Tecnocracia de Dilma Rousseff impone un positivo sello propio en Brasil
la eficiencia silenciosa de la nueva presidenta de brasil puede ser justo lo que el país necesita
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Por Joe Leahy en Sao Paulo
Los brasileños tuvieron una breve visión del estilo de gobierno de la nueva presidenta, Dilma Rousseff, al enfrentar su primera crisis después de que las inundaciones y deslizamientos de tierra causaran estragos en las cercanías de Rio de Janeiro.
Recorriendo el área en 24 horas, Rousseff fue económica hasta en sus comentarios a los medios después de revisar las ruinas: Brasil necesita proveer de mejores viviendas a los pobres en las regiones propensas a las inundaciones para evitar otra tragedia. Rápidamente estableció la construcción de nuevos hogares para los damnificados y asignó fondos para un programa de nacional de alerta.
Después de un mes en el puesto, el estilo sobrio de Rousseff contrasta notablemente con el de su efusivo predecesor Luiz Inácio Lula da Silva. A pesar de que muchos brasileños gustaban del estilo de Lula, el enfoque más tranquilo y sistemático de Rousseff podría ser justo lo que necesita la economía más grande de América Latina para consolidar el rápido crecimiento de los últimos años, según confirmaron analistas a Financial Times.
Como una administradora con experiencia -fue la jefe de gabinete de Lula hasta su renuncia en marzo del año pasado- Rousseff es una economista entrenada y tecnócrata experta, en comparación con Lula, que tenía poca educación formal.
En política, mientras Lula se embarcó en un juego de gastos, Dilma ha prometido recortes de presupuesto. Se ha especulado que recortará entre US$ 40.000 millones y US$ 50.000 millones del presupuesto para ayudar a reducir el déficit fiscal que alcanzó 2,7% del PIB el año pasado y que ha sido responsabilizado de la inflación creciente.
La nueva presidenta también se las ha arreglado para limitar el aumento del sueldo mínimo. Además introdujo mayor coherencia en la política monetaria y de tipos de cambio, en particular los esfuerzos del gobierno para prevenir una posible apreciación del real en relación al dólar, una lucha conocida localmente como guerra de divisas. Con todo, Rousseff carece de la popularidad de Lula. Si quiere quedarse en el poder, deberá generar un crecimiento estable de 3% a 5%, dicen los analistas.
Hay escépticos en los mercados que miran a las cifras de inflación y creen que se necesitan medidas más urgentes.
Sin embargo, aquellos que esperan ver iniciativas ostentosas de Rousseff, se sentirán desilusionados. Su fortaleza está en la ejecución, impulsando micro-reformas en áreas como impuestos, pensiones y la legislación laboral, que harán una gran diferencia en el largo plazo, dijo a FT un gran inversionista estadounidense en Brasil.