En septiembre de 2018, el presidente Mauricio Macri recibió el Premio Global Citizen en Nueva York y posteriormente se reunió apresuradamente con Christine Lagarde para conseguir un premio aún mayor: un paquete de apoyo ampliado del FMI para Argentina. El fondo aumentó su compromiso de US$ 50 000 millones a US$ 57 000 millones en un contexto económico turbulento. Adelantándonos a una especie de "semana de la marmota": el presidente Javier Milei se encuentra en Nueva York recibiendo el mismo premio y ultimando las negociaciones de un importante paquete financiero con Estados Unidos.
Macri fue elegido en 2015 y lideró un gobierno que intentó sin éxito integrar a Argentina a la economía global y eliminar los profundos desequilibrios económicos heredados de administraciones irresponsables anteriores. El intento fracasó tras la aplastante victoria de la fórmula Fernández-Kirchner en las primarias de 2019, que desencadenó un fuerte desplome en los precios de los activos y anticipó su desastroso regreso al poder. Al final de su mandato de cuatro años, Argentina se encontraba en plena recesión y experimentando el inicio de una hiperinflación.
En otro giro del péndulo, Argentina eligió a Milei, autoproclamado libertario (y conservador fiscal), en 2023. Sin embargo, el país enfrenta ahora una crisis financiera arraigada en las contradicciones de sus políticas y la percepción de que el modelo populista está lejos de ser exorcizado. La incertidumbre política continúa ensombreciendo los esfuerzos de estabilización: si el péndulo se inclina de nuevo, se correría el riesgo de un retorno al gasto público a gran escala financiado por el banco central, a una inflación galopante, controles de capital e impagos de deuda.
Tras el desastroso desempeño del partido político de Milei en las elecciones locales de este mes, los inversores decidieron que no valía la pena arriesgarse esperando hasta las elecciones legislativas nacionales de octubre: comenzó el éxodo de los activos argentinos. Los mercados están alarmados por un tipo de cambio sobrevaluado; una política monetaria opaca; la disminución de las reservas internacionales; el inminente pago de la deuda en moneda extranjera en los próximos tres años; y la creciente posibilidad de que Axel Kicillof, actual gobernador de la provincia de Buenos Aires y asesor económico clave de Cristina Fernández de Kirchner, se convierta en presidente en 2027.
Los esfuerzos de Milei para corregir los desequilibrios fiscales y desregular la economía han superado las expectativas y merecen el apoyo internacional. Sin embargo, dicho respaldo debería depender de reformas políticas. La sólida asistencia financiera de la administración Trump debe complementarse con un programa renovado del FMI y una estrategia para garantizar que Argentina pueda cumplir con sus obligaciones de deuda externa, tanto privada como oficial. Esto fortalecería la confianza del mercado y mejoraría la estabilidad financiera general.
Si bien los compromisos fiscales de Argentina han sido ejemplares, los marcos cambiarios y de política monetaria han sido erráticos, lo que ha generado incertidumbre. Se requiere una estrategia de desinflación tradicional basada en el dinero, un tipo de cambio flotante y una regla transparente de acumulación de reservas. Además, Argentina debería flotar su moneda de inmediato. Invertir recursos significativos en defender la banda cambiaria actual antes de las elecciones debilitará la resiliencia financiera y dificultará la transición a una futura flotación. Por lo tanto, es crucial hacerlo durante un período de fortaleza financiera, inmediatamente después de anunciar el paquete de apoyo.
El desafío político de Milei es tan significativo como su desafío económico. Las recientes elecciones locales sugieren que el peronismo sigue siendo una fuerza a tener en cuenta. Incluso si logra una victoria en octubre, es improbable que su partido se convierta en el dominante. Su popularidad ha menguado y seguirá siendo vulnerable, especialmente con una economía lenta y un apoyo limitado en el Congreso. Para gobernar eficazmente a partir de ahora, Milei deberá evolucionar desde el personaje de estrella de rock que sorprendió al mundo político hasta convertirse en un pragmático constructor de coaliciones capaz de ampliar su base y formar un movimiento de centroderecha cohesionado.
El nuevo paquete de apoyo financiero debería incluir condiciones que promuevan la formación de coaliciones, vinculando los desembolsos a la aprobación del Congreso de un presupuesto plurianual, a la reforma tributaria y a la autonomía del banco central, así como a las políticas aquí descritas. Esto enviaría una clara señal de que el compromiso de Argentina con la responsabilidad fiscal, los principios de mercado, el Estado de derecho y las políticas financieras transparentes trasciende a cualquier líder y goza de amplio respaldo político. Sin estas medidas, Milei corre el riesgo de convertirse en un caso de estudio peculiar: un excéntrico expresidente anarcocapitalista, el outsider cuyos audaces intentos por exorcizar los demonios económicos de Argentina fracasaron. 