Valls: la carta presidencial de los socialistas franceses
El premier se ha mostrado como un político que está dispuesto a impulsar reformas pese a la oposición.
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La presidencia de François Hollande en Francia ha sido hasta ahora caracterizada por la inactividad y la inercia. Su tendencia a evitar las decisiones más duras no ha ayudado a contener su caída en las encuestas. Es el presidente más impopular del que se tenga registro. En contraste, su nuevo primer ministro, Manuel Valls, se ha presentado ante el país como un político que está dispuesto a implementar las reformas pese a la resistencia. Cada vez más, Valls se ve como un candidato mucho más creíble del Partido Socialista (PS) para las elecciones presidenciales de 2017 que Hollande.
En respuesta a la creciente evidencia de que la débil recuperación está perdiendo fuerza, Hollande no logra convencer como hombre de reformas y su ineficacia es una de las raíces de una preocupante alza en el apoyo al Frente Nacional, de extrema derecha.
Hollande fue electo como una alternativa medida al estilo político hiperactivo y algunas veces errático de su predecesor, Nicolas Sarkozy, de la Unión por un Movimiento Popular (UMP), de centroderecha. Sarkozy tendía a cargar de frente con todos los problemas. En contraste, Hollande gasta mucho tiempo pensando las cosas en lugar de ofrecer soluciones concretas a los problemas de Francia. Su aproximación lenta y cauta ha frustrado al electorado, provocando derrotas aplastantes para el PS en las elecciones municipales y del Parlamento Europeo.
Valls fue nombrado primer ministro tras la derrota de Hollande en las elecciones municipales. Su postura sugiere que está determinado a revertir el daño causado por la inactividad de Hollande, e impulsar duras medidas diseñadas para estimular la economía. Estas medidas se han enfocado en recortes de gastos y reformas estructurales, en lugar de mantener el enfoque socialista tradicional de altos impuestos y alto nivel de gastos. Su falta de voluntad para hacer concesiones a sus oponentes le ha valido la comparación con Margaret Thatcher, cuyo estilo de capitalismo es diametralmente opuesto a aquel que prevalece en Francia.
Un desafiante a la espera
Un ejemplo del enfoque intransigente de Valls es su esfuerzo reciente por reformar los servicios férreos de Francia. Las reformas del primer ministro tenían dos propósitos: preparar a la red férrea estatal para la introducción de la competencia, en línea con los requerimientos de la Unión Europea, y controlar el gran y creciente déficit en las finanzas de la red. Las propuestas generaron un paro de nueve días por parte de los trabajadores ferroviarios.
Hay cuatro razones de por qué Valls se enfrentó a los sindicatos ferroviarios: la complejidad de algunas reformas hacía que la motivación del paro no fuera entendida por la opinión pública; la interrupción del tránsito causó molestias entre la gente; Valls quería mostrar su falta de voluntad a ser restringido por la ortodoxia del PS; por último, Valls está visualizando una posible postulación a la presidencia en 2017.
Históricamente, el presidente en ejercicio es elegido automáticamente por su partido para defender la presidencia, pero ningún otro mandatario tenía un nivel de aprobación y resultados electorales tan desastrosos como Hollande. Si Hollande sigue pareciendo un mal candidato en 2017, Valls podría reunir suficiente apoyo para lograr la nominación. Es probable que obtenga mayor apoyo fuera del partido que dentro de él, pero también podría ser la única esperanza del PS para evitar una derrota en 2017.