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El último año de Obama tiene potencial

El presidente aparenta ser un espectador con demasiada frecuencia; debería proyectar una imagen más fuerte de EEUU en el mundo.

Por: Edward Luce | Publicado: Martes 5 de enero de 2016 a las 04:00 hrs.
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Tendríamos que ir muchos años atrás para encontrar a un presidente estadounidense que no se haya considerado un pato cojo en el último año de su mandato. Barack Obama tiene muy pocas oportunidades de realizar una movida dramática antes de dejar su cargo. Pero ha tenido mucho tiempo para acostumbrarse a esta situación.

Su revés contundente tuvo lugar en 2010 después de que los Republicanos tomaron control de la Cámara de Representantes. Muy poco ha pasado desde ese momento. Sin embargo, los últimos meses de Obama tienen el potencial que les ha faltado a otras presidencias que se encuentran al final de su mandato. La sociedad estadounidense está más amargada y polarizada que cuando comenzó su presidencia. Para aquellos que aún lo recuerdan, la promesa original de Obama fue sanar esas divisiones. Todavía tiene 12 meses para cumplirla.

El presidente estadounidense puede atacar a Donald Trump al igual que otros. Pero, su meta debe ser separar a Trump de sus seguidores. Él es un buhonero de proporciones épicas; y ellos son el grupo demográfico abandonado de EEUU. Más de la mitad no tienen un título universitario y sienten una gran inseguridad económica. Con o sin razón también se sienten objeto de burla. No tiene sentido reprochar a un sector de la sociedad cuando se siente indefenso y espera ver la luz. El tono necesita cambiar. Y Obama podría liderar ese movimiento.

Es fácil decir que estas personas están en el lado equivocado de la historia. Parece probable que el primer presidente negro de EEUU será reemplazado por la primera mujer en tomar el cargo. Entonces, ¿por qué deben aplacar a aquellos que se sienten alienados por el progreso?

Por dos razones. Primero, si no hay un cambio radical en la política estadounidense, la agenda de Hillary Clinton probablemente no progresará mucho más que la de Obama. Es verdad que Obama pasó la ley de reforma de la salud en su primer año y un estímulo que salvó a EEUU de caer en una recesión más profunda. Pero ha hecho poco desde entonces.
Además, el Congreso está deshaciendo lentamente su reforma de la salud. El mes pasado suspendió un impuesto clave de los planes "Cadillac" más caros que ayudan a financiar la reforma. Aún más preocupante, menos personas saludables se están inscribiendo, lo cual aumenta las primas para todos los demás. Entre más altas sean las primas, menos popular será la ley y más vulnerable será a ser revocada.

Segundo, el avance del EEUU liberal ya no es inevitable o incluso probable. Dos terceras partes de las asambleas legislativas y gobernaciones están controladas por Republicanos al igual que ambas cámaras del Congreso. Dependiendo del día, lo mismo es verdad con respecto a la Corte Suprema. Lo único que falta para que los Republicanos tomen el control de las tres ramas del gobierno federal es un resultado inesperado en las elecciones presidenciales. Y eso a lo menos perjudicaría el legado de Obama.

El avance de los Republicanos bajo Obama también incrementa su habilidad para volver a trazar los distritos electorales después del próximo censo en 2020, cimentando otra década de control. Por mucho que se dice que los seguidores de Trump se han quedado atrás, esto sería una ganancia.

¿Qué puede hacer Obama sobre todo esto al final de su presidencia? Mucho más de lo que podría suponerse.
Una de las quejas más grandes de los seguidores de Trump es que piensan que EEUU necesita un líder más fuerte. Muchos en el mundo piensan lo mismo. Obama aparenta ser un espectador con demasiada frecuencia. Ya sea con respecto al Estado Islámico, la amenaza del terrorismo doméstico o los retos de la Rusia de Vladimir Putin o la China de Xi Jinping, Obama frecuentemente suena pasivo. Su administración puede destacar muchas respuestas sensatas. Con respecto al terrorismo, la Casa Blanca recientemente pasó la restricción del sistema de exención de visados. Con respecto a Rusia, EEUU está al frente de las sanciones. Al tratarse de China, los buques de guerra estadounidenses han patrullado los disputados atolones en el Mar de China Meridional.

Obama no está parado a un lado mientras que el poder desaparece de EEUU. Pero para un electorado que anhela el liderazgo, tales pasos parecen parches insuficientes. Obama podría hacer más en su último año para proyectar un país más fuerte en el escenario mundial. El liderazgo de EEUU no debería ser "sólo un asunto de bombardear a alguien", como lo dijo recientemente Obama. El púlpito presidencial sigue vigente al igual que la opción de liderar desde el frente.

Lo mismo se aplica a la capacidad de Obama de trabajar con el Congreso. Desde que Paul Ryan fue elegido como Presidente de la Cámara de Representantes, han incrementado las perspectivas de cooperación. Al igual que sus interacciones tibias con líderes en el extranjero, Obama no ha interactuado mucho con el Capitolio. Muchos dicen que está usando su tiempo sabiamente. Pero la llegada de Ryan le quita esa excusa. Ryan es una figura pragmática que muestra poca tolerancia para los grandes gestos políticos. Estas cualidades le(s) faltaban a los predecesores de Ryan. Le toca a Obama demostrar que el sistema puede funcionar. Por ejemplo, un gran impulso para reformar el sistema tributario de EEUU no debe considerarse un esfuerzo inútil.

Todo esto puede parecer una visión optimista. Sin embargo, la parálisis del gobierno estadounidense puede evitarse. Sería una lástima que Obama terminara su cargo dejando un país menos gobernable que cuando comenzó su presidencia. Aunque gran parte de la culpa sea de otros, la historia le asignará más de su cuota de responsabilidad.

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