“El mundo está empezando a vivir una nueva Guerra Fría ideológica que está delineando la forma de hacer política en el ámbito internacional, pero también cómo se manejan las relaciones comerciales en el mundo”, aseguró Jan Lambregts, director global de investigación de mercados financieros de RaboBank, de visita en Chile.

En entrevista con DF, el supervisor del equipo de analistas de la entidad a nivel global, explicó que desde la institución se observa con interés cómo se desarrolla y cuál es el impacto “del retorno de grandes luchas de poder”.
- ¿Estamos en un punto de no retorno en reglas de comercio y geopolítica internacional?
- Sí. Lo que estamos viendo no es una simple disputa o tensión comercial. Se está empezando a desatar una nueva Guerra Fría, esta vez entre EEUU y China. Para Washington ya no vivimos en un mundo en el que lo primordial es la lucha contra el terrorismo, sino que ha vuelto la lucha por el poder, en donde China y Rusia son competidores estratégicos con valores antiéticos y opuestos.
Consideramos que esta batalla no va a quedar atrás pronto. Veremos períodos de mayores o menores tensiones. Es un proceso cíclico que podría complicarse sólo con la premisa de que China quiere ser número uno en un mundo en que EEUU ya lo es. La gente desestima qué tan lejos pueden llegar estas guerras comerciales y creo que esto llegó para quedarse.
- ¿El conflicto podría escalar o cree que quedará sólo en retórica?
- Hay quienes consideran que esto es pura confrontación verbal y que al final el que hable más fuerte tendrá el mejor acuerdo. Pero no creo que sea así de fácil. Hace poco se acordó que China compraría más bienes a EEUU y nada cambió. En ese momento autoridades de alto rango estaban involucradas en las conversaciones; las delegaciones actuales son representantes comerciales relativamente junior. No creo que eso sea una buena señal. En los próximos diez o 20 años, estaremos hablando de esto, simplemente porque los intereses de ambas potencias son cada vez más compartidos. EEUU entorpece el camino de China para ser la superpotencia.
- ¿Qué rol juega Rusia en esta nueva Guerra Fría?
- El acercamiento de Donald Trump a Vladimir Putin es sólo por aislar a China. Trump se reúne con Kim Jong-un para sacar a Corea del Norte de la influencia de Beijing y, sólo con eso, se está anotando una victoria. Lo mismo pasó en los ’70, cuando la URSS era una potencia y China no. (El expresidente Richard) Nixon viajó a China y la apartó de la influencia rusa.
- ¿Igual pasa con Turquía?
- EEUU utiliza a Turquía para demostrar que es un negociador fuerte. A Trump no le interesa si a Turquía le va bien o mal; le interesa que el mundo vea qué pasa cuando se desafía a su país.
- ¿Cómo quedan las naciones más pequeñas?
- El juego del comercio siempre ha sido injusto. No es lo mismo negociar con el mercado que representa la UE que con el Reino Unido solo. A los países pequeños les va mejor cuando se organizan, cuando forman alianzas porque negocian como bloque. Así los toman más en serio y a eso deben apuntar.
Riesgo populista
La llegada de Trump a la presidencia ha despertado preocupación de los líderes mundiales tradicionales por el despertar de movimientos populistas, especialmente en Europa. Lambregts consideró que el titular de la Casa Blanca es más que un simple accidente de la política; “es una señal de cambio en la geopolítica internacional”.
- ¿Cree que su elección será imitada por otros?
- Otros países no deberían sentirse impulsados en pensar que pueden hacer lo que Trump hace. Él puede hacerlo porque es el líder de una superpotencia. Aún así, sí creo que se está estableciendo en el mundo ese sentimiento que lo llevó a la presidencia y que es el mismo que llevará a populistas al poder en otros países. A diez años de la crisis financiera global, y de años de recuperación global, hay muchos pensando que no están consiguiendo acuerdos justos en materia económica. Como resultado, están dispuestos a dar oportunidades a líderes o a ideales inexpertos. Es un riesgo latente. No creo que nuestra gente decida colocar a un populista sólo por Trump, sino porque sienten que no están siendo escuchados ni recibiendo el sueldo que merecen.