Ignacio Sánchez y la academia: "No se trata de llenarnos de cursos de ética, sino de tener una reflexión sobre nuestras decisiones diarias"
El académico y médico pediatra advierte que tras la crisis social existe una cultura de los abusos y destaca el papel de la universidad en la formación ética de los profesionales.
Por: Renato García J.
Publicado: Lunes 25 de noviembre de 2019 a las 04:00 hrs.
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Desde su puesto al frente de una de las principales universidades del país, Ignacio Sánchez, ha sido testigo en primera fila de algunos de los mayores procesos de transformación social de los últimos años. Y el rector de la Pontificia Universidad Católica no ha eludido asumir posiciones en temas complejos, desde las movilizaciones estudiantiles contra el acoso, hasta la objeción de conciencia de los médicos frente al aborto, aunque muchas veces esto le haya significado quedar en el centro de la polémica.
Hoy, desde su oficina en Casa Central, ve desfilar casi a diario por la Alameda a miles de personas en demanda por mejoras sociales, marchas que muchas veces terminan en protestas violentas. Y tampoco en esta ocasión ha quedado al margen de las controversias. Su cerrada defensa a los estudiantes que se manifestaban en el Campus San Joaquín lo llevó a críticar duramente a Carabineros. Sus denuncias de uso excesivo de la fuerza fueron desmentidas por la institución a través de un comunicado oficial.
"Carabineros ha sido un frente de mucha pugna y de mucha crítica por los excesos y atropellos a Derechos Humanos. Nosotros lo hemos hecho ver desde nuestra universidad desde los primeros días", insiste.
Sánchez, que ahora afronta el desafío de una campaña para su segunda reelección, reconoce que se ha perdido el respeto a la función policial, pero asegura que para recuperarlo, primero es necesario devolverle el prestigio perdido.
"Sin duda que la labor de Carabineros es clave para la mantención del orden público, porque de otra manera, quién defiende a las personas frente al saqueo? ¿Quién defiende a las personas frente a agresiones?".

Son falencias que afectan a mucha gente
-Usted es médico. ¿Tiene un diagnóstico de lo que ha ocurrido en el país?
-Son varias caras. La primera es que evidentemente existen demandas muy sentidas e importantes que surgen de la inequidad y precariedad en temas muy sensibles como pensiones, salud y educación. El estallido social se vuelve masivo porque son falencias que afectan a mucha gente. Una segunda cara son los grupos organizados, violentistas, y delincuentes que aprovechan las manifestaciones para esconderse y de manera coordinada producir destrozos con violencia extrema. La tercera es el tema constitucional, que no estuvo en el origen, pero al poco andar surgió consenso sobre la necesidad de revisar la Carta Constitucional y celebro el pacto alcanzado en ese sentido por la clase política.
Un cuarto elemento, muy impredecible, es el riesgo de que los grupos más extremos, desconociendo cualquier acuerdo, intenten evitar el retorno a la normalidad. Y con normalidad no quiero decir volver a lo de antes. Nadie quiere eso porque se requiere avanzar en justicia y equidad, pero la gente sí quiere poder volver a desplazarse normalmente, recuperar sus horarios normales, y sobre todo, el fin de la violencia.
-¿Enfrenta Chile una encrucijada? ¿Es optimista o pesimista?
-Optimista. Ha sido un remezón muy fuerte para toda la sociedad, pero como país hemos salido de momentos difíciles antes y podemos volver a hacerlo ahora, si sentamos las bases de un nuevo trato, poniendo fin a los abusos que hemos conocido de corrupción y contra la dignidad de las personas.
Pero además, debemos aprender a escuchar. El gobierno, los políticos, los empresarios, las universidades y las distintas instituciones no escuchamos a la población y sus carencias. Y tenemos que fortalecer nuestras instituciones. Cuando éstas no existen es muy difícil mantener una democracia.
La confianza se puede reconstruir
-¿Y cuál es el riesgo si el país toma el camino equivocado?
- La pérdida de la democracia y el imperio del más fuerte. Y nosotros sabemos a dónde lleva eso: a la desintegración social. Si no entendemos esto y solo ponemos un parche a esta crisis sin una solución más profunda, en tres años más el estallido será mucho mayor.
-Usted es pediatra, no siquiatra, pero sabe que los países también tienen una psiquis y estos días han dejado una marca muy profunda ¿Cómo se avanza a una mayor integración con las confianzas rotas?
-No soy siquiatra, pero como médico puedo decir que estas situaciones provocan traumas sociales, debido a la alta exposición a la violencia. No sólo ahora, sino que hacia adelante, aumentarán las personas que sufrirán trastornos de salud mental. En estas situaciones, individuos que están al límite de su estabilidad emocional, muchas veces se quiebran por eventos traumáticos en el entorno.
La Encuesta Bicentenario de la universidad lleva casi 14 años y muestra que la confianza en Chile es más baja que en otros países, mucho más baja que en Europa. Si antes de esta crisis ya teníamos un problema de confianza, ahora mucho más, porque hemos visto temor, polarización, radicalización e intolerancia. Pero la confianza se puede reconstruir. Se requiere tiempo y tenemos que ser proactivos. Se desconfía de lo que no se conoce porque tenemos miradas preconcebidas. Cuando vamos conociendo a las personas esas situaciones preconcebidas empiezan a caer. Pero alguien tiene que dar el primer paso. Que cada uno lo haga, saludando, ofreciendo ayuda.
-Usted también es profesor. La educación es aprender, memorizar y reflexionar, pero también saber gobernarse, tener disciplina, sentarse a estudiar. Y la violencia es todo lo contrario. En ese sentido, ¿qué nos dice la violencia sobre la educación en Chile?
-La educación incluye valores como el interés en el país, los valores democráticos y de respeto.
Hemos visto incluso desde niveles escolares, que los cursos que tienen una metodología basada en el respeto a los profesores y el orden tienen muchísima mayor capacidad de aprendizaje que en los colegios donde no se respetan las normas de conducta en la sala.
-¿Se ha resentido la disciplina en las salas en favor de una mayor expresión individual?
-Hay algunas manifestaciones externas como usar o no uniforme, que pueden ser perfectamente válidas. El tema es cuáles son los límites que nos ponemos, porque de lo contrario se alcanzan extremos como los que vimos en el Instituto Nacional, donde durante meses un grupo de 30 o 40 estudiantes capturó esa institución, haciendo imposible que pudiera desarrollar sus labores. Pero hay que echar el tiempo atrás y preguntarse dónde se nos fue el límite, porque cuando hay encapuchados en los techos tirando bombas molotov el límite se pasó hace mucho. Las universidades e instituciones del país debemos estar muy atentos a que no se corran esos límites y el principal límite es el respeto al otro.
Las élites
-Buena parte del descontento está dirigido contra las élites, como grupos cerrados y excluyentes y también la universidad ha sido criticada en ese sentido. Pero la educación también produce una élite entendida como la capacitación de profesionales de excelencia.
¿Cómo se plantea la universidad ante este dilema?
-Debe ser lo más inclusiva posible para todos quienes quieran estudiar y esforzarse, independiente de su origen. Hoy tenemos en esta universidad 40% de estudiantes que provienen del sector municipal o particular subvencionado y queremos seguir avanzando. El Estado tiene que preocuparse de los más vulnerables aumentando la protección social, pero tenemos que seguir apostando al esfuerzo personal. No podemos nivelar hacia abajo. No hay ninguna posibilidad de avanzar en la vida sin esfuerzo. Si un estudiante vulnerable entra a esta universidad, saca una carrera profesional y después se desempeña como un profesional exitoso, es producto de su esfuerzo personal. Si el rechazo es contra gente que ha tenido éxito porque se esforzó es una muy mala demanda.
-Muchos profesionales que están desempeñándose hoy en buenos puestos son los primeros de su familia. ¿Por qué esa gente, que salió adelante gracias al sistema, no valora necesariamente el sistema que le permitió llegar adonde está?
-Efectivamente, a nivel de educación superior, en Chile hay cerca de 70% de estudiantes que son primera generación. Creo que eso sí se valora, pero de otra manera. La gente no se compara con la situación de sus padres, sino con el de al lado. Es un tema de expectativas y del consumismo. Una de las características más nefastas de un sistema tan individualista, es la comparación con el otro. La comparación debe ser con uno mismo, cómo soy yo hoy respecto de hace un año. Cuando empieza la comparación con el vecino aumenta la frustración y se transforma en una carrera de tener cosas superfluas que no dan tranquilidad emocional.
- Y esta carrera no solo produce frustración sino que puede llevar a cometer abusos...
- Ahí está la formación ética de la universidad. Los abogados que acceden a información privilegiada, los médicos que pueden caer en ensañamiento terapéutico, los ingenieros comerciales en el mundo de los negocios. No se trata de llenarnos de cursos de ética, sino de tener una reflexión sobre nuestras decisiones diarias. Tenemos que plantear los dilemas que nuestros estudiantes van a enfrentar y de los cuales hemos conocido una y otra vez casos de colusión y malos comportamientos.
- Y afecta igualmente a personas de ingresos altos...
- En el consumismo no hay límites porque siempre alguien tiene más que uno y siempre se puede querer más. Si las personas quieren adquirir esos bienes está muy bien, pero que no vivan solo para eso, porque no les va a producir un desarrollo. Se requiere un sentido de trascendencia, sea lo que sea en lo que la persona crea, puede ser cristiana, musulmana o un humanista sin credo religioso, pero debe cultivar algo trascendente, porque en la medida que la persona es más profunda tiene una reserva que le va a permitir transitar, por ejemplo, por crisis como estas.
- Esto supone una crítica al capitalismo que necesita siempre generar mayor consumo para sostenerse...
- Los bienes productivos y las industrias tienen que existir y desarrollarse, pero con una mirada hacia el hombre, de cómo potenciar su desarrollo y cuidar el medio ambiente. Debemos avanzar a una sociedad más sustentable, en el cuidado de la casa común, como dice el Papa Francisco, tanto del medio ambiente como del orden social, porque esto es un tema socio-ambiental, no solamente el clima, sino también en cómo nos relacionamos socialmente. Un país no puede ser sustentable si no tienen cohesión social, y no puede haber cohesión social si en la base no hay justicia y equidad en el trato de sus habitantes.
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