Procesión

Por Padre Raúl Hasbún

Por: | Publicado: Viernes 24 de junio de 2011 a las 05:00 hrs.
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Se puede caminar solo, caminar hacia atrás, caminar con ímpetu agresivo. Cuando se camina en grupo, hacia delante y en son de paz, se habla de procesión. Este domingo, en la ciudad rusa de San Petersburgo, su avenida principal será escenario de una procesión católica. No ocurría desde 1918. Y los caminantes serán fieles devotos de la Eucaristía. La procesión de este domingo en Rusia será la de Corpus Christi, el Cuerpo del Señor.

En las 7 décadas siguientes a la última procesión, la cúpula marxista-leninista intentó exiliar a Dios de las leyes, las calles y las conciencias de los ciudadanos de la Unión Soviética. Su consigna era: que muera Dios para que el hombre viva. 110 millones de esos ciudadanos pagaron con su vida ese experimento e imposición de una cúpula ideologizada: la muerte de Dios significa siempre la muerte del hombre.

Pero el instinto religioso y la consiguiente necesidad de Dios son más fuertes que el instinto de supervivencia y la consiguiente tendencia a acomodarse al sistema. En rigor, el instinto de supervivencia no puede separarse de la necesidad de Dios, puesto que Dios es la causa principal, eficiente y final de la vida del hombre. Lo supieron bien, y lo expresaron mejor, esos 43 jóvenes cristianos que a comienzos del siglo IV desafiaron otro intento de exiliar a Cristo: la prohibición del emperador Dioclesiano de celebrar con Eucaristía el día domingo, Día del Señor. Denunciados y aprehendidos por tamaño delito, el juez los interrogó: “¿no sabían que está prohibido? ¿Y por qué lo hicieron?”. Su líder, el sacerdote de nombre Saturnino, respondió: “Sí lo sabíamos. Y lo hicimos por dos razones: porque está mandado, y porque sin esto no podemos vivir”.

Tradiciones orales y actas escritas han conservado las palabras textuales: “sine dominico non possumus vivere” ( no podemos vivir sin celebrar la Eucaristía en el Día del Señor). Esos 43 devotos eucarísticos se convirtieron en mártires, los mártires de Abitinia, en el Norte de Africa. El Imperio los exilió de esta tierra, sólo para introducirlos directamente en la Ciudad de Dios. De ese Dios que no quiere la muerte del hombre, sino que el hombre viva. Y que envió su Hijo al mundo, y en el seno virginal de su Madre lo dotó de cuerpo y sangre para que, bajo la figura del pan y del vino se ofreciera como sacrificio purificador y alimento imperecedero del hombre que busca vivir y no volver a morir.

Nuestros hermanos de Rusia, herederos fieles de quienes sufrieron y desafiaron la prohibición de invocar a Dios públicamente, harán procesión por la avenida principal de San Petersburgo, honrando el Cuerpo de Cristo con adornos florales y cánticos corales. Nos unimos a ellos, cantando con renovado vigor nuestra versión propia y tradicional del “non possumus” africano: “¡A Dios queremos, en nuestras leyes, en las escuelas y en el hogar!”.



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