismo, desde donde perciben con inquietud que la concentración del poder en la Presidenta, sobre todo considerando el precario respaldo con que cuenta de acuerdo a todas las encuestas, no es la forma adecuada para encarar una situación como la que enfrenta el país.

En esa línea, personeros de la Nueva Mayoría apuntan a que si no delega, la actual crisis podría profundizarse aún más, porque no parece factible que Bachelet solo con Uriarte puedan poner en marcha un plan político como el que se requiere, en parte porque no lo tiene, pero además, porque es la tarea que le corresponde liderar al ministerio encabezado por Burgos.

Desde el oficialismo hay quienes apuntan a que el diseño debería ser precisamente el contrario al que impulsa el "segundo piso", donde la Presidenta actúe más como una Jefa de Estado, mientras las tareas propias de gobierno se las entregue al ministro del Interior, que fue la fórmula que le redituó a fines de su primer gobierno cuando asumió dicha cartera Edmundo Pérez Yoma.

Pero como no parece que sea la decisión actual, los dirigentes de los partidos políticos no ocultan su inquietud en cuanto a que este esquema implique, además, que se continúe con la prescindencia total de ellos, sin considerar la importancia que éstos tienen como base de sustento para gobernar, entre otras cosas porque son los que pueden sacar adelante sus reformas.

De hecho, muchos de sus máximos dirigentes, incluida la presidenta del PS -partido de la mandataria- Isabel Allende, han explicitado las críticas al distanciamiento con los partidos, cuestionando principalmente lo que llaman el "secretismo" con que actúa Bachelet, que no sólo no los consideró en el cambio de gabinete, sino tampoco ahora los ha hecho partícipes de los nombramientos que están pendientes, al menos como ellos esperan.

No pocos en la coalición de gobierno indican que muchos problemas no habrían ocurrido si es que la Presidenta no los hubiera marginado como lo hizo, tanto en la campaña como después de asumir, cuando optó por compartir el poder solamente con Peñailillo que formó un grupo que no respondía a ninguna lógica partidista, con las consecuencias conocidas.

En ese contexto, incluso algunos perciben que si no se considera a los partidos, se puede producir una desafección con el gobierno, recordando lo que ocurrió en el anterior mandato bacheletista, cuando una actitud similar terminó con el éxodo de destacados personeros tanto de la DC, como Adolfo Zaldívar junto a un grupo de diputados, además de algunos socialistas como Jorge Arrate o Marco Enríquez- Ominami.

El poder en sus manos
Pero todo indicaría que Bachelet no está dispuesta a compartir el poder, ni tampoco a considerar a los partidos, entre otras cosas, porque su arraigada desconfianza se ha acrecentado como consecuencia de los problemas que ha debido enfrentar, por lo que nada hace presumir que cambie su estilo secretista, aun cuando sus efectos terminen jugándole en contra.

Tanto es así que, pese a que los partidos han planteado que con otra actitud no habría ocurrido el problema del ministro Insunza, la Presidenta no ha cambiado su esquema para nominar a su sucesor. Porque a pesar de que habría dado algunos indicios para impedir que se critique el nombramiento, la dilatada decisión la está tomando sola, de acuerdo a sus propios criterios.

Una prueba de que no parecería dispuesta a cambiar su estilo de mantener concentrado el poder, es que estaría pensando en nombrar en la Segpres a Nicolás Eyzaguirre, como una forma de tener en el equipo político a una persona de su estricta confianza, como lo es el actual ministro de Educación, o bien al canciller Heraldo Muñoz, con quién estrechó

Cual sea la decisión que tome, las preocupaciones siguen radicadas en que si no está en su ánimo delegar parte del poder en su equipo ministerial, difícilmente se podrá salir de la crisis porque nadie discute que la Presidenta sola, no está en condiciones de establecer un plan político que cambie la agenda, menos cuando la situación amenaza con mantener en primer plano el tema de la precampaña, después de que la Fiscalía entró de lleno a indagar lo ocurrido al citar a declarar a Peñailillo.

La expectativa de algunos es que precisamente esta situación termine por persuadirla a empoderar a su equipo político liderado por Burgos, para que éste asuma la conducción política que el estilo presidencial ha impedido. 

Con evidente molestia, Presidenta pide que "terminemos con la lesera"

La presidenta Michelle Bachelet respondió con evidente molestia las consultas de la prensa respecto del nombramiento del nuevo ministro de la Secretaría General de la Presidencia (Segpres), cuyo cargo está vacante desde hace 12 días desde la renuncia del PPD, Jorge Insunza. En momentos en que la gobernante ingresaba a Palacio, tras visitar la Feria Expo Turismo -que se lleva a cabo en la Plaza de la Constituciónfue abordada por los periodistas ante quienes se detuvo para responder a las consultas sobre la demora en el nombramiento del nuevo titular de la Presidencia.

Resguardada por gran parte de su equipo de asesores y de seguridad, hizo un alto en medio de un círculo de fotógrafos y camarógrafos que la rodearon, por lo que se vio casi obligada a detenerse. Allí, sin pausa y con evidente tono de molestia se hizo cargo de las presiones del mundo político y especialmente del bloque oficialista por el pronto anuncio del nuevo nombre de la Segpres.

"Voy a nombrar ministro, ministra cuando crea que es lo conveniente, cuando crea que hay una persona que cumple con las características. Porque saben qué más: yo nombró rápido y hablan de improvisación, si me demoro, dicen que me demoro, terminemos con la lesera", subrayó la mandataria.

Además, la Presidenta aclaró que la Segpres "no está acéfala" pues "hay una subsecretaria que está de ministra subrogante y se está trabajando como siempre". Al ser requerida por la situación por la que atraviesa el ex ministro Rodrigo Peñailillo, no quiso contestar las preguntas y entró raudamente a sus dependencias.

Tras esto, el ministro del Interior, Jorge Burgos, se encargó de reafirmar lo dicho por la mandataria, asegurando que "de repente hay que evaluar las alternativas que tiene la Presidenta, la evaluación tiene que ser rigurosa y va a tomarse la decisión". Anoche, la presidenta sostenía una reunión con su equipo de ministros políticos, donde podrían haber tratado este y otros temas relacionados a la agenda legislativa.

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