Cuando el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, asumió el poder en enero, el gran temor entre los analistas internacionales era que iniciara una guerra comercial con China, a la cual acusaba de manipular divisas y subsidiar injustamente productos para exportarlos a su país a un precio mínimo.
Aunque ese temor sigue en pie, especialmente en la industria del acero, el primer disparo comercial de la Casa Blanca no fue contra el gigante asiático, sino contra Argentina: la semana pasada, el Departamento de Comercio de EEUU anunció que impondrá un cobro de derechos compensatorios de entre 50% y 64% a las importaciones de biodiesel desde el país latinoamericano, acusando subsidios injustos por parte de la Casa Rosada.
El arancel, que sería retroactivo hasta mayo y aún debe ser ratificado por el gobierno en noviembre, cierra las puertas al biodiesel argentino a su principal mercado. Según datos de Reuters, el país sudamericano genera dos tercios de las importaciones de ese producto a EEUU: en 2016, los envíos totalizaron 3.500 millones de litros.
En Buenos Aires rechazaron la decisión de la Casa Blanca y buscan alternativas para comercializar una de sus principales exportaciones, pero el primer contragolpe latinoamericano podría venir desde Brasil. Según fuentes de Bloomberg, el Palacio de Planalto se alista a anunciar la imposición de aranceles contra el etanol estadounidense.
El enfrentamiento tiene el potencial de generar disrupción en mercados internacionales, desde el petróleo hasta el aceite de soya.
“Esto podría ponerse feo”, dijo a Bloomberg el economista agrícola Scott Irwin, de la Universidad de Illinois: “todos intervienen fuertemente en los biocombustibles”.
Argentina busca compradores
El bloqueo en EEUU no sólo afectará a Argentina, que vería caer sus exportaciones y, por ende, el crecimiento económico y los ingresos del gobierno: también movería los precios mundiales de las materias primas.
“Un excedente impensado deprimirá los valores del aceite de soya y también el valor de la soya sin procesar a nivel local”, explicaron al diario local El Cronista desde la Cámara de Biocombustibles. El medio señaló que el impacto de los excedentes de aceite de soya llegaría a US$ 1.000 millones.
En EEUU, según dijo a Financial Times el analista de Rabobank Graydon Chong, los aranceles podrían reducir los inventarios de soya a sus mínimos de 20 años y golpear el precio global “entre un 15% o 20%”.
En respuesta, el gobierno de Mauricio Macri presentará esta semana documentos ante el Departamento de Comercio, cuestionando la dureza de los aranceles delineados y defendiendo el funcionamiento de la industria.
Pero de forma paralela, el país busca mercados sustitutos. El jueves, la Casa Rosada anunció que la importadora estatal de granos china Sinograin volverá a comprar aceite de soya argentino.
Por su parte, las empresas estadounidenses esperan que su gobierno no dé pie atrás. El jefe operativo de la Asociación Nacional de Biodiesel de EEUU, Doug Whitehead, dijo a Financial Times que la Casa Blanca simplemente “ha reconocido lo que esta industria ha sabido por años: que los productores extranjeros de biodiesel se han beneficiado de subsidios masivos que han dañado severamente a los estadounidenses”.
La respuesta de Brasil
El intento de EEUU de proteger su industria podría terminar convirtiéndose en un disparo a sus propios pies: analistas estiman que las acciones contra Argentina son la excusa perfecta para que su vecino, Brasil, anuncie medidas que ha estado evaluando largamente.
El miércoles, miembros del gabinete del presidente Michel Temer dijeron a Bloomberg que el Palacio de Planalto evalúa imponer aranceles de 20% a los cargamentos de etanol estadounidense que superen los 600 millones de litros. La decisión tiene el potencial de dañar severamente a los productores estadounidenses, dado que Brasil es el principal comprador de esos bienes.
En un comunicado conjunto, la Asociación de Combustibles Renovables (RFA, su sigla en inglés), Energía para el Crecimiento y el Consejo de Granos de EEUU rechazaron la decisión de Brasilia.
“Dado el volumen de información que entregamos a Brasil que demostraba cuán erróneo sería un arancel, parece que la política prevaleció por encima de los consumidores brasileños”, señalaron.
El presidente y CEO de la RFA, Bob Dinneen, dijo a Bloomberg que la decisión “pone al proteccionismo por delante de los consumidores” y que “no es una buena situación, sin importar desde dónde se mire”.
