América Latina comienza a despegar en 2014

Las previsiones de la EIU para la región apuntan a una expansión de 3,2% para este año desde una desaceleración a 2,7% en 2013.

Por: | Publicado: Miércoles 22 de enero de 2014 a las 05:00 hrs.
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Latinoamérica experimentó otro año decepcionante en 2013: estimamos que el crecimiento regional se desaceleró a 2,7% en 2013 como consecuencia de las condiciones menos favorables en los mercados mundiales de capital y la débil demanda en Europa y China.

Brasil (con US$ 2,3 billones –millones de millones-, alrededor del 40% del PIB regional) continuó luchando en medio de limitaciones de capacidad y deficiencias de la política. México, la segunda mayor economía de la región, se redujo de 3,6% en 2012 a un estimado de 1,2%. Entre las economías más grandes, Perú presentó el mejor desempeño, con un crecimiento por encima del 5%. Perú y Chile experimentan auges de la inversión en sus sectores mineros. Ambos países también han seguido políticas macroeconómicas prudentes y han mantenido regímenes de inversión liberales. Un acontecimiento político importante durante el año fue el progreso sorprendentemente rápido en el programa de reforma estructural del gobierno mexicano. Dependiendo de la implementación, esto podría proporcionar un impulso a la economía mexicana en los próximos años.

Aunque el tono de los últimos datos sigue siendo débil, mantenemos nuestra previsión de que el crecimiento en América Latina se acelerará a 3,2% en 2014, impulsado por el fuerte crecimiento mundial, incluso en EEUU, que está mostrando signos alentadores de impulso, y en la zona euro, que registrará un crecimiento positivo por primera vez desde 2011. Prevemos un crecimiento del PIB regional de entre 3,5% y 3,9 % en 2015-18, sustentado por sólidas políticas macroeconómicas en la mayoría de los países de la región (Argentina y Venezuela son las excepciones, aunque sí esperamos un cambio en la dirección de la política en Argentina, más aún después de un resultado decepcionante para los partidarios de Cristina Fernández en las elecciones legislativas de octubre).

La salida de los activos de los mercados emergentes desde mediados de 2013 ha sido un saludable recordatorio de los riesgos financieros, en particular debido a que la región tiene un déficit de cuenta corriente (1,7% del PIB en 2012 y un estimado 2,5% del PIB en 2013). Pero aunque el déficit de cuenta corriente es una vulnerabilidad en el clima actual, el sólido balance externo de la región (niveles récord de reservas de divisas y niveles manejables de deuda externa) va a ayudar a capear el impacto de una probable reducción muy gradual de la liquidez global.

Un desarrollo en los últimos años ha sido el cambio de suerte en las dos mayores economías de la región, Brasil y México. Brasil se ha debilitado, ya que se ha encontrado con los cuellos de botella que derivan de la inversión insuficiente y la mala asignación de los recursos públicos. Por el contrario, México, que tuvo un pobre desempeño durante gran parte de la década pasada, está experimentando un período de crecimiento más fuerte (a pesar de una importante desaceleración en 2013) basado en su éxito en la recuperación de su cuota de mercado en EEUU.

En Brasil, la intervención del gobierno, la débil gestión de la política macroeconómica y las limitaciones de capacidad han reducido la perspectiva a mediano plazo del crecimiento del PIB y han erosionado la confianza de los inversionistas. La confianza también se ha visto afectada por una ola vendedora de los mercados emergentes, un panorama económico más débil de China, el impacto de las masivas protestas callejeras de Brasil a mediados de 2013, y la proximidad de las elecciones de octubre. La actividad fue desigual, pero en general débil en 2013, con un único punto a destacar: la beneficiosa cosecha agrícola que también levantó la inversión en el primer semestre del año, mientras que el rendimiento de la manufactura y los servicios fue decepcionante.



Revisión a la baja


Los datos de las cuentas nacionales del tercer trimestre publicados a principios de diciembre trajeron revisiones de trimestres anteriores, y en parte como resultado, ahora estimamos que el crecimiento del PIB será de 2,2% en 2013 (menor al 2,5% pronosticado antes). Con efectos de arrastre más limitados de lo previsto anteriormente, no esperamos una mejora significativa en 2014. El gobierno brasileño espera que las recientes concesiones de petróleo y de infraestructura sostendrán la actividad y el sentimiento, pero salvo una mejora concertada en la formulación de políticas, es improbable que se fortalezca mucho la confianza empresarial. Suponiendo una economía mundial más sólida, el crecimiento anual del PIB en 2015-18 repuntará hasta 3,2%, con algunos riesgos al alza vinculados a la posible adopción de reformas para mejorar la competitividad. Esto seguiría siendo mucho más débil que en 2004-10 (cuando el crecimiento anual promedio fue de 4,5%), lo que refleja un mercado laboral más débil, una menor demanda de China, y la desaceleración del crecimiento del crédito. La expansión económica será ahora impulsada más por las ganancias de productividad, con un progreso limitado en medio de las bajas tasas de inversión.



Chile sobre el promedio


Esperamos que Perú, Chile y Colombia crezcan por encima de la tasa promedio de la región, con apoyo de alta inversión y buenos marcos de política. Estas economías estarían más expuestas en caso de una fuerte caída en los precios de las materias primas debido a la debilidad de la demanda China. Esperamos que el crecimiento económico en Argentina a partir de 2016 se acelere en el supuesto de un cambio a un gobierno más pragmático y enfocado en los negocios. Esperamos que la economía venezolana continúe luchando en medio de la polarización política y la mala gestión macroeconómica.

En Chile una ex presidenta, Michelle Bachelet, de la centro-izquierdista Nueva Mayoría, ganó las elecciones de diciembre con un éxito arrollador y asumirá el cargo el 11 de marzo por un período presidencial de cuatro años. Va a aplicar políticas redistributivas que se centrarán en las reformas tributarias y de educación, y otras medidas para hacer frente a la desigualdad de ingresos. Sin embargo, no va a romper la tradición de una gestión macroeconómica prudente, que ha hecho de Chile uno de los mercados emergentes con mejores resultados en las últimas décadas.



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