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Proyecciones financieras y económicas 2016

Por: | Publicado: Jueves 10 de diciembre de 2015 a las 04:00 hrs.
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Estamos llegando a fin de año y por lo tanto, las proyecciones financieras y económicas para el próximo período han alcanzado la mayor relevancia, porque se utilizan para elaborar planes y presupuestos.

El bombardeo de números e informes es importante, y aunque son indispensables, la experiencia muestra que con el correr del tiempo la mayoría termina estando un poco o bastante desviados, incluso los más reverenciados. Y los que aciertan, desde luego, no son siempre los mismos. Ni las necesarias y sucesivas correcciones posteriores a las proyecciones originales logran ocultar este hecho manifiesto, ni los errores restan utilidad al proceso predictivo. Conviene ser tolerante, pero sin perder las perspectivas.

En este sentido, es conveniente ir más allá de los números específicos y fijarse a dónde apuntan los factores más importantes que determinan la evolución de las principales variables financieras y económicas. A menos que la situación sea muy evidentemente adversa, como a fines de 1998 o de 2008, lo usual es que los pronósticos para el año siguiente sean mejores (o en el peor de los casos, similares) a las del actual. Ahora bien, puede darse el caso que cueste encontrar un elemento único determinante, lo que dificulta una conclusión contundente.

Repasemos muy brevemente, y sin ser exhaustivos, los factores relevantes que enfrentará nuestra economía en 2016. En primer lugar, los términos de intercambio. Muchos estudios pronostican un deterioro adicional en el precio del cobre el próximo año, difícilmente compensable por otros precios. Esto no sólo afecta el gasto fiscal y el comportamiento de la inversión minera, sino que tiene un impacto más amplio, que se transmite a través de varios mecanismos.

En segundo término, la política económica será menos estimulante en 2016. Si bien la política monetaria y la fiscal seguirán siendo expansivas, y a pesar de las discusiones que se pueden tener respecto a su impacto real, sus aportes serán menos intensos.

En tercer lugar, pero de gran relevancia, está el asunto de la confianza de consumidores y empresas. Aunque no estamos en recesión, los indicadores de confianza sí parecen estarlo. Se podrá dudar si ese es un pesimismo justificado o excesivo, pero eso cambia bien poco sus consecuencias. Ahora, si las variables económicas “duras” son difíciles de pronosticar, la confianza lo es mucho más. Un hecho es cierto: con esos niveles de confianza hace más difícil esperar una gran recuperación de variables económicas importantes.

Finalmente, hay que mencionar algunos factores favorables, aunque ya estén considerado dentro de los anteriores: probablemente el crecimiento global será un poco mayor que este año, el precio de la energía importada será menor, ha disminuido el riesgo hídrico, el ajuste cambiario ha demostrado persistencia y tal vez aparezcan otros elementos estimulantes en el curso del año.

¿Indica este panorama que el desempeño de las inversiones de cartera será adverso en 2016? No hay que olvidar que las bolsas y los instrumentos de deuda de largo plazo no siguen necesariamente el comportamiento de la actividad, sino que frecuentemente es al revés. Aunque esto último tampoco es cierto siempre, sí se puede afirmar que aquello de que “al bien tiempo buena cara” en inversiones suele haber alguna manera de aplicarlo.

Además, las alternativas de inversión en el extranjero siguen siendo atractivas, como lo han sido en los últimos años, si bien en mercados como el accionario estadounidense, la selectividad será esencial, debido a los precios. Las opciones de Europa y varios mercados de Asia siguen plenamente vigentes.

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