Una crisis financiera puso en la palestra el rol de los bancos en la economía y dio pie al endurecimiento de la regulación sobre el sector financiero de Estados Unidos. La historia no es reciente, sino que ocurrió tras la Gran Depresión de 1929, pero, casi nueve décadas después, está a punto de repetirse.
En su único punto de acuerdo en la carrera por la Casa Blanca, republicanos y demócratas han manifestado la necesidad de regular Wall Street y, de hecho, han llamado a restituir la ley Glass-Steagal, una norma creada en 1933 para proteger a las personas que depositan su dinero en bancos comerciales, a fin de evitar que éste pudiera ser usado en inversiones y, eventualmente, perderse. La ley se derogó en 1999, bajo la presidencia de Bill Clinton.
“Creemos que los años de Obama y Clinton han dejado leyes que han favorecido a los grandes bancos”, señaló el director de la campaña de Donald Trump, Paul Manafort, en el primer día de convención republicana en Cleveland, tras anunciar que su colectividad incluiría una moción para restituir la normativa.
Era la primera vez que la idea aparecía en la agenda del partido conservador pero no la primera vez que se ponía sobre la mesa de la carrera presidencial de la principal economía mundial. En la convención demócrata, el ex pre candidato Bernie Sanders reiteró sus críticas contra “la avaricia e ilegalidades cometidas en Wall Street”. La senadora Elizabeth Warren, quien respalda a Hillary Clinton y estuvo cerca de convertirse en su compañera de fórmula, también ha criticado al sector financiero.
No fueron sólo palabras. La plataforma de la campaña oficialista incluye una mención a Glass-Steagal y promete mayores regulaciones en la banca.
La transversalidad de las críticas desde la acera política responde a las preocupaciones de los votantes. Una encuesta reciente de Lake Research Partners mostró que 75% de los estadounidenses cree necesaria una mayor regulación a las empresas de Wall Street.
Por ello, medios y analistas de mercado prevén que sin importar quién se instale en la Oficina Oval de Washing-
ton, incluso sin importar si restituye o no las regulaciones post-Depresión, la nueva administración traerá cambios al sector financiero.
Amor, odio y dinero
Ya oficialmente nominada como candidata a la presidencia, Hillary Clinton ha expresado críticas contra “el sistema bancario en las sombras, los fondos de cobertura y otras entidades financieras que tienen demasiado poder en nuestra economía”.
Glass-Steagal ha estado ausente de su discurso. Los críticos de la ex secretaria de Estado apuntan a su cercanía con el sector financiero como una razón. Antes de que anunciara su candidatura, ella había recibido millones de dólares de manos de bancos como Goldman Sachs por discursos. Ya en campaña, según un análisis del Wall Street Journal, Clinton ha reunido US$ 4,2 millones en donaciones de diferentes instituciones de Wall Street.
En la vereda opuesta, Trump y sus empresas llevan años sin lograr conseguir un préstamo en los grandes bancos. Si eso no es suficente razón para que el magnate apunte contra Wall Street, sí podría serlo la necesidad de cortejar a los votantes viudos de Bernie Sanders, muchos de los cuales se niegan a apoyar a Clinton.
Consecuencias políticas
Un intento por restituir la Ley Glass-Steagal o cualquier otra regulación tendría, necesariamente, que pasar por el Congreso, hoy dominado por el Partido Republicano. Por ello, hay quienes estiman que las consecuencias del protagonismo de Wall Street en la política serán escasas.
Otros están en desacuerdo. En una nota a inversionistas, el analista de Compass Point Research & Trading Isaac Boltansky dijo que “los ataques a los grandes bancos de parte de ambos partidos eventualmente desembocarán en políticas específicas”.
Por su parte, en un análisis citado por el New York Times, la investigadora de Brookings Institution y superdelegada demócrata, Elaine C. Kamarck, escribió que “la presencia de la misma idea en las plataformas de ambos partidos significa que en 2017 veremos una actitud más dura hacia la industria financiera”.
Agregó: “Si hay algo que el establishment escuchó con fuerza en las primarias de 2016, es que millones de estadounidenses creen que fueron víctimas de Wall Street y el próximo presidente tendrá que poner atención”.
Qué es la ley Glass-Steagal
En 1933, cuatro años después de que la especulación financiera llevara al colapso del sistema bancario en Estados Unidos –en lo que se conoce como la Gran Depresión de 1929–, el país introdujo una regulación que separaba a los bancos de Wall Street (bancos de inversión) de los de Main Street (bancos comerciales). La idea era proteger a los ciudadanos comunes del riesgo. En 1999, el entonces presidente Bill Clinton derogó la normativa y, desde entonces, las fusiones entre ambos sectores generaron gigantes bancarios.
Desde la izquierda estadounidense, Bernie Sanders o la senadora Elizabeth Warren, han manifestado que reponer la ley evitaría una nueva crisis, al poner fin al llamado "too big to fail". Una reactivación de la Ley Glass-Steagal obligaría a bancos como JPMorgan, Bank of America o Goldman Sachs a diluirse en empresas más pequeñas.