Madurez
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La madurez requiere tiempo, ciencia, paciencia y experiencia. Cuando el fruto está verde, es indigesto y resulta violento arrancarlo del árbol. La madurez es sinónimo de prudencia, virtud que prevé las consecuencias y sabe que no todo es posible ahora ni fácilmente. Madurez equivale a buen juicio, capacidad de discernir entre lo verdadero y lo falso, lo aparente y lo real, lo apetitoso y lo conveniente. Madurez es sensatez, todo lo contrario de la locura. No todo adolescente puede considerarse émulo de Jesús, que a los doce años deslumbraba a los doctores de la Ley por la sabiduría de sus preguntas y de sus respuestas. Aun así, sometido humildemente a la autoridad de sus padres, el adolescente Jesús crecía en sabiduría, estatura y gracia ante Dios y ante los hombres. En su plena madurez de adulto reconocerá que su saber venía de escuchar al Padre, y su prudencia era hacer la voluntad del Padre. Madurez implica tiempo, crecimiento, docilidad. Tres cualidades que no se dan sin sufrimiento.
Comprensiblemente, las leyes humanas presumen de derecho que antes de vivir dos décadas un menor adolescente no ha alcanzado la madurez para administrar sus bienes, suscribir contratos, elegir dónde vivir y estudiar, viajar fuera de su país, votar en la elección de funcionarios públicos, conducir vehículos motorizados, comprar licor y cigarrillos, ingresar a cines de extrema pornografía, ver programas de televisión reservados para adultos y consumir Super-8 en su colegio o liceo. En el ámbito sexual, esa presunción de derecho convierte en delito de violación “impropia” todo acceso carnal que un adulto tenga respecto de una persona menor de 14 años, aunque ésta haya plenamente consentido: su consentimiento es inválido y el adulto, o menor de edad que tenga más de dos años que su víctima, será procesado como violador.
Incomprensiblemente, nuestras autoridades de Salud presumen de derecho que un menor de 14 años, por el solo hecho de acercarse a un profesional del área para prevenir un embarazo no deseado, posee ya la madurez suficiente para exigir que el funcionario de turno en el sistema de salud le entregue la píldora del día después. Es la misma píldora cuya comercialización y distribución fue prohibida por el Tribunal Constitucional, en su inapelable fallo de abril de 2008, dado que sus favorecedores no lograron probar que carezca de efectos directamente abortivos. Este menor de 14, cuya inmadurez lo ha puesto en situación de engendrar una vida, podrá exigir que sus padres no se enteren de sus desvaríos sexuales. Ellos tendrán que responder por la salud y sexualidad de sus mascotas; no de sus hijos menores. Para Salud son maduros. Más que la Constitución.
No distinguir entre un vaso de agua y una píldora invasiva de la salud y la vida es la más trágica señal de inmadurez.