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La trampa de la educación

Ramón Molina Director Ejecutivo Instituto Minero de Educación Empresarial y Tecnología

Por: | Publicado: Miércoles 3 de octubre de 2012 a las 05:00 hrs.
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El principal desafío que enfrentará Chile la próxima década será el crecimiento. Para alcanzarlo, un elemento clave es el capital humano educado por lo que vale la pena detenerse para analizar el estado actual de la educación en Chile, y lo haré desde un marco de referencia basado en el pensamiento sistémico.



El sistema educacional chileno se caracteriza por ser cerrado, de lenta respuesta al mercado y con incentivos para autoperpetuarse. Lo anterior es producto, por una parte, de profesores sin motivación y alienados en horas interminables de clases, donde lo que manda son grupos de interés, y por otra, estudiantes de una generación que espera educación sin dolor, entretenida y permisiva.

Una combinación poderosa que nos enfrenta a lo que conocemos: un sistema de baja calidad, muy caro, con educación de volumen no diferenciada. Esto, irremediablemente, lleva a un desacople con el mercado laboral, lo que genera desempleo juvenil, frustración y los problemas que ese fenómeno acarrea como consecuencia (delitos, drogas, deserción)... Un par de veces este ciclo y comienza lo que bien hemos visto en nuestro país, una justa demanda por calidad y mejores estándares.

La respuesta clásica es que necesitamos más recursos, esa es la única solución que se escucha para todos los problemas de educación. Pero la vida no es tan simple, lo único que hace la solución fácil de incorporar más recursos, es aumentar y profundizar el problema. Los más grandes reciben más recursos, lo que aumenta el desacople, se hace más cerrado el sistema y, como sabemos, transformar un mal diseño en un éxito es imposible. Por lo tanto, más de lo mismo.

Una salida innovadora es entender el desacople de la educación con el mercado laboral, que el estado intervenga con los incentivos correctos (tipo Sence), y permitir (apostar) por programas cortos, orientados al mercado, sin grado único al final, sino que con continuidad de estudios, que respondan rápidamente y con flexibilidad a las demandas del sistema laboral. Así se produce un cambio en el mercado y este comienza a demandar trabajadores con competencias laborales y con conocimiento práctico. Y si nuevamente se produce un desajuste, nuevos programas flexibles y orientados al mercado ayudarán a cerrar la brecha.

Como están las cosas hoy, no hay tiempo ni recursos para esperar un milagro en el sistema educacional tradicional. No cambiará en el corto ni mediano plazo, y es hoy cuando Chile necesita el capital humano especializado para dar el gran salto en crecimiento. Al menos a nivel de educación técnica es una apuesta que vale la pena realizar.

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