Ayer empezó en Río de Janeiro el juicio contra el magnate brasileño Eike Batista, acusado de uso de información privilegiada. De ser encontrado culpable, el ex multimillonario arriesga trece años de cárcel, lo que lo convertiría en el primer empresario brasileño en cumplir una pena de presidio.
Tras ser imputado por la fiscalía en septiembre Batista rompió su silencio de un año concediendo una entrevista a Folha de Sao Paulo, donde declaró que volver a la clase media ha sido "un golpe gigante".
Si sus comentarios buscaban generar simpatía tuvieron un efecto completamente contrario porque fueron recibidos con una mezcla de burla e indignación en un país donde el salario mínimo es menor a US$ 300, mientras que sus ingresos mensuales rondan los US$ 380 mil.
Y lo peor es que los comentarios tampoco hicieron gracia al juez. "Él no es un brasileño de clase media porque nadie de clase media gana cerca de un millón de reales", dijo el magistrado Flavio Roberto de Souza.