Ampliación de la frontera agrícola y desarrollo de “cultivos energéticos” paliarían la escasez hidríca

POR PAULA PEÑALOZA



El aumento de la temperatura en nuestro país, de cerca de 1°C en los próximos 30 años, y la reducción de las precipitaciones anuales entre las regiones de Valparaíso y Los Lagos (en torno al 30% a finales de siglo), han planteado nuevos modelos socioenergéticos y la ampliación en el uso de los suelos para mejorar la productividad del sector agrícola, indica Manuel Paneque, jefe de Laboratorio Bioenergía Universidad de Chile, en el marco del “Seminario Cambio Climático y su impacto en la Agricultura”, que se realiza hoy en el Duoc UC de Puente Alto.

En ese sentido, el desarrollo de cultivos con energías renovables se vislumbra como una alternativa para utilizar terrenos poco exigentes y áridos en la agricultura, fundamentalmente la biomasa, que permite desplazar a los combustibles fósiles y estabilizar las concentraciones de CO2 producidas y emitidas en la generación de energía.

“El CO2 liberado en la combustión de la biomasa ha sido previamente fijado en el crecimiento de las plantas, con un balance muy favorable y que varía según los cultivos y los sistemas tecnológicos de combustión”, sostiene.

Este nuevo método permitiría aplicarse en cualquier zona del país, con un potencial de más de 1,5 millones de hectáreas. 
La expansión del desierto


La inminente expansión del desierto a zonas centrales, como la región de Coquimbo, ha influido en la reestructuración de las zonas agrícolas hacia el sur del país, comenta Gianfranco Marcone, docente de la Escuela de Recursos Naturales Duoc UC.

“En el sur el recurso hídrico no es escaso, ni se espera que lo sea en un futuro cercano”, dice Marcone, añadiendo que hoy ya existen huertos productivos en la VIII y XI regiones.

Marcone sostiene que a pesar de que nos encontramos bajo el Fenómeno del Niño, éste es débil y que hasta el momento sólo ha permitido tener precipitaciones para la producción de un año normal, pero que en la zona norte y centro, ya se manifiesta una baja disponibilidad de agua en las cuencas.