La visión de Ricardo Claro a tres años de su partida

En abril de 2008, el empresario habló con la historiadora Patricia Arancibia de educación, valores cristianos y emprendimiento, temas que siguen vigentes en el debate actual.

Por: | Publicado: Viernes 28 de octubre de 2011 a las 05:00 hrs.
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Al cumplirse el tercer aniversario de la partida de Ricardo Claro Valdés, su obra empresarial sigue vigente, proyectándose en sus empresas y en la fundación que las reúne y de las que Diario Financiero forma parte.

A continuación se presenta un extracto de la entrevista concedida a la historiadora Patricia Arancibia Clavel en la Revista Capital, publicada el 21 de abril del 2008.





Chile y la economía


-¿Qué falta para que Chile llegue al desarrollo?


-Lo he sostenido siempre. El factor más importante es la educación y lamentablemente los gobiernos de la Concertación no le han dado prioridad. Hace varios años, cuando se hablaba que los chilenos eran los jaguares de América Latina, sostuve que no nos alcanzaba ni para ser gatos de campo. La situación ha variado poco y mientras no se tome verdaderamente en serio este tema, no avanzaremos al ritmo deseado.



-Ud. fue crítico al modelo económico implementado por los Chicago Boys...



-Es cierto que fui muy crítico de los llamados Chicago Boys, aunque fui cambiando con el tiempo. Esa crítica se basaba en el hecho que yo los consideraba muy dogmáticos, con poca preocupación por lo social y en tercer lugar, desconocedores de la historia económica de Chile. (...) Hoy día, con la visión que da el tiempo, pienso que ellos hicieron una labor muy importante en Chile: introducir la economía de mercado y quebrar esquemas proteccionistas que estaban bastante obsoletos. Sin embargo, la economía en la que creo es en la economía social de mercado, que no es lo mismo. Me siento más cercano a la mirada económica de un Erhard, con todos sus talentos (...) Esa posición está más cerca de la postura de la Iglesia.

Si uno lee las encíclicas sociales, especialmente las de Juan Pablo II, que son magníficas, uno encuentra que a los empresarios y a su labor se les da un justo tratamiento, pero también se insiste en crear empresas para satisfacer necesidades de toda la población y especialmente, para poder dar empleos y oportunidades a la gente de escasos recursos.



Formación y valores





Ud. proviene de una familia tradicional, pero de raigambre más bien liberal. ¿Cómo forjó su tan acendrado catolicismo? 
Es cierto. La verdad es que en mi casa existía una religiosidad un tanto fría. Pero yo me eduqué en el Saint George’s, que primero dependió del Arzobispado y luego pasó a ser dirigido por sacerdotes norteamericanos de la congregación Holly Cross. Allí recibí una formación religiosa muy ortodoxa dentro de un ambiente de libertad y de mucha apertura en lo social. Sin embargo, quien verdaderamente me dio a conocer otra dimensión de la fe fue Jaime Eyzaguirre cuando yo ya estaba en la universidad. Fue él quien influyó en hacerme cambiar una fe superficial por una más profunda, cooperando con ello a que mi vida fuera adquiriendo otro sentido.





Espíritu emprendedor


Hablemos un poco de su espíritu de emprendimiento y del origen de sus negocios...



-Una de las cosas importantes que aprendí de mi abuelo fue que para poder surgir en la vida había que ahorrar. (...) Por otra parte, ya a los quince años había aprendido de los mercados bursátiles. Me acuerdo que con mis primeros ahorros, compré bonos hipotecarios pero rápidamente me di cuenta que con la inflación que había en Chile, eran un desastre. Cambié entonces mis inversiones a la moneda dura de entonces, el dólar, lo que hoy me hubiera significado la ruina y compré unas pocas acciones en la salitrera Iquique y en Lautaro Nitrate que daban en esa época buenos dividendos en dólares (...) Todo esto lo hice estando en el colegio y antes de ponerme a trabajar con mi padre en la Bolsa.

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