Economía y Política

La dura disputa Allamand - Longueira

Como parte de su estrategia han mostrado el ánimo unitario que reclaman sus potenciales electores, aunque como el resultado es incierto, la pelea también es ruda.

Por: | Publicado: Lunes 17 de junio de 2013 a las 05:00 hrs.
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Por Blanca Arthur



Cuando el tiempo corre inexorablemente hacia la confrontación final en las primarias del próximo 30 de junio, nadie en el mundo político del oficialismo apuesta siquiera a que se trata de una carrera corrida.

Es que más allá de las cuentas que sacan en uno u otro comando -como las encuestas en que dan ganador al abanderado de RN o que la máquina UDI le dará el triunfo a su candidato- lo cierto es que existe coincidencia en que se trata de una elección competitiva, donde los dos candidatos están jugando sus últimas cartas, sin que ninguno logre dispararse.

Es la sensación que existía antes del debate, la que no cambió después de la performance de ambos, donde unos y otros reconocieron que tanto Andrés Allamand, como Pablo Longueira, mostraron sus capacidades como los políticos experimentados que son.

En esa línea, quizás lo que más llamó la atención fue cómo ambos se esmeraron en destacar sus coincidencias, impidiendo en todo momento que alguna afirmación recordara las tensiones que han marcado la historia de sus partidos con ellos mismos como protagonistas.

Conscientes de que el actual desafío que enfrentan es atraer al máximo de electores de su propio sector, saben que no pueden romper la imagen de unidad que éste siempre reclama, menos después del negativo impacto que produjo la disputa que se generó en torno a la caída de la candidatura de Laurence Golborne.

Tanto es así que ninguno de los dos, ni tampoco los representantes de sus comandos, han dudado en manifestar que cual sea el que gane, se jugará para sumar el máximo de fuerzas con el fin de enfrentar de la mejor manera la complicada elección en que deberán enfrentar a Michelle Bachelet.

Pugna por liderazgo


Eso no quiere decir que, pese a ese ánimo unitario que se han propuesto exhibir para no espantar al electorado de centro derecha, la disputa por las primarias esté desatada.

Es que como admiten en el mundo político, la meta real tanto de Allamand como de Longueira es ganar la contienda del 30 de junio, porque los dos saben bien que es allí donde se están jugando todo, comenzando por su propio futuro.

Con una historia común de liderazgo en sus partidos, que los ha hecho soñar desde siempre con aspirar a La Moneda, ninguno desconoce que el que triunfe tiene la posibilidad de consolidarse e incluso sepultar las aspiraciones del otro.

Y si a eso se agrega que además del liderazgo personal de ambos candidatos, también está en juego la hegemonía del sector que representan, la pugna ha comenzado a asomar con más fuerza en los últimos días, especialmente entre los representantes de los comandos que se acusan recíprocamente de actitudes tendientes a perjudicar a sus respectivos candidatos.

Es la actitud propia de quienes saben que están frente a una dura competencia, donde saben que cualquier pequeña ventaja puede ser determinante.

Es lo que ha sucedido con el respaldo que esperan del gobierno, sobre todo luego de que la estrategia de ambos comandos coincide en que, como los potenciales electores de las primarias están conformes con la actual gestión, es importante mostrar el máximo de cercanía con éste.

Prueba de ello son las tensiones que se han suscitado, las que comenzaron cuando tras el anuncio de la salida del ministro de Cultura, Luciano Cruz-Coke, para sumarse a la candidatura de Allamand, la UDI reclamara hasta lograr una suerte de empate con el desembarco del titular de Desarrollo Social, Joaquín Lavín, como generalísimo de Longueira.

Apoyo de la vocera 
vs. despliegue gráfico


En esa misma línea, tampoco la UDI dejó pasar las declaraciones de la ministra Cecilia Pérez reconociendo, como militante RN, que su candidato era Allamand, mientras en paralelo la furia de RN se desató por el golpe de Longueira al iniciar un despliegue gráfico en que aparece junto al presidente Sebastián Piñera.

Como La Moneda ha ratificado su actitud de prescindencia frente a los dos abanderados que representan al oficialismo, a lo que se agrega que ambos tienen fundamentos para intentar ganar en ese espacio, ambas candidaturas optaron por focalizarse en otra dirección para marcar aquellas diferencias que podrían otorgarle el triunfo.

La pelea más de fondo que se ha ido cristalizando en los últimos días -lo que quedó de manifiesto en el debate- es cómo cada uno de ellos intentará persuadir a los electores que es el mejor candidato para lograr una buena performance frente a Bachelet.

Es en este tema donde ha comenzado a aflorar una diferencia entre lo que postula Allamand en cuanto a que él, considerando su perfil más moderado, es capaz de conquistar ese centro político que -como planteó- estaría siendo expulsado de la Concertación, afirmación que contrasta con la tesis de Longueira de que lo importante es atraer a lo que han llamado el centro social, o derecha popular, que con el trabajo de la UDI ha permitido que el sector que representan se empine al 50% en todas las últimas elecciones.

Cual sea el argumento que logre persuadir con más fuerza en el electorado oficialista, es probable que juegue un papel determinante, como también lo será el respaldo de los partidos o la empatía que consigan los candidatos para atraer a un electorado que es común.

Como desde que se estableció el voto voluntario las encuestas perdieron su capacidad de predicción, nada se sabrá antes de las primarias, donde ni la distancia entre ambos, ni menos la diferencia con la participación que tenga la de la oposición, será intrascendente para esta lucha entre los dos líderes más potentes del oficialismo.

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