Estados Unidos debería aprender a querer a la moneda china
Hasta hace poco, los trabajadores de Estados Unidos...
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Hasta hace poco, los trabajadores de Estados Unidos, Europa o Japón casi no se preguntaban por qué ellos ganaban diez, veinte y hasta treinta veces más que un empleado chino. ¿Cuál era el motivo por el cual, digamos, una persona que apila cajas en una fábrica estadounidense ganaba muchas veces más que un trabajador vietnamita o mexicano?
Algunos podían imaginar que ellos se esforzaban más o, en otras palabras, que los obreros mexicanos o chinos eran haraganes o ineptos. Otros, quizás atribuían los mayores salarios y productividad a las ventajas institucionales del país: su sistema legal y de educación, y su infraestructura y tecnología. Los países en desarrollo están mejorando sus estándares de educación, infraestructura y tecnología, aún cuando sus instituciones legales y políticas todavía se quedan atrás.
En 1990, a paridad de poder de compra, el PIB per cápita en China era de
US$ 800 contra los US$ 23.000 de EEUU, un diferencial de 29 veces. El año pasado se había reducido a 6,2 veces, según cifras del Royal Bank of Scotland. Para 2015, se espera que sea 4,3 veces.
Esta convergencia no debería sorprendernos. Los países más pobres están corrigiendo la enorme divergencia en los ingresos que surgió a comienzos de la revolución industrial cuando las economías occidentales hicieron impresionantes avances en productividad. Eso fue una aberración, aunque se prolongó durante casi doscientos años. Para un observador neutral que quiere el mejor bienestar para la mayor cantidad de gente, es una buena noticia que se haya invertido la tendencia. Después de todo, cientos de millones de personas han podido salir lentamente de la pobreza.
Volviendo al planeta tierra, la opinión es muy distinta. Esta semana el Senado de Estados Unidos aprobó una ley que busca castigar a China por mantener baja su moneda. En el debate republicano, Mitt Romney, principal candidato a ser nominado por el partido, acusó a los anteriores líderes del país de haberse dejado engañar por los chinos.
Esa retórica refleja el verdadero enojo por la “desaparición” de la clase media norteamericana. El desempleo se ubica en 9,1%. La Oficina de Censos de Estados Unidos sostiene que los salarios medios actualmente son más bajos en términos reales que en 1999. El supuesto orden natural, donde los niños estadounideneses automáticamente deberían ser más ricos que sus padres, se invirtió.