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YPF: "Sin impuestos, la gasolina sería más barata que la Coca-Cola"

El presidente de la empresa dijo que, sin la elevada carga tributaria, los combustibles incluso costarían menos que el agua mineral.

Por: | Publicado: Miércoles 2 de julio de 2008 a las 11:09 hrs.
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La discusión en torno a la eliminación del impuesto a los combuestibles no es exclusiva de Chile. El presidente de Repsol YPF, Antonio Brufau, dijo que la discusión sobre la subida de los precios del petróleo no pueden reducirse al simplismo. “Es un tema muy complejo, y no hay una sola causa, sino varias que están interactuando al mismo tiempo”, comenta Brufau en una entrevista con el diario español Expansión.

Brufau enumera varias causas, entre ellas, “la dificultad creciente en extraer crudo en condiciones óptimas de rentabilidad en los países productores”. No sólo por las dificultades geopolíticas, sino por la presión fiscal. “En algunos países, los impuestos que pagan las petroleras por obtener el petróleo llegan al 90%”, comenta el presidente de Repsol. Además, es una fiscalidad creciente, que ha aumentado su presión a raíz de la subida del precio de los hidrocarburos, porque los países donde están las reservas quieren capturar más valor de ese incremento de precios.

Nuevo paradigma

También está habiendo tensiones en la demanda por el incremento del consumo en países como China. “El problema no es China en sí misma, sino que ahora se está dando una circunstancia que no se daba en otros momentos de tensión de precios”, dice Brufau. “Estamos ante un nuevo paradigma económico”, argumenta. “Ahora hay países en desarrollo que siguen creciendo en un momento en el que otras economías, como las desarrolladas, están estancadas”, comenta. “Sólo para los países emergentes hay que producir un millón de barriles más cada año”, asegura. Es decir, el consumo de petróleo es creciente siempre, aunque los países desarrollados no estén tirando de él. Esta situación, y la dificultad creciente en encontrar y extraer petróleo del suelo, está haciendo que se hable sistemáticamente del declino, un concepto que el sector petrolífero se identifica con la capacidad de regeneración, es decir, de añadir reservas y producción para cubrir la demanda.

El declino en estos momentos llega a tasas negativas de entre el 4% y el 5% anual. Con todo, lo que más sorprende a Brufau, no son los elevados precios del petróleo, sino “sus bruscas oscilaciones en tan poco tiempo”, y aunque a Brufau no le gusta hablar de “especulación, por que es una palabra muy seria”, sí que reconoce que ha habido en el último año “gran excitación financiera”. “Me gustaría creer que [el precio del crudo] se va a estabilizar”, dice. Entre otras cosas, porque las petroleras como Repsol, que tienen que arriesgar inversiones multimillonarias en buscar petróleo en países extranjeros, no consiguen más por los precios altos. Precisamente la fiscalidad creciente de los países productores es lo que actúa de tapón.

Además, hay otros mitos que tienen que soportar petroleras como Repsol en su propio territorio, es decir, en los países consumidores. En los países consumidores, son las petroleras las que cargan con las críticas del ciudadano cada vez que la gasolina sube de precio en la estación de servicio. En ese momento, nadie se acuerda de los elevados impuestos que se pagan en cada litro de combustible, y que Brufau resume de forma didáctica: “Si no existieran impuestos, un litro de gasolina o de gasoil costaría más barato que el agua mineral, o que la Coca-Cola”, dice. El problema es que el consumidor no se cuestiona lo que paga por beber, pero sí por la gasolina que le echa al coche, independientemente de qué es más necesario.

Precios razonables

Con todo, Brufau apuesta por los precios razonables. Igual de peligroso es un petróleo alto para la economía, especialmente por la inflación que genera, que vivir con precios artificialmente baratos, por el derroche que se genera en términos de eficiencia energética. “No era razonable tener el petróleo a US$ 30 el barril durante treinta años, como estuvo”, dice Brufau.

El presidente de Repsol considera que es imposible determinar a qué precio se va a estabilizar el crudo, porque los escenarios son imprevisibles. “Si de repente hay un problema geopolítico que te saca dos millones de barriles del mercado, el precio se puede disparar”, dice. En cualquier caso, lo que está claro es que “hay razones técnicas para pensar, por motivos geopolíticos, por la dinámica de la oferta y la demanda, y por los costes de extracción, en un precio alto del crudo”, comenta.

De cualquier modo, las lecciones de un precio alto son claras: “Habrá más conciencia de eficiencia energética y de ahorro”. En España, donde la economía es suficientemente competitiva como para que la subida del petróleo no sea la puntilla final que lleve al país de cabeza a una dura crisis, Brufau dice que hay mucho potencial de ahorro. “El 70% del consumo de energía final está en los consumidores”. En su mano está cambiar el patrón de gasto energético.

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