Las compañías surcoreanas están usando medidas extremas en su esfuerzo por exigir a sus empleados trabajólicos que se mantengan alejados de la oficina durante sus vacaciones obligatorias anuales, que se extienden por dos semanas. “Si un trabajador ingresa, encontrará su computadora bloqueada,” comentó Kim O-hyun, gerente de la sucursal en Seúl de Shinhan Financial, el banco más grande del país.
Estas medidas inspiraron una campaña respaldada por el gobierno, para convertir el descanso de quince días en un estándar nacional.
Casi no existe tomarse dos semanas en la cultura del trabajo en Corea del Sur, hogar de las jornadas laborales más largas y de la mayor tasa de suicidio en el mundo desarrollado. Los coreanos a menudo prefieren seguir trabajando a cambio de un bonus y prestigio. Pero eso no se traduce en mayor eficiencia, y muchos empleados admiten que se sientan sin hacer nada esperando que se vaya el jefe.
Lee Charm, presidente de la Organización de Turismo de Corea, un ente estatal que encabeza la campaña “vacaciones refrescantes” comentó que las compañías deben revertir esta filosofía forjada durante la rápida industrialización de los ‘60 y ‘70. “La mentalidad de la gente se quedó estancada en la era industrial; calculan la productividad en base a las horas laborales”.
El surcoreano promedio trabaja 2.256 horas por año, mucho más que cualquier otra nación, lo que se compara con 1.389 horas en Holanda y 1.430 en Alemania, según la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos. Pero la producción nominal per cápita en Corea del Sur es 50% inferior a la alemana, y está muy por debajo de la holandesa.