Francisco en Tierra Santa
- T+
- T-
Tres días, tres países, tres religiones. Los términos del desafío del viaje que desde el 24 al 26 de mayo realizó el Papa Francisco a Tierra Santa, son cómo equilibrar factores tan distintos en la balanza de la comprensión, cuanto el trasfondo de la tierra que pisó Francisco ha sido históricamente de incomprensión y hasta de odio. Y aunque el Obispo de Roma insistió en que su viaje era “religioso”, el contexto era peligrosamente político y hasta bélico, con un proceso de paz prácticamente en coma. El problema consiste, sin negar el pasado, en construir unas bases de tolerancia a partir de él.
Entre el pueblo hebreo y el palestino
Nadie en mejor situación que el Papa Francisco. Aunque Juan Pablo II y Benedicto XVI fueron grandes amigos del pueblo hebreo, en algunos sionistas podía quedar la desconfianza de que uno era polaco y el otro alemán. Francisco es un latinoamericano y uno de sus mejores amigos es un rabino judío. De modo que él -por decirlo con palabras del cardenal Jean-Louis Tauran- supone la oferta de la amistad después del diálogo por la paz de Juan Pablo II y el de la caridad en la verdad de Benedicto XVI. Tal vez por eso, el papa Bergoglio, aparte de su visita al Muro de las Lamentaciones y al Memorial de Yad Vashem -que también hicieron sus dos antecesores- planeó la inédita parada en la tumba de Theodor Herzl, fundador del sionismo.
Desde luego este gesto alarmó a algunos radicales islámicos. Pero la gran mayoría de los palestinos no olvidan que, poco después de su elección, Francisco envió -con motivo de la celebración del ´Id al-Fitr, que concluye el mes del Ramadán- un saludo personal con sus felicitaciones a los musulmanes del mundo entero, con una llamada al respeto mutuo y la amistad. Tampoco hay que olvidar que Francisco visitó -con cierta inquietud hebrea- dos campos de refugiados sirios y palestinos en Jordania y en Cisjordania. Como respuesta, el emir de Bahreïn, Hamed ben Issa al-Khalifa, mostró al Papa la maqueta de una futura gran iglesia para los católicos de la Arabia septentrional. Un comienzo esperanzador.
Viaje interreligioso
Acabo de mencionar que el papa subrayó el carácter “religioso“ de su viaje. Más bien “interreligioso”. El motivo del mismo fue el aniversario de un acontecimiento inédito que protagonizaron hace 50 años (1964) Pablo VI y el patriarca Atenágoras. El abrazo entre los dos quiso subrayar el final de un clima de enfrentamiento entre ortodoxos y católicos, desde el cisma del 1054. Otro abrazo se repitió entre el obispo de Roma, Francisco y el patriarca ecuménico de Constantinopla, Bartolomé I. Poca cosa parece un abrazo. Pero no lo es si a él se añade la visita colectiva a la Basílica del Santo Sepulcro para una ceremonia sin precedentes: la oración conjunta de las tres comunidades -ortodoxa, armenia y católica- presentes en los Santos Lugares. Tierra Santa es el símbolo gráfico más patente de la fractura de las iglesias y confesiones cristianas. Se trata de una piedra de escándalo y un reto de primer orden: construir el ecumenismo y la unidad sobre una historia milenaria de división y reparto de los Santos Lugares. Francisco y Bartolomé dieron un paso gigante para recomponer un pasado lleno de incomprensiones.
La visita de Francisco -si miramos al propio Estado de Israel- comprendió un desafío también jurídico. En 1993 el Estado de Israel firmó el Acuerdo Fundamental con la Santa Sede, que supuso una revolución jurídica y política. Como consecuencia, en 1997 se firmó un nuevo acuerdo (no ratificado por el parlamento israelí) sobre la personalidad jurídica de la Iglesia católica y sus instituciones en Israel. Pero todavía sigue pendiente (¡han pasado ya más de veinte años!) la firma de un acuerdo sobre asuntos económicos, patrimoniales y fiscales que garantice que las instituciones católicas tengan un normal desenvolvimiento en Israel, sin depender de la buena voluntad (cambiante) de las autoridades municipales y fiscales. Se pretende que con la visita de Francisco se acelere la normalización jurídica de las relaciones “concordatarias” Santa Sede /Israel.
Los cristianos de Tierra Santa
Pero el desafío para Francisco fue especialmente delicado con la Autoridad Nacional Palestina, con la que la Santa Sede firmó en el año 2000 un acuerdo, que aspira a ser una especie de paraguas protector jurídico de la actividad de la Iglesia en particular y de la libertad religiosa en general, cara al futuro Estado palestino. No obstante, en el complejo mundo palestino las cosas parecen cambiar de año en año. ¿Habría de ser el Papa un simple convidado de piedra en medio de las tensiones y distensiones entre Al-Fatah y Hamas, de la progresiva islamización de la causa palestina, de las consolidadas enemistades del Pueblo Palestino y el Judío? Más allá de esto, la actividad asistencial y educativa inspirada por la Iglesia católica entre los palestinos sigue siendo un factor de esperanza.
En fin, el principal destinatario de esta visita fueron los fieles católicos de la zona. Otro dolor de cabeza para el Obispo de Roma. Los cristianos árabes se encuentran sometidos a dos presiones: la presión social y cultural judía y la creciente islamización de la causa palestina. Neutralizarlas y, además, atender adecuadamente al incipiente grupo de fieles de lengua hebrea, no es tarea menor. A lo que se une la urgencia de frenar la sangría de la emigración cristiana a otros países, problema especialmente grave en lugares tan evocadores como Nazaret o Belén.
Y lo más importante: Tierra Santa ha sido considerada, no sin razón, como escenario paradigmático de la religión como factor de violencia: la conquista judía veterotestamentaria, la ocupación militar islámica, las cruzadas cristianas, etc. Todo un ejemplo, según el laicismo, de que las religiones monoteístas son un grave factor de desequilibrio y conflicto en el escenario internacional. ¿Conseguirá el “efecto Francisco” romper con esta idea -tan arraigada como imprecisa- del imaginario social de nuestro siglo XXI? Demasiadas bolas en el aire. Francisco no es un mago. Pero si consigue con este viaje que los desafíos se atenúen, habrá sido este otro paso en la ingente tarea de convertir un dédalo de intereses divergentes en un punto de partida para la paz.
* Catedrático, académico y premio internacional Jemolo de relaciones Iglesias/Estado.
Rezo por la paz: Encuentro entre el Papa, Shimon Peres y Mahmoud Abbas
El encuentro de oración por la paz, al cual el Santo Padre invitó a los presidentes de Israel, Shimon Peres; y de Palestina, Mahmoud Abbas; se realizará este domingo ocho de junio. La fecha coincide con el domingo de Pentecostés y anticipa el final del mandato del presidente de Israel.
El Santo Padre celebrará el domingo por la mañana misa en el Vaticano, y por la tarde encontrará a ambos presidentes. El Papa precisó en la rueda de prensa que mantuvo en el avión de regreso a Roma, que no se trataba de una mediación de paz sino que los ha invitado a 'mi casa en Roma' para rezar por la paz. "Será un encuentro de oración, no será para hacer una mediación o buscar soluciones, no. Nos reuniremos a rezar, solamente".
Durante la peregrinación a Tierra Santa, Francisco se ha dirigido a ambos mandatarios como "hombre de paz y artífice de paz".
Peres y Abbas serán acompañados por una propia delegación oficial (12 a15 personas entre los cuales habrá rabinos e imán).
No será para ninguno de los dos mandatarios la primera vez que acuden al Vaticano desde que Francisco fue elegido sucesor de Pedro. Ambos han tenido la ocasión de reunirse de forma privada con el Pontífice latinoamericano en el Vaticano. Shimon Peres lo hizo el 30 de abril de 2013 mientras que Mahmoud Abbas lo hizo el 17 de octubre. En esa ocasión, Abbas al recibir el regalo que el Santo Padre le hizo, una pluma estilográfico, pronunció la frase que no pudo pasar desapercibida "espero firmar con este bolígrafo los acuerdos de paz con Israel".
La confianza que el Papa deposita en la fuerza de la oración en situaciones de conflictos, se pudo ver también con claridad en la plaza de San Pedro el pasado mes de septiembre, cuando miles de personas acudieron ante la llamada de Francisco a una jornada de ayuno y oración por la paz en Siria. Aquel día, se pudieron ver a familias, jóvenes, grupos y asociaciones, no creyentes y fieles de religiones pidiendo por la paz para el duro y largo conflicto de este país de Oriente Medio.