Por Wang Xiangwei
“Mire el espejo, vístase adecuadamente, tome un baño y visite al doctor”.
Este consejo puede sonar inofensivo para la mayoría de las personas que lo escuchan. Pero si es una especie de orden que viene del presidente y jefe de partido seguramente causa escalofríos en los más de 80 millones de miembros del Partido Comunista.
La mayoría de ellos entendió que cuando el Politburo anunció la campaña de Xi Jinping para liberar al partido del “formalismo, la burocracia y el comportamiento que sugiere mediocridad, pereza, negligencia y extravagancia”, lo que realmente significaba era: “limpien su actitud o la limpiaremos por ustedes”.
La campaña que se extenderá por un año, y que se hizo pública el 19 de abril, llama a los funcionarios a nivel de condado o superior a “reflejar en sus propias prácticas y corregir cualquier mal comportamiento”, según Xinhua. Su objetivo es mejorar la unión del partido con las personas, así como luchar contra la corrupción.
La campaña representa la primera gran acción de Xi contra la corrupción desde que asumió en noviembre, y prometió hacer de la lucha contra la corrupción una de sus principales prioridades.
Muchos chinos ven esta jugada con cinismo y escepticismo. De hecho, se ha convertido en una especie de “formalismo” que de vez en cuando -particularmente cuando los nuevos líderes llegan al poder- el partido ataca al formalismo, la burocracia, la laxitud y la extravagancia.
Durante esos períodos, los miembros del PC se han acostumbrado a esperar reuniones internas interminables y sesiones de “críticas y autocríticas”. Los resultados de estas campañas han sido desalentadores a juzgar por la frecuencia requerida. Pero por lo general han servido para al menos un propósito implícito a través de los años: ayudar a los líderes del partido a consolidar el poder eliminando enemigos potenciales y haciendo que los miembros que quedan juren lealtad.
Hay señales que sugieren que la campaña de Xi será más determinante y profunda que los intentos anteriores, esto no es menor porque la corrupción se ha vuelto tan descontrolada que amenaza con la misma supervivencia del partido.
La prominente lucha contra la corrupción de Xi también significa que se está jugando una parte considerable de su liderazgo en el logro de resultados notables.
Desde el año pasado, la prensa estatal ha dado pistas de que el partido se ha vuelto demasiado grande. Hay sugerencias de que el partido comenzará a discriminar para reclutar a nuevos miembros y tendrá más determinación para expulsar a los no calificados o corruptos.
Wang Qishan, el nuevo zar anticorrupción de China, lanzó una campaña para atacar la corrupción en las instituciones financieras y ordenó a los hijos de altos funcionarios que dejen sus lucrativos trabajos con empresas extranjeras y regresen a China.