“Quiero ver una transición de un año”
El ex director de la Agencia Internacional de Energía Atómica vive un sueño hecho realidad, pero reconoce la escala del desafío adelante.
Por: | Publicado: Martes 15 de febrero de 2011 a las 05:00 hrs.
- T+
- T-
Roula Khalaf y Heba Saleh
Mohamed ElBaradei aún tiene que pellizcarse para creer que Hosni Mubarak se fue. Casi un año después de volver a Egipto tras vivir muchos años en el extranjero, encabezando la agencia nuclear de Naciones Unidas, está celebrando lo que hace pocos meses parecía imposible.
El premio Nobel y ex diplomático, quien se convirtió en una voz fuerte por la reforma en Egipto mucho antes de la revolución reciente, luchó el año pasado por revigorizar un movimiento juvenil por el cambio antes de perder la esperanza con protestas que con suerte atrajeron unos pocos cientos de manifestantes.
“Cuando volví (a Egipto) el año pasado, estaba estancado y las personas tenían miedo – con razón. Dije entonces que nadie podía liberarlos –que la liberación tendría que llegar por la gente y para la gente”, recuerda en una entrevista con Financial Times. “Seguí arrojándoles la pelota y dije ‘cuando tengan a un cuarto de millón en las calles, estaré con ustedes’”: Hoy, sentado en el jardín de su elegante casa en una comunidad cerrada cerca de las pirámides del Cairo, saborea la victoria de una revuelta que asegura haber incentivado. Cierto, muchos de los manifestantes que salieron a las calles lo critican por no haber vivido entre ellos y sufrido con ellos. Pero algunos de los grandes grupos juveniles tras las protestas lo han adoptado como líder.
Sigue un camino complejo
Un tecnócrata intenso, de hablar rápido, con aire de profesor universitario, ElBaradei, de 68 años, ofrece una visión amplia y con principios de un Egipto democrático, insistiendo en que la democracia es un prerrequisito para el cambio económico y social.
Pero reconoce que tras la euforia de la salida de Mubarak, el camino adelante sigue siendo complejo. “Las personas son libres y no saben qué hacer con esa libertad y hay mucha confusión. La oposición (legal) no está organizada, está fragmentada y no tiene arrastre”.
Es por eso que los esfuerzos de ElBaradei en el último año se enfocaron en asesorar a los jóvenes y por lo que ha cooperado con la hasta ahora vetada Hermandad Musulmana, el grupo opositor más organizado.
La pregunta más inmediata, sin embargo, es cómo conducirá el ejército la transición a lo que promete será un estado democrático. Hasta ahora, dice, no está satisfecho.
Tras llamar a los militares a intervenir y liberar al gobierno del mandato de 30 años de Mubarak, dice que no cuestiona las “buenas intenciones” del consejo supremo de las fuerzas armadas, que ahora gobierna Egipto.
Pero los militares fueron parte del régimen y ahora deben atravesar un cambio de mirada, agrega.
“Comprenden que las personas no quieren una junta que reemplace a un dictador y han asegurado a los jóvenes que no quieren el poder”, dice. “Pero aún sienten a su manera y puedo comprenderlo”.
Transición
Los generales, sin embargo, no han contactado a ElBaradei y parecen oponerse a darle un rol en la transición.
ElBaradei dice que no le interesa competir por la presidencia, aunque no decepcionaría a sus partidarios si lo necesitan. Pero le gustaría asesorar a los militares.
“No pueden elegir e imponer – tienen que atravesar esa barrera sicológica”, dice. “Ya sea que les guste o no lo que estoy diciendo, la política no tiene que ver con el gusto por una persona”, sentencia el líder de la oposición egipcia.
La transición, dice, debería ser cogestionada por un consejo presidencial que incluya a civiles y autoridades militares y un gobierno de unidad nacional. Añade también que el ejército debería tomarse un tiempo y no correr a las elecciones, que son sólo una parte de la formación de un estado democrático.“Quiero ver una transición de un año – hay que abolir la ley marcial, instituir la liberad de prensa... ¿Y cómo puede haber candidatos sin partidos?”.
ElBaradei también dice que el mariscal de campo Mohamed Hussein Tantawi, ministro de defensa, debería explicar sus planes por televisión en lugar de difundirlos a través de duros bandos militares a través de un vocero.
Mohamed ElBaradei aún tiene que pellizcarse para creer que Hosni Mubarak se fue. Casi un año después de volver a Egipto tras vivir muchos años en el extranjero, encabezando la agencia nuclear de Naciones Unidas, está celebrando lo que hace pocos meses parecía imposible.
El premio Nobel y ex diplomático, quien se convirtió en una voz fuerte por la reforma en Egipto mucho antes de la revolución reciente, luchó el año pasado por revigorizar un movimiento juvenil por el cambio antes de perder la esperanza con protestas que con suerte atrajeron unos pocos cientos de manifestantes.
“Cuando volví (a Egipto) el año pasado, estaba estancado y las personas tenían miedo – con razón. Dije entonces que nadie podía liberarlos –que la liberación tendría que llegar por la gente y para la gente”, recuerda en una entrevista con Financial Times. “Seguí arrojándoles la pelota y dije ‘cuando tengan a un cuarto de millón en las calles, estaré con ustedes’”: Hoy, sentado en el jardín de su elegante casa en una comunidad cerrada cerca de las pirámides del Cairo, saborea la victoria de una revuelta que asegura haber incentivado. Cierto, muchos de los manifestantes que salieron a las calles lo critican por no haber vivido entre ellos y sufrido con ellos. Pero algunos de los grandes grupos juveniles tras las protestas lo han adoptado como líder.
Sigue un camino complejo
Un tecnócrata intenso, de hablar rápido, con aire de profesor universitario, ElBaradei, de 68 años, ofrece una visión amplia y con principios de un Egipto democrático, insistiendo en que la democracia es un prerrequisito para el cambio económico y social.
Pero reconoce que tras la euforia de la salida de Mubarak, el camino adelante sigue siendo complejo. “Las personas son libres y no saben qué hacer con esa libertad y hay mucha confusión. La oposición (legal) no está organizada, está fragmentada y no tiene arrastre”.
Es por eso que los esfuerzos de ElBaradei en el último año se enfocaron en asesorar a los jóvenes y por lo que ha cooperado con la hasta ahora vetada Hermandad Musulmana, el grupo opositor más organizado.
La pregunta más inmediata, sin embargo, es cómo conducirá el ejército la transición a lo que promete será un estado democrático. Hasta ahora, dice, no está satisfecho.
Tras llamar a los militares a intervenir y liberar al gobierno del mandato de 30 años de Mubarak, dice que no cuestiona las “buenas intenciones” del consejo supremo de las fuerzas armadas, que ahora gobierna Egipto.
Pero los militares fueron parte del régimen y ahora deben atravesar un cambio de mirada, agrega.
“Comprenden que las personas no quieren una junta que reemplace a un dictador y han asegurado a los jóvenes que no quieren el poder”, dice. “Pero aún sienten a su manera y puedo comprenderlo”.
Transición
Los generales, sin embargo, no han contactado a ElBaradei y parecen oponerse a darle un rol en la transición.
ElBaradei dice que no le interesa competir por la presidencia, aunque no decepcionaría a sus partidarios si lo necesitan. Pero le gustaría asesorar a los militares.
“No pueden elegir e imponer – tienen que atravesar esa barrera sicológica”, dice. “Ya sea que les guste o no lo que estoy diciendo, la política no tiene que ver con el gusto por una persona”, sentencia el líder de la oposición egipcia.
La transición, dice, debería ser cogestionada por un consejo presidencial que incluya a civiles y autoridades militares y un gobierno de unidad nacional. Añade también que el ejército debería tomarse un tiempo y no correr a las elecciones, que son sólo una parte de la formación de un estado democrático.“Quiero ver una transición de un año – hay que abolir la ley marcial, instituir la liberad de prensa... ¿Y cómo puede haber candidatos sin partidos?”.
ElBaradei también dice que el mariscal de campo Mohamed Hussein Tantawi, ministro de defensa, debería explicar sus planes por televisión en lugar de difundirlos a través de duros bandos militares a través de un vocero.